/ lunes 4 de marzo de 2024

Encuestas increíbles y voto oculto


Con las campañas presidenciales en marcha y con el corto tiempo consumiéndose, se han publicado y dado a conocer las primeras encuestas que miden la opinión pública ya con la configuración final de candidatos. Estas primeras encuestas, deberían ser consideradas como el punto de partida tanto de los partidos como de sus candidatos y considerarse unidad de evaluación para poder constatar la efectividad de las campañas. A partir de aquí, las alzas o bajas en las mediciones modificaran las estrategias y sobre todo las tácticas de los equipos proselitistas. Es momento de sacar todo el arsenal, las propuestas convincentes, la propaganda adecuada. También es tiempo de que la agenda estratégica de los candidatos abone a elevar la intención del voto en su favor. Sin encuestas, sería difícil poder reconocer los errores de campaña, el impulso del candidato a la marca, el efecto y consecuencias del desenvolvimiento en los debates entre candidatos y la aceptación o no de las propuestas, del mensaje, del discurso y de la propaganda utilizada.

Las encuestas de opinión pública recogen la opinión de una muestra de individuos representativa de la población, miden el estado de opinión pública en relación con la situación política, para conocer las valoraciones y opiniones de los ciudadanos en un lugar y en un momento determinado. En la actualidad pasan por una crisis de credibilidad severa, pues la gente pone en entredicho su veracidad y objetividad, pues se dice que los resultados publicados obedecen al interés de quien las paga. Es real que la encuesta se ha venido utilizando como herramienta propagandística. También lo es que muchos políticos publican datos irreales, elaborados a su antojo y difundidos sin consentimiento ni autorización para engañar a la gente con resultados ficticios, falsos e inverosímiles.

Pero el factor en crecimiento más significativo, es que las encuestas se levantan preguntándole a las personas y son las personas quiénes han aprendido a engañar o a darle a los encuestadores respuestas simuladas. El gusto de que da a la gente engañar a los políticos, obedece a un resentimiento social añejo y a un malestar generalizado sobre el quehacer de los gobernantes. Hoy en día, quienes plantean las preguntas de las encuestas, procuran incidir e inducir en las respuestas de la misma, pero el ciudadano, elector o votante, se ha dado cuenta del valor de su voto y se reserva el derecho a mentir conscientemente a los encuestadores. Engañar a los encuestadores es la primera parte de intentar engañar a los políticos. El voto oculto, representa la revancha, el rencor acumulado, la forma de castigar el desenvolvimiento de sus gobernantes.

No será una sorpresa que las encuestas fallen el día 2 de junio. El voto de castigo se ve venir y puede ser decisivo en el resultado electoral. Se antoja sumamente complicado medir a la opinión de un público enojado y a la vez cada vez mas informado, conocedor del poder que tiene de premiar o de castigar a los políticos. Eso es democracia y se convierte en signo de nuestros tiempos.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz


Con las campañas presidenciales en marcha y con el corto tiempo consumiéndose, se han publicado y dado a conocer las primeras encuestas que miden la opinión pública ya con la configuración final de candidatos. Estas primeras encuestas, deberían ser consideradas como el punto de partida tanto de los partidos como de sus candidatos y considerarse unidad de evaluación para poder constatar la efectividad de las campañas. A partir de aquí, las alzas o bajas en las mediciones modificaran las estrategias y sobre todo las tácticas de los equipos proselitistas. Es momento de sacar todo el arsenal, las propuestas convincentes, la propaganda adecuada. También es tiempo de que la agenda estratégica de los candidatos abone a elevar la intención del voto en su favor. Sin encuestas, sería difícil poder reconocer los errores de campaña, el impulso del candidato a la marca, el efecto y consecuencias del desenvolvimiento en los debates entre candidatos y la aceptación o no de las propuestas, del mensaje, del discurso y de la propaganda utilizada.

Las encuestas de opinión pública recogen la opinión de una muestra de individuos representativa de la población, miden el estado de opinión pública en relación con la situación política, para conocer las valoraciones y opiniones de los ciudadanos en un lugar y en un momento determinado. En la actualidad pasan por una crisis de credibilidad severa, pues la gente pone en entredicho su veracidad y objetividad, pues se dice que los resultados publicados obedecen al interés de quien las paga. Es real que la encuesta se ha venido utilizando como herramienta propagandística. También lo es que muchos políticos publican datos irreales, elaborados a su antojo y difundidos sin consentimiento ni autorización para engañar a la gente con resultados ficticios, falsos e inverosímiles.

Pero el factor en crecimiento más significativo, es que las encuestas se levantan preguntándole a las personas y son las personas quiénes han aprendido a engañar o a darle a los encuestadores respuestas simuladas. El gusto de que da a la gente engañar a los políticos, obedece a un resentimiento social añejo y a un malestar generalizado sobre el quehacer de los gobernantes. Hoy en día, quienes plantean las preguntas de las encuestas, procuran incidir e inducir en las respuestas de la misma, pero el ciudadano, elector o votante, se ha dado cuenta del valor de su voto y se reserva el derecho a mentir conscientemente a los encuestadores. Engañar a los encuestadores es la primera parte de intentar engañar a los políticos. El voto oculto, representa la revancha, el rencor acumulado, la forma de castigar el desenvolvimiento de sus gobernantes.

No será una sorpresa que las encuestas fallen el día 2 de junio. El voto de castigo se ve venir y puede ser decisivo en el resultado electoral. Se antoja sumamente complicado medir a la opinión de un público enojado y a la vez cada vez mas informado, conocedor del poder que tiene de premiar o de castigar a los políticos. Eso es democracia y se convierte en signo de nuestros tiempos.

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