/ miércoles 2 de junio de 2021

Votar: un derecho libre y responsable

Cada 3 años en México se realizan elecciones federales. En pocos años, la totalidad de las elecciones estatales estarán emparejadas con el calendario federal. Sin embargo, la preocupación medular de la democracia en México consiste en que la brecha entre gobernantes y gobernados no se ha cerrado.

La gran mayoría de los ciudadanos cada vez se sienten menos representados por el régimen de gobierno, el sistema de partidos políticos, se sienten ajenos a la clase política, ofendidos por los excesos, los abusos y las fallas de nuestros gobernantes pasados y presentes, lo cual incuba un problema visible y en crecimiento, que se viene convirtiendo en crónico, que consiste en la desconfianza hacia los políticos, la perdida de autoridad y respeto hacia los gobernantes, la escaza participación social en tareas comunitarias y el desinterés hacia lo público.

En México queda la sensación de que nos han fallado los partidos y sus exponentes. No tenemos gratos recuerdos de la mayoría de aquellos por quienes votamos antes y no nos emociona ya votar por los nuevos, que parecen inmersos en un bucle espacio temporal, que dialécticamente repetirán los errores de los anteriores, pasando por donde mismo pero en un grado superior. Mala situación.

Con orígenes similares, emanados de las mismas fuentes nativas de políticos de las cuales se nutren todos los partidos políticos del país, recurren a las mismas referencias históricas, bibliográficas, a las mismas fuentes internacionales para comparación y analogía, se deben al régimen ahora como antes y en sí, cuando peyorativamente se exclama “todos los políticos son iguales”, queda la sensación de que el enunciado tiene más partes de verdad que de mentira.

Votar es básico, es fundamental, es imprescindible. El ritual es un acto cívico de primera importancia. Es el ejercicio inicial de la ciudadanía activa y debiera ser el inicio de una serie de actos privados, personalísimos, que como miembros de la sociedad debiéramos hacer para el beneficio colectivo. Queda claro hoy que a México, a Jalisco, A nuestros municipios, no los va a sacar adelante una camarilla de políticos de la denominación o ideología que sea. Para salir adelante es necesario forzar a los políticos, estirar al régimen, gestionar e imponer desde la sociedad, las acciones, la agenda, la priorización de las necesidades y vigilar la utilización de los recursos públicos permanentemente, a fin de orillar a la cúpula burocrática de oro y a la clase política privilegiada, a tomar el rumbo que nos conviene a los mexicanos e impedir que sean ellos quienes apunten hacia sus intereses buscando beneficios de camarilla, grupales o sectarios.

México es una democracia adulta, sin madurar. Se han dado pasos en buena dirección, como lo demuestran las transiciones democráticas pacificas que hemos vivido como nación. También lo demuestra el hecho de tener organismos electorales autónomos que lograron transitar de la ignominia a la confianza en el respeto al voto popular.

Votar debe ser voluntario, pero también es una responsabilidad mayor. Es necesario lograr un mejor lugar en donde vivir y convivir. Adecuar nuestro entorno a condiciones que generen paz, estabilidad, pobreza, uso goce y disfrute de nuestras libertades, de nuestros recursos naturales, de la grandeza nacional que nos da nuestra historia y que consolidemos de una vez el derecho a elegir lo que nos conviene para bien de todos.

www.inteligenciapolitica.org

Cada 3 años en México se realizan elecciones federales. En pocos años, la totalidad de las elecciones estatales estarán emparejadas con el calendario federal. Sin embargo, la preocupación medular de la democracia en México consiste en que la brecha entre gobernantes y gobernados no se ha cerrado.

La gran mayoría de los ciudadanos cada vez se sienten menos representados por el régimen de gobierno, el sistema de partidos políticos, se sienten ajenos a la clase política, ofendidos por los excesos, los abusos y las fallas de nuestros gobernantes pasados y presentes, lo cual incuba un problema visible y en crecimiento, que se viene convirtiendo en crónico, que consiste en la desconfianza hacia los políticos, la perdida de autoridad y respeto hacia los gobernantes, la escaza participación social en tareas comunitarias y el desinterés hacia lo público.

En México queda la sensación de que nos han fallado los partidos y sus exponentes. No tenemos gratos recuerdos de la mayoría de aquellos por quienes votamos antes y no nos emociona ya votar por los nuevos, que parecen inmersos en un bucle espacio temporal, que dialécticamente repetirán los errores de los anteriores, pasando por donde mismo pero en un grado superior. Mala situación.

Con orígenes similares, emanados de las mismas fuentes nativas de políticos de las cuales se nutren todos los partidos políticos del país, recurren a las mismas referencias históricas, bibliográficas, a las mismas fuentes internacionales para comparación y analogía, se deben al régimen ahora como antes y en sí, cuando peyorativamente se exclama “todos los políticos son iguales”, queda la sensación de que el enunciado tiene más partes de verdad que de mentira.

Votar es básico, es fundamental, es imprescindible. El ritual es un acto cívico de primera importancia. Es el ejercicio inicial de la ciudadanía activa y debiera ser el inicio de una serie de actos privados, personalísimos, que como miembros de la sociedad debiéramos hacer para el beneficio colectivo. Queda claro hoy que a México, a Jalisco, A nuestros municipios, no los va a sacar adelante una camarilla de políticos de la denominación o ideología que sea. Para salir adelante es necesario forzar a los políticos, estirar al régimen, gestionar e imponer desde la sociedad, las acciones, la agenda, la priorización de las necesidades y vigilar la utilización de los recursos públicos permanentemente, a fin de orillar a la cúpula burocrática de oro y a la clase política privilegiada, a tomar el rumbo que nos conviene a los mexicanos e impedir que sean ellos quienes apunten hacia sus intereses buscando beneficios de camarilla, grupales o sectarios.

México es una democracia adulta, sin madurar. Se han dado pasos en buena dirección, como lo demuestran las transiciones democráticas pacificas que hemos vivido como nación. También lo demuestra el hecho de tener organismos electorales autónomos que lograron transitar de la ignominia a la confianza en el respeto al voto popular.

Votar debe ser voluntario, pero también es una responsabilidad mayor. Es necesario lograr un mejor lugar en donde vivir y convivir. Adecuar nuestro entorno a condiciones que generen paz, estabilidad, pobreza, uso goce y disfrute de nuestras libertades, de nuestros recursos naturales, de la grandeza nacional que nos da nuestra historia y que consolidemos de una vez el derecho a elegir lo que nos conviene para bien de todos.

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