/ viernes 20 de noviembre de 2020

Cambiemos para cambiarlos

Revisando encuestas y mediciones demoscópicas levantadas en Jalisco durante las últimas semanas, me alertó e inquietó la duda de por que ante hechos, sucesos, noticias y el acontecer diario, hay registros donde se observa una numerosa reacción de las personas que responden calificando alto a sus gobernantes. Me sorprende que los medios de comunicación informan de errores, fallas y carencias, las redes sociales están inundadas de quejas, críticas y señalamientos inconformes sobre servicios públicos, sobre sus gobernantes y sin embargo, en las encuestas no se ve tan mal la evaluación de quienes encabezan los gobiernos. Aunque sea discordante y parezca extraño.

Por décadas la inseguridad y la mala situación económica han sido los temas más discutidos, más explorados, con menos resultados, con muy poco que presumir por los actuales y los anteriores gobiernos. Quizá por ello, aunque son temas que nos afectan modificando nuestra forma de vivir, nuestros hábitos y nuestra conducta social, hemos empezado a marginarlos de nuestra mente –al menos en la memoria de corto plazo-. Frente a la magnitud de estos problemas descomunales, el resto se ve menor, superable y más sencillo de manejar.

Señalo que a en mi análisis, vamos mal, nos estamos acostumbrando a ello y hemos perdido el interés en quien como nos gobierna. El juego mental de creer que como siempre ha sido así, así es lo normal y no puede cambiar, está produciendo conformismo, apatía, desgano y abandono. Mal de muchos consuelos de tontos es un refrán popular que se refiere a que una desgracia nos es más llevadera cuando todos la padecen. Se puede decir que este refrán está relacionado con la desgracia ya que existen personas que se consuelan con saber que no solo a ellas le pasa una desdicha o infortunio, siendo absurdo ya que los problemas no mejoran solos ni se resuelven sin enfrentarse.

La ceguera selectiva de los problemas de nuestra comunidad se está combinando con el desinterés en lo publico. Parte de la idea de que el gobierno no resuelve, no funciona, no sirve, que nada ha cambiado y que se puede estar bien a pesar del gobierno. En vez de meterle presión a los gobernantes para que hagan bien su trabajo, para que den resultados positivos, para que administren bien lo que no es suyo y rindan cuentas, muchas personas han decidido no voltear ni a verlos. Y si se les pregunta ¿Cómo vamos? La respuesta será evasiva con un bien, más o menos y esquivar la conversación, como si eso sirviera para resolver los problemas.

¿Mecanismos de defensa ciudadanos ante la decepción reiterada de sus autoridades? Es claro que debajo de una delgada capa de piel están los agravios, el enojo, la frustración, el hartazgo y el conocimiento de que no sólo no vamos bien, sino que vamos mal. En el fondo, todos sabemos que la situación es complicada pero tenemos esperanza de que se puede hacer diferente el gobierno

que si hay quien pueda enfrentar los mismos problemas con diferentes soluciones, que habrá quien pueda con el paquete y que podemos tener mejores gobiernos.

Cambiemos para cambiarlos. Me queda claro que los gobernantes y los políticos harán lo que los gobernados les exijan. Si no hay presión social, permanecerán en una zona de confort, disfrutando la apatía ciudadana y que no haya quien les recuerde que deben ponerse a trabajar, administrar bien y dar buenos resultados.

Twitter: @carlosanguianoz

Revisando encuestas y mediciones demoscópicas levantadas en Jalisco durante las últimas semanas, me alertó e inquietó la duda de por que ante hechos, sucesos, noticias y el acontecer diario, hay registros donde se observa una numerosa reacción de las personas que responden calificando alto a sus gobernantes. Me sorprende que los medios de comunicación informan de errores, fallas y carencias, las redes sociales están inundadas de quejas, críticas y señalamientos inconformes sobre servicios públicos, sobre sus gobernantes y sin embargo, en las encuestas no se ve tan mal la evaluación de quienes encabezan los gobiernos. Aunque sea discordante y parezca extraño.

Por décadas la inseguridad y la mala situación económica han sido los temas más discutidos, más explorados, con menos resultados, con muy poco que presumir por los actuales y los anteriores gobiernos. Quizá por ello, aunque son temas que nos afectan modificando nuestra forma de vivir, nuestros hábitos y nuestra conducta social, hemos empezado a marginarlos de nuestra mente –al menos en la memoria de corto plazo-. Frente a la magnitud de estos problemas descomunales, el resto se ve menor, superable y más sencillo de manejar.

Señalo que a en mi análisis, vamos mal, nos estamos acostumbrando a ello y hemos perdido el interés en quien como nos gobierna. El juego mental de creer que como siempre ha sido así, así es lo normal y no puede cambiar, está produciendo conformismo, apatía, desgano y abandono. Mal de muchos consuelos de tontos es un refrán popular que se refiere a que una desgracia nos es más llevadera cuando todos la padecen. Se puede decir que este refrán está relacionado con la desgracia ya que existen personas que se consuelan con saber que no solo a ellas le pasa una desdicha o infortunio, siendo absurdo ya que los problemas no mejoran solos ni se resuelven sin enfrentarse.

La ceguera selectiva de los problemas de nuestra comunidad se está combinando con el desinterés en lo publico. Parte de la idea de que el gobierno no resuelve, no funciona, no sirve, que nada ha cambiado y que se puede estar bien a pesar del gobierno. En vez de meterle presión a los gobernantes para que hagan bien su trabajo, para que den resultados positivos, para que administren bien lo que no es suyo y rindan cuentas, muchas personas han decidido no voltear ni a verlos. Y si se les pregunta ¿Cómo vamos? La respuesta será evasiva con un bien, más o menos y esquivar la conversación, como si eso sirviera para resolver los problemas.

¿Mecanismos de defensa ciudadanos ante la decepción reiterada de sus autoridades? Es claro que debajo de una delgada capa de piel están los agravios, el enojo, la frustración, el hartazgo y el conocimiento de que no sólo no vamos bien, sino que vamos mal. En el fondo, todos sabemos que la situación es complicada pero tenemos esperanza de que se puede hacer diferente el gobierno

que si hay quien pueda enfrentar los mismos problemas con diferentes soluciones, que habrá quien pueda con el paquete y que podemos tener mejores gobiernos.

Cambiemos para cambiarlos. Me queda claro que los gobernantes y los políticos harán lo que los gobernados les exijan. Si no hay presión social, permanecerán en una zona de confort, disfrutando la apatía ciudadana y que no haya quien les recuerde que deben ponerse a trabajar, administrar bien y dar buenos resultados.

Twitter: @carlosanguianoz