/ miércoles 24 de abril de 2024

La dictadura de los buenos resultados

Un recurso bastante usado por la oposición durante la presidencia de López Obrador fue atacar sus acciones de gobierno, diciendo que no provenían de estudios, análisis y demás requisitos técnicos – en suma, que eran “ocurrencias”. Sin embargo, hoy México tiene estabilidad cambiaria, un nuevo aeropuerto y dos nuevos corredores ferroviarios.

Con todas las dificultades que implica construir infraestructura en tiempo récord, el presidente logró materializar su legado. Además, las cifras de desempleo son buenas a primera vista, y aunque hay que tomarlas con ciertas reservas, este sexenio esas cifras están acompañadas de una recuperación del salario sin precedentes.

La confianza que han expresado muchos grandes empresarios en la continuidad del proyecto de nación es expresión de cierta estabilidad de la cual no hay comparación desde el año 2000. En la memoria reciente de los mexicanos no hay recuerdo de alguna campaña presidencial en donde la incertidumbre fuera tan pequeña.

Es posible que estemos ante el nacimiento de un nuevo desarrollismo mexicano, en donde el concepto de “Prosperidad Compartida” sea lo que dote de contenido programático al “Humanismo Mexicano” que el presidente ha mencionado en sus conferencias de prensa. Ya incluso Claudia Sheinbaum ha dado indicios de que ese concepto implica la aceptación de cierta forma de la Teoría de la Dependencia, cuando refirió que México y Estados Unidos están muy interrelacionados, cuando hablaba acerca de una futura revisión al TMEC.

El hecho de que la oposición llame a los “pequeños y medianos empresarios” a rebelarse, ya que nos grandes empresarios están “alineados” significa que en alguna medida, los conservadores han perdido el apoyo de las grandes cúpulas industriales de nuestro país.

Además, es un reconocimiento implícito de una realidad que los conservadores (PAN) y los neoliberales (PRI y PRD) conocen desde la experiencia – el proyecto político ganador en alguna medida siempre tendrá un apoyo de las grandes cúpulas económicas ahí donde pueda haber intereses compartidos.

La 4T ya demostró que la agresiva política salarial y de derechos sociales no han hecho merma en las ganancias empresariales y en la estabilidad macroeconómica – y con ello, la derecha ha perdido su bandera. Incluso, la derecha ya no puede intentar asustar al sector económico porque sus postulados básicos se derrumbaron, sí fue posible subir los salarios y volver a un cierto Estado de Bienestar sin que el país tuviera problemas económicos.

En medio de todo esto, un magnate que disfruta de una concesión de medios de comunicación se expresa con toda libertad en contra del proyecto del gobierno, usando insultos y el tiempo aire de sus noticieros para difundir sus puntos de vista, que consisten en extinguir al Estado, cuando no ya al gobierno actual. Ni siquiera se le ha sancionado por la recurrente violencia de género con la que ataca a Citlali Hernández, una Senadora de la República. A los gritos políticos de ciertos oligarcas no corresponderá una reacción violenta en contra del proyecto de nación de López Obrador.

La oposición no ha resuelto la paradoja de que el apoyo popular llevará a la presidencia de la república a la sucesora de López Obrador, quien ha prometido continuar con lo fundamental de su proyecto mientras que imprime un sello propio más técnico e incluso ambientalista. Con una candidata opositora que promete continuar las acciones de gobierno más importantes de su adversario, podemos decir realmente que vivimos bajo una “dictadura” de los buenos resultados y quienes se han beneficiado de ella, han sido las grandes mayorías antaño desaventajadas.

Un recurso bastante usado por la oposición durante la presidencia de López Obrador fue atacar sus acciones de gobierno, diciendo que no provenían de estudios, análisis y demás requisitos técnicos – en suma, que eran “ocurrencias”. Sin embargo, hoy México tiene estabilidad cambiaria, un nuevo aeropuerto y dos nuevos corredores ferroviarios.

Con todas las dificultades que implica construir infraestructura en tiempo récord, el presidente logró materializar su legado. Además, las cifras de desempleo son buenas a primera vista, y aunque hay que tomarlas con ciertas reservas, este sexenio esas cifras están acompañadas de una recuperación del salario sin precedentes.

La confianza que han expresado muchos grandes empresarios en la continuidad del proyecto de nación es expresión de cierta estabilidad de la cual no hay comparación desde el año 2000. En la memoria reciente de los mexicanos no hay recuerdo de alguna campaña presidencial en donde la incertidumbre fuera tan pequeña.

Es posible que estemos ante el nacimiento de un nuevo desarrollismo mexicano, en donde el concepto de “Prosperidad Compartida” sea lo que dote de contenido programático al “Humanismo Mexicano” que el presidente ha mencionado en sus conferencias de prensa. Ya incluso Claudia Sheinbaum ha dado indicios de que ese concepto implica la aceptación de cierta forma de la Teoría de la Dependencia, cuando refirió que México y Estados Unidos están muy interrelacionados, cuando hablaba acerca de una futura revisión al TMEC.

El hecho de que la oposición llame a los “pequeños y medianos empresarios” a rebelarse, ya que nos grandes empresarios están “alineados” significa que en alguna medida, los conservadores han perdido el apoyo de las grandes cúpulas industriales de nuestro país.

Además, es un reconocimiento implícito de una realidad que los conservadores (PAN) y los neoliberales (PRI y PRD) conocen desde la experiencia – el proyecto político ganador en alguna medida siempre tendrá un apoyo de las grandes cúpulas económicas ahí donde pueda haber intereses compartidos.

La 4T ya demostró que la agresiva política salarial y de derechos sociales no han hecho merma en las ganancias empresariales y en la estabilidad macroeconómica – y con ello, la derecha ha perdido su bandera. Incluso, la derecha ya no puede intentar asustar al sector económico porque sus postulados básicos se derrumbaron, sí fue posible subir los salarios y volver a un cierto Estado de Bienestar sin que el país tuviera problemas económicos.

En medio de todo esto, un magnate que disfruta de una concesión de medios de comunicación se expresa con toda libertad en contra del proyecto del gobierno, usando insultos y el tiempo aire de sus noticieros para difundir sus puntos de vista, que consisten en extinguir al Estado, cuando no ya al gobierno actual. Ni siquiera se le ha sancionado por la recurrente violencia de género con la que ataca a Citlali Hernández, una Senadora de la República. A los gritos políticos de ciertos oligarcas no corresponderá una reacción violenta en contra del proyecto de nación de López Obrador.

La oposición no ha resuelto la paradoja de que el apoyo popular llevará a la presidencia de la república a la sucesora de López Obrador, quien ha prometido continuar con lo fundamental de su proyecto mientras que imprime un sello propio más técnico e incluso ambientalista. Con una candidata opositora que promete continuar las acciones de gobierno más importantes de su adversario, podemos decir realmente que vivimos bajo una “dictadura” de los buenos resultados y quienes se han beneficiado de ella, han sido las grandes mayorías antaño desaventajadas.