/ lunes 29 de noviembre de 2021

La cultura como derecho

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) entiende por cultura al “medio de transmisión de conocimiento y el producto resultante de ese conocimiento, tanto pasado como presente. Es un elemento facilitador e impulsor del desarrollo sostenible, la paz y el progreso económico. En su forma multifacética, aúna a las sociedades y las naciones”.

En este sentido, en los últimos años se ha puesto sobre la mesa la importancia de los derechos culturales, o lo que es lo mismo, la importancia de garantizar los derechos relacionados con el arte y la cultura, pero entendidos de forma integral y de manera amplia pues no se limita al acceso a la cultura sino en la participación, libre elección, así como en poder asegurar su disfrute en condiciones de igualdad, dignidad humana y no discriminación.

Y traigo estas definiciones a colación en el marco de la trigésimo quinta edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un evento que durante las últimas décadas no solo ha crecido de manera exponencial sino que se ha consolidado como la segunda feria de libros más grande de latinoamérica y por reunir la mayor oferta editorial de libros en español. Sin embargo, su trascendencia radica más en lo cualitativo que en lo cuantitativo pues es un referente que miles de personas esperamos año con año y sin duda un orgullo tapatío porque el encuentro de culturas, de personas, de formas, la diversidad de tópicos y la multiplicidad de formas de ver el mundo que encontramos en sus estantes y pasillos es un acontecimiento que nos enriquece de manera personal y colectiva.

La FIL nace por iniciativa de la Universidad de Guadalajara y la existencia de un espacio de cultura como este ha sido posible en gran medida gracias a la autonomía de la casa de estudios debido a que ha sabido ser un contrapeso a la postura monopolizadora de los gobiernos, que una universidad pública organice esta feria ha permitido la pluralidad de voces e ideas y las ha acercado entre sí. Sobre esto podemos decir que la Universidad de Guadalajara ha sido históricamente un actor clave en el sector cultural no solamente de Jalisco sino en la región de Occidente e incluso a nivel nacional.

En un momento donde desde diferentes trincheras, incluidas la de los gobiernos que no conocen la autocrítica ha habido una brutal afronta al pensamiento libre no podemos permitir la injerencia e intromisión en la vida interna de las universidades que afecte la producción de pensamiento y la preservación de una óptica que apuesta por construir puentes, como diría John Trudell: “Cuando uno vive en una sociedad donde la gente no puede confiar en que las instituciones les digan la verdad, la verdad debe de provenir de la cultura y el arte”.

* Vicepresidenta de Hagamos

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) entiende por cultura al “medio de transmisión de conocimiento y el producto resultante de ese conocimiento, tanto pasado como presente. Es un elemento facilitador e impulsor del desarrollo sostenible, la paz y el progreso económico. En su forma multifacética, aúna a las sociedades y las naciones”.

En este sentido, en los últimos años se ha puesto sobre la mesa la importancia de los derechos culturales, o lo que es lo mismo, la importancia de garantizar los derechos relacionados con el arte y la cultura, pero entendidos de forma integral y de manera amplia pues no se limita al acceso a la cultura sino en la participación, libre elección, así como en poder asegurar su disfrute en condiciones de igualdad, dignidad humana y no discriminación.

Y traigo estas definiciones a colación en el marco de la trigésimo quinta edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un evento que durante las últimas décadas no solo ha crecido de manera exponencial sino que se ha consolidado como la segunda feria de libros más grande de latinoamérica y por reunir la mayor oferta editorial de libros en español. Sin embargo, su trascendencia radica más en lo cualitativo que en lo cuantitativo pues es un referente que miles de personas esperamos año con año y sin duda un orgullo tapatío porque el encuentro de culturas, de personas, de formas, la diversidad de tópicos y la multiplicidad de formas de ver el mundo que encontramos en sus estantes y pasillos es un acontecimiento que nos enriquece de manera personal y colectiva.

La FIL nace por iniciativa de la Universidad de Guadalajara y la existencia de un espacio de cultura como este ha sido posible en gran medida gracias a la autonomía de la casa de estudios debido a que ha sabido ser un contrapeso a la postura monopolizadora de los gobiernos, que una universidad pública organice esta feria ha permitido la pluralidad de voces e ideas y las ha acercado entre sí. Sobre esto podemos decir que la Universidad de Guadalajara ha sido históricamente un actor clave en el sector cultural no solamente de Jalisco sino en la región de Occidente e incluso a nivel nacional.

En un momento donde desde diferentes trincheras, incluidas la de los gobiernos que no conocen la autocrítica ha habido una brutal afronta al pensamiento libre no podemos permitir la injerencia e intromisión en la vida interna de las universidades que afecte la producción de pensamiento y la preservación de una óptica que apuesta por construir puentes, como diría John Trudell: “Cuando uno vive en una sociedad donde la gente no puede confiar en que las instituciones les digan la verdad, la verdad debe de provenir de la cultura y el arte”.

* Vicepresidenta de Hagamos