/ lunes 23 de abril de 2018

Los indecisos al poder

Francisco Rea Signoret


El pasado fin de semana fuimos testigos del primer debate entre los aspirantes a la presidencia de la República; vimos y escuchamos a Margarita Zavala Gómez del Campo, José Antonio Meade Kuribreña, Andrés Manuel López Obrador, Jaime Rodríguez Calderón y Ricardo Anaya Cortés, quienes acudieron puntualmente al Palacio de Minería al evento organizado por el INE, situación que nos genera tres puntos de vista:

En primer término, podemos calificar como aprobatoria la experiencia; el recinto fue un lugar muy digno y hermoso; el escenario estuvo sobrio pero de acuerdo a las circunstancias, la iluminación atractiva y la organización en sí fue adecuada. De la misma manera, los moderadores estuvieron bien en sus intervenciones, lo que permitió que el nuevo formato fuera más dinámico, pero, sobre todo, que resaltaran las personalidades de los contendientes. Se destacaron dos momentos en donde algunos de los candidatos manifestaron ideas fuera de lo común y con puntualidad supieron acotar dichas expresiones y repreguntar apropiadamente sin que se desbordara la situación, sobre todo cuando se cuestionó si era literal la propuesta de cortarle las manos a los rateros, a lo que se contestó que sí. Asimismo, el manejo de los tiempos de respuesta fue correcto, salvo el caso en donde se tenía que dar contestación a alusiones personales, en donde quizás se debió dar más tiempo ya que muchas respuestas se quedaron truncas y no se dejó que se esgrimiera la defensa de forma completa por quienes se vieron increpados; sin embargo, en general estuvo bien.


“El acto de decidir es uno de los procesos más elaborados que realiza el cerebro humano; debe de observar, analizar y diagnosticar cientos de bits de información con relación a un tema. Después de varios escaneos de respuestas probables, mismas que fueron construidas a manera de modelos dimensionales, procede a escoger la que considera más acertada para resolver el caso, y entonces, se da la toma de decisiones. De ahí que la voluntad humana se presta a modificar su realidad mediante un instante transformador que cambiará irremediablemente su destino”.



En segundo término, tendríamos que decir que el ejercicio logró el objetivo de atraer a cientos de indecisos que al parecer son el grueso de los votantes, ya que se dice que son más del 50% del padrón los que todavía no saben por quién votarán, y este espectro está conformado tanto por primovotantes como por personas que siempre han votado por un partido sin importarles el candidato, o sea, más por tradición que por convencimiento, pero ahora están viendo más al competidor y observaron con más detenimiento cuáles son sus propuestas, tratando de tomar una decisión razonada sobre por quién votarán el próximo primero de julio. En ocasiones los expositores fueron muy tibios en cuanto a sus posturas, algunos fueron muy evasivos, se alejaron de sus propuesta de siempre, otros fueron demasiado prudentes y unos más dieron sorpresas pero no aterrizaron el momento con argumentos que convencieran al indeciso para que vote por ellos. La oratoria fue una asignatura ausente, poca impostación, ademanes timoratos, postura acartonada. De ideología, ni hablar, no se asomó el menor vestigio de la forma de pensar de sus corrientes políticas, o en su caso, de cuál es la formación de unos y otros; sin embargo, se logró rescatar el momento con los episodios de contraste que se presentaron con flechazos de intensión, de repente alguno supo dirigirse al pueblo y mirarlo a los ojos, otro más pudo sensibilizar pero no se dio esa conexión que permite decir que tal o cual cautivó de forma definitiva a su audiencia.

En tercer término, habría que decir que el gran ganador del debate fue el pueblo mexicano, que logró ver en un solo evento a quienes desean ocupar el puesto más importante de nuestro país y contrastar la actitud de unos y otros, y ciertamente, sí se notó quién iba preparado y quién no, quién se preocupó por convencer a la audiencia y a quién le pareció irrelevante; el mensaje corporal de cada uno también dijo mucho.

Los indecisos, que son el segmento más grande de quienes pueden votar, se acercaron más a quien puede ser su elegido y se alejaron de quien despierta dudas, y con ello han cambiado la condición de la elección. Ahora toca a los asesores de los candidatos interpretar ese acercamiento o distanciamiento y convencer finalmente a la mayoría de estos para que sumen de forma contundente en la decisión final, pero no tienen mucho tiempo, puesto que el espectro de interés sólo se mantiene varias horas después de que el mensaje impacta al receptor, y si no saben consolidar la inquietud despertada en el espectador, ésta de nuevo se verá diluida y se perderá. El triunfo está en ese sector y ahí es donde se debe trabajar; las encuestas de los convencidos, que son los menos, no significan nada, lo importante es la decisión de votar en la urna el día de la elección y ésta se debe de construir, ya que no se dará automáticamente.

El debate pasado quizás fue uno de los que más audiencia tuvo en la historia de los mismos, pero lo más importante es que logró reunir a familias enteras alrededor del dispositivo electrónico para ver y escuchar a quienes pretenden ser presidente de México, lo cual es muy positivo porque con ello se construye la democracia de nuestro país.

