/ lunes 26 de noviembre de 2018

Frontera caliente

Uno de los elementos fundamentales para que se conforme una nación es delimitar sus fronteras; de esa manera se empalman los países conformando un mosaico multicultural que integra la comunidad mundial. El paso de personas, bienes y servicios es intenso, máxime en estos tiempos en que el comercio internacional es un motor poderoso de desarrollo de las regiones; sin embargo, hay factores que empujan al reacomodo de las poblaciones, y con el fenómeno de la migración encontramos una dinámica que va encaminada a reordenar las condiciones de interacción entre distintas sociedades; por lo que el choque que provoca la inercia entre quienes están y quiénes llegan, es más por prejuicios y miedo, que por razón.

En días recientes se dio un fuerte enfrentamiento entre la policía fronteriza de los Estados Unidos y miembros de las caravanas de migrantes que se postraron desde hace días en ciudades como Tijuana y Mexicali, lo cual se originó porque cientos de los segundos intentaron dar “portazo” en los controles migratorios del país del norte, como en su momento lo hicieron en México, y el plan no funcionó, situación que nos permite generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que es muy delicado lo que está sucediendo en las ciudades en donde se encuentran hacinadas miles de personas en condiciones precarias, no solo porque no cuentan con los elementos necesarios de subsistencia, sino porque aparentemente no hay una estrategia integral para manejar el problema, lo cual es de extrañar, porque para estos momentos ya se debería de tener detectados a los líderes de esos movimientos y haber establecido el diálogo necesario para fijar pautas del mínimo orden de estadía en nuestro país de los cientos de extranjeros que ahora se han posesionado de ciudades como Tijuana. Lo anterior lo comento porque es claro que en las acciones que toman los grupos de inmigrantes hay personas que están “moviendo” a la gente, incluso usan altavoces y arengan a la masa a realizar tal o cual actividad, síntoma de que sí hay un hilo conductor de los contingentes y que esas “cabezas” son las responsables de ejecutar movimientos que han desembocado en actos violentos, como los sucedidos el domingo pasado al intentar entrar a los Estados Unidos.

En segundo término, es evidente que la tensión que está dándose en esa parte de nuestra frontera con la Unión Americana es un asunto prioritario de los dos gobiernos de los países que colindan y deben establecer una estrategia conjunta, puesto que han sido involucrados en esa problemática por ciudadanos de otros países que están transitando por el territorio de ambos, y que pueden provocar un conflicto grave entre los mismos, ya sea por excesos o por confusión; máxime si en esos eventos se perjudica a sus ciudadanos, sin que tengan que ver con los intereses de las caravanas. Es muy grave que se estén arrojando gases lacrimógenos y balas de goma de forma indiscriminada en zonas abiertas al paso de vehículos y áreas habitadas, así como perjudicando a terceros ajenos al conflicto; también lo es que no haya un cronograma de acciones encaminadas a solventar la situación; es decir, que si los norteamericanos buscan regularizar las peticiones de asilo de estos inmigrantes, deben agilizar y modificar sus procesos de admisión y selección para que se resuelvan las peticiones de forma rápida y expedita, y no que se tarden más de seis meses en tomar una decisión, puesto que al estar apostadas por meses miles de personas en esas zonas fronterizas, se está forjando una bomba de tiempo que en cualquier momento puede desencadenar en una tragedia. De la misma forma, del lado mexicano se debe de fijar un tiempo específico de estadía, y si no hay un elemento que compruebe que se están haciendo trámites migratorios, aplicar la ley de la materia.

En tercer término, tenemos que apuntar que se debe de incorporar a organizaciones de la sociedad civil y grupos de ayuda para que intervengan en la vida interna de las caravanas que ya deben disolverse, puesto que ya llegaron a su destino, con el objeto de proporcionar el apoyo necesario para la ayuda humanitaria, en coordinación con organizaciones internacionales, así como desactivar a los líderes perniciosos y a quienes están detrás de ellos, que están usando como carne de cañón a esas personas, que por desesperación, exponen su vida y la de su familia, ya que al estar en nuestro territorio, deben acatar las leyes, disposiciones y protocolos de seguridad y sanidad que rigen a nuestro país, independientemente de su organización interna, la cual no tiene una legitimidad legal y pone en riesgo con decisiones violentas e irresponsables a cientos de personas. Es evidente que este problema irá aumentando de nivel y puede llegar a una tragedia; por lo que no debemos ser omisos ante esa situación tan lamentable que produce sentimientos encontrados, provocando un estado de desazón en los mexicanos, amén de los problemas de seguridad que se están dando.

La frontera norte de nuestro país está que arde y es necesario que en estas fechas de estrechar lazos y renovar votos de convivencia, tendamos puentes de concordia entre las partes, que nos demos cuenta de que ninguna de las personas que están participando en esa crisis lo hace para dañar a las otras, que la vida los ha empujado a este momento, tanto a los migrantes, a los policías, a los soldados, a las autoridades y a los residentes. Esperamos que no se realicen actos que dejen heridas profundas e irreparables, ya que no es el odio ni la confrontación lo que resolverá el problema, sino el diálogo y la inteligencia. El problema es grave y está creciendo, pero estamos a tiempo de resolverlo; hay que hacerlo recordando que la vida de las personas está primero y que en estos momentos ya todos son corresponsables de lo que suceda ¿No creen, estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx


Uno de los elementos fundamentales para que se conforme una nación es delimitar sus fronteras; de esa manera se empalman los países conformando un mosaico multicultural que integra la comunidad mundial. El paso de personas, bienes y servicios es intenso, máxime en estos tiempos en que el comercio internacional es un motor poderoso de desarrollo de las regiones; sin embargo, hay factores que empujan al reacomodo de las poblaciones, y con el fenómeno de la migración encontramos una dinámica que va encaminada a reordenar las condiciones de interacción entre distintas sociedades; por lo que el choque que provoca la inercia entre quienes están y quiénes llegan, es más por prejuicios y miedo, que por razón.