La paz y el diálogo son el camino para que un pueblo viva en democracia. Si es posible lograr una elección dentro de estos parámetros, también lo es que podamos escoger a nuestros gobernantes con decisión. Aprendamos a escuchar, decidamos y votemos; cada candidato es respetable y su postura digna de ser escuchada. Que gane el mejor, pero, sobre todo, que ganemos los mexicanos poniendo a prueba la sabiduría de nuestro pueblo, que siempre ha sabido escoger con tino a quien lo representa ¿No creen estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx

Francisco Rea Signoret


El pasado fin de semana fuimos testigos del primer debate entre los aspirantes a la presidencia de la República; vimos y escuchamos a Margarita Zavala Gómez del Campo, José Antonio Meade Kuribreña, Andrés Manuel López Obrador, Jaime Rodríguez Calderón y Ricardo Anaya Cortés, quienes acudieron puntualmente al Palacio de Minería al evento organizado por el INE, situación que nos genera tres puntos de vista:

En primer término, podemos calificar como aprobatoria la experiencia; el recinto fue un lugar muy digno y hermoso; el escenario estuvo sobrio pero de acuerdo a las circunstancias, la iluminación atractiva y la organización en sí fue adecuada. De la misma manera, los moderadores estuvieron bien en sus intervenciones, lo que permitió que el nuevo formato fuera más dinámico, pero, sobre todo, que resaltaran las personalidades de los contendientes. Se destacaron dos momentos en donde algunos de los candidatos manifestaron ideas fuera de lo común y con puntualidad supieron acotar dichas expresiones y repreguntar apropiadamente sin que se desbordara la situación, sobre todo cuando se cuestionó si era literal la propuesta de cortarle las manos a los rateros, a lo que se contestó que sí. Asimismo, el manejo de los tiempos de respuesta fue correcto, salvo el caso en donde se tenía que dar contestación a alusiones personales, en donde quizás se debió dar más tiempo ya que muchas respuestas se quedaron truncas y no se dejó que se esgrimiera la defensa de forma completa por quienes se vieron increpados; sin embargo, en general estuvo bien.


“El acto de decidir es uno de los procesos más elaborados que realiza el cerebro humano; debe de observar, analizar y diagnosticar cientos de bits de información con relación a un tema. Después de varios escaneos de respuestas probables, mismas que fueron construidas a manera de modelos dimensionales, procede a escoger la que considera más acertada para resolver el caso, y entonces, se da la toma de decisiones. De ahí que la voluntad humana se presta a modificar su realidad mediante un instante transformador que cambiará irremediablemente su destino”.



En segundo término, tendríamos que decir que el ejercicio logró el objetivo de atraer a cientos de indecisos que al parecer son el grueso de los votantes, ya que se dice que son más del 50% del padrón los que todavía no saben por quién votarán, y este espectro está conformado tanto por primovotantes como por personas que siempre han votado por un partido sin importarles el candidato, o sea, más por tradición que por convencimiento, pero ahora están viendo más al competidor y observaron con más detenimiento cuáles son sus propuestas, tratando de tomar una decisión razonada sobre por quién votarán el próximo primero de julio. En ocasiones los expositores fueron muy tibios en cuanto a sus posturas, algunos fueron muy evasivos, se alejaron de sus propuesta de siempre, otros fueron demasiado prudentes y unos más dieron sorpresas pero no aterrizaron el momento con argumentos que convencieran al indeciso para que vote por ellos. La oratoria fue una asignatura ausente, poca impostación, ademanes timoratos, postura acartonada. De ideología, ni hablar, no se asomó el menor vestigio de la forma de pensar de sus corrientes políticas, o en su caso, de cuál es la formación de unos y otros; sin embargo, se logró rescatar el momento con los episodios de contraste que se presentaron con flechazos de intensión, de repente alguno supo dirigirse al pueblo y mirarlo a los ojos, otro más pudo sensibilizar pero no se dio esa conexión que permite decir que tal o cual cautivó de forma definitiva a su audiencia.

En tercer término, habría que decir que el gran ganador del debate fue el pueblo mexicano, que logró ver en un solo evento a quienes desean ocupar el puesto más importante de nuestro país y contrastar la actitud de unos y otros, y ciertamente, sí se notó quién iba preparado y quién no, quién se preocupó por convencer a la audiencia y a quién le pareció irrelevante; el mensaje corporal de cada uno también dijo mucho.

Los indecisos, que son el segmento más grande de quienes pueden votar, se acercaron más a quien puede ser su elegido y se alejaron de quien despierta dudas, y con ello han cambiado la condición de la elección. Ahora toca a los asesores de los candidatos interpretar ese acercamiento o distanciamiento y convencer finalmente a la mayoría de estos para que sumen de forma contundente en la decisión final, pero no tienen mucho tiempo, puesto que el espectro de interés sólo se mantiene varias horas después de que el mensaje impacta al receptor, y si no saben consolidar la inquietud despertada en el espectador, ésta de nuevo se verá diluida y se perderá. El triunfo está en ese sector y ahí es donde se debe trabajar; las encuestas de los convencidos, que son los menos, no significan nada, lo importante es la decisión de votar en la urna el día de la elección y ésta se debe de construir, ya que no se dará automáticamente.

El debate pasado quizás fue uno de los que más audiencia tuvo en la historia de los mismos, pero lo más importante es que logró reunir a familias enteras alrededor del dispositivo electrónico para ver y escuchar a quienes pretenden ser presidente de México, lo cual es muy positivo porque con ello se construye la democracia de nuestro país.

La paz y el diálogo son el camino para que un pueblo viva en democracia. Si es posible lograr una elección dentro de estos parámetros, también lo es que podamos escoger a nuestros gobernantes con decisión. Aprendamos a escuchar, decidamos y votemos; cada candidato es respetable y su postura digna de ser escuchada. Que gane el mejor, pero, sobre todo, que ganemos los mexicanos poniendo a prueba la sabiduría de nuestro pueblo, que siempre ha sabido escoger con tino a quien lo representa ¿No creen estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx

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