En días recientes se dio un fuerte enfrentamiento entre la policía fronteriza de los Estados Unidos y miembros de las caravanas de migrantes que se postraron desde hace días en ciudades como Tijuana y Mexicali, lo cual se originó porque cientos de los segundos intentaron dar “portazo” en los controles migratorios del país del norte, como en su momento lo hicieron en México, y el plan no funcionó, situación que nos permite generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que es muy delicado lo que está sucediendo en las ciudades en donde se encuentran hacinadas miles de personas en condiciones precarias, no solo porque no cuentan con los elementos necesarios de subsistencia, sino porque aparentemente no hay una estrategia integral para manejar el problema, lo cual es de extrañar, porque para estos momentos ya se debería de tener detectados a los líderes de esos movimientos y haber establecido el diálogo necesario para fijar pautas del mínimo orden de estadía en nuestro país de los cientos de extranjeros que ahora se han posesionado de ciudades como Tijuana. Lo anterior lo comento porque es claro que en las acciones que toman los grupos de inmigrantes hay personas que están “moviendo” a la gente, incluso usan altavoces y arengan a la masa a realizar tal o cual actividad, síntoma de que sí hay un hilo conductor de los contingentes y que esas “cabezas” son las responsables de ejecutar movimientos que han desembocado en actos violentos, como los sucedidos el domingo pasado al intentar entrar a los Estados Unidos.

En segundo término, es evidente que la tensión que está dándose en esa parte de nuestra frontera con la Unión Americana es un asunto prioritario de los dos gobiernos de los países que colindan y deben establecer una estrategia conjunta, puesto que han sido involucrados en esa problemática por ciudadanos de otros países que están transitando por el territorio de ambos, y que pueden provocar un conflicto grave entre los mismos, ya sea por excesos o por confusión; máxime si en esos eventos se perjudica a sus ciudadanos, sin que tengan que ver con los intereses de las caravanas. Es muy grave que se estén arrojando gases lacrimógenos y balas de goma de forma indiscriminada en zonas abiertas al paso de vehículos y áreas habitadas, así como perjudicando a terceros ajenos al conflicto; también lo es que no haya un cronograma de acciones encaminadas a solventar la situación; es decir, que si los norteamericanos buscan regularizar las peticiones de asilo de estos inmigrantes, deben agilizar y modificar sus procesos de admisión y selección para que se resuelvan las peticiones de forma rápida y expedita, y no que se tarden más de seis meses en tomar una decisión, puesto que al estar apostadas por meses miles de personas en esas zonas fronterizas, se está forjando una bomba de tiempo que en cualquier momento puede desencadenar en una tragedia. De la misma forma, del lado mexicano se debe de fijar un tiempo específico de estadía, y si no hay un elemento que compruebe que se están haciendo trámites migratorios, aplicar la ley de la materia.

En tercer término, tenemos que apuntar que se debe de incorporar a organizaciones de la sociedad civil y grupos de ayuda para que intervengan en la vida interna de las caravanas que ya deben disolverse, puesto que ya llegaron a su destino, con el objeto de proporcionar el apoyo necesario para la ayuda humanitaria, en coordinación con organizaciones internacionales, así como desactivar a los líderes perniciosos y a quienes están detrás de ellos, que están usando como carne de cañón a esas personas, que por desesperación, exponen su vida y la de su familia, ya que al estar en nuestro territorio, deben acatar las leyes, disposiciones y protocolos de seguridad y sanidad que rigen a nuestro país, independientemente de su organización interna, la cual no tiene una legitimidad legal y pone en riesgo con decisiones violentas e irresponsables a cientos de personas. Es evidente que este problema irá aumentando de nivel y puede llegar a una tragedia; por lo que no debemos ser omisos ante esa situación tan lamentable que produce sentimientos encontrados, provocando un estado de desazón en los mexicanos, amén de los problemas de seguridad que se están dando.

La frontera norte de nuestro país está que arde y es necesario que en estas fechas de estrechar lazos y renovar votos de convivencia, tendamos puentes de concordia entre las partes, que nos demos cuenta de que ninguna de las personas que están participando en esa crisis lo hace para dañar a las otras, que la vida los ha empujado a este momento, tanto a los migrantes, a los policías, a los soldados, a las autoridades y a los residentes. Esperamos que no se realicen actos que dejen heridas profundas e irreparables, ya que no es el odio ni la confrontación lo que resolverá el problema, sino el diálogo y la inteligencia. El problema es grave y está creciendo, pero estamos a tiempo de resolverlo; hay que hacerlo recordando que la vida de las personas está primero y que en estos momentos ya todos son corresponsables de lo que suceda ¿No creen, estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx


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