/ lunes 22 de octubre de 2018

Factor migrante

La sociedad que ahora conocemos se creó por la evolución en la conformación de los conglomerados humanos. Las afinidades selectivas y los objetivos comunes unieron a gens, clanes, familias, grupos étnicos y poblaciones, persiguiendo una meta común que siempre se ha mostrado como la esperanza de una vida mejor. La imparable tendencia de romper con el sedentarismo y retomar la vocación nómada para recorrer el mundo también está inserto en el registro histórico de la humanidad, después del paso de decenas de años se dan fenómenos migratorios cíclicos y masivos que modifican la composición de las naciones; de ahí que el inquieto movimiento de la población en el mundo no iniciará ni terminará hoy.

Los recientes acontecimientos que se suscitaron en la frontera sur de nuestro país en donde más de tres mil inmigrantes cruzaron la frontera con México valiéndose de la fuerza, ha causado polémica a lo largo y ancho de nuestro país y en el mundo entero; las imágenes que se han difundido en los medios de comunicación son impactantes y nos apremian a generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que, una cosa es un paso migratorio y otra un intento de ocupación del territorio nacional; una cosa es que un puñado de personas crucen un puesto fronterizo de forma legal o ilegal en busca de una mejor vida y otra es que se organicen para penetrar de forma violenta y a como dé lugar a un territorio de otra nación. A la vista del Derecho Internacional, el primero de los casos se debe de tratar como un fenómeno de movimientos poblacionales propios de la inmigración, pero, en el segundo de los casos se está violentando el estado de derecho; es decir, cuando un grupo masivo ocupa por la fuerza un territorio que no es suyo, violenta la legislación internacional y vulnera la soberanía de otra nación, y más si se vieron afectados nacionales en sus derechos o integridad física; por lo que se trastocan los dispositivos de la ley vigente en nuestro país y se cometen delitos, vengan de quien vengan.

En el segundo de los casos, habría que decir que si el transitar de un grupo masivo de otro país en territorio nacional de forma amenazante y contumaz y sin apegarse a las leyes del lugar que se está transitando produce otro factor de alteración de la norma internacional, es menester que los países de donde provienen sean directamente responsables de los actos de sus connacionales, ya que no es posible que se deje al garete a miles de personas violentando las leyes sin que haya una afectación a las normas del Derecho Internacional y sin que haya una corresponsabilidad, máxime si el grueso de estos contingentes no han solicitado asilo al país por el cual están transitando, lo que nos dice que hay una organización y un objetivo ulterior, es decir, que existe una logística, un plan y una meta trazada, independientemente de los intereses migratorios de muchas de las personas que han sido convocados a este movimiento, que a todas luces no sólo tiene que ver con buscar una mejor vida para personas afectadas por la violencia y la pobreza de sus países de origen, sino que cuenta con una carga política y una intencionalidad social.

En tercer término, habría que decir qué se debe de dar toda la ayuda humanitaria a los migrantes que en realidad buscan liberarse de la violencia y de las garras de la pobreza y la sinrazón, pero el estado mexicano tampoco debe de pecar de ingenuo y es necesario que investigue a fondo cuál fue el origen de este episodio inédito en la frontera sur de nuestro país con el objeto de realmente ayudar a los más necesitados, pero también saber si existe un trasfondo espurio por medio del cual se está utilizando a cientos de niños, mujeres y adultos mayores en busca de otros objetivos, y si los líderes que están detrás de esta movilización son verdaderamente legítimos.

México siempre ha recibido con los brazos abiertos a todos sus hermanos y la aportación de sus culturas a nuestra nación es bienvenida; por lo que hay cientos de personas de otras nacionalidades en nuestro territorio que han tenido oportunidades y muchos han forjado fortunas. El apoyo a las personas en desgracia no puede regatearse, tampoco la solidaridad con los más necesitados, de la misma forma se debe de encontrar la manera de resolver el problema en su origen y crear polos de desarrollo que permitan frenar estos fenómenos.

El asunto es muy complejo y debemos tratar de ayudar a nuestros connacionales en Estados Unidos, a los nacionales que también sufren pobreza y segregación aquí en nuestra tierra y a quienes en su desesperación arriesgan el todo por el todo por encontrar otro destino fuera de su patria.

Nuestra sociedad no debe polarizarse por este tipo de situaciones que ya de por sí son desafortunadas, ni confrontar a los mexicanos, porque con ello nos debilitamos y caemos en el juego de los poderosos que están jugando sus cartas y de sus resultados el pueblo nunca recibe beneficios; de por sí el problema es muy caliente como para que intensifiquemos un ambiente de tensión que puede llevar a actos de violencia y descontrol, no sólo por los extranjeros, sino por los propios nacionales; de ahí que la autoridad debe ser muy responsable con sus dichos y sus hechos para que este asunto no se descarrile y llegue a buen fin.

El fenómeno experimentado el pasado viernes es un foco rojo para Norteamérica, que con ello debe ver que el motor más poderoso para mover masas es la pobreza, y si no se aplican en resolver el problema, en pocos años estos fenómenos se incrementarán y podrían diluir fronteras o propiciar guerras fratricidas en busca de un mundo mejor, que así, nunca llegará ¿No creen, estimados lectores?


reacolaborador@yahoo.com.mx

La sociedad que ahora conocemos se creó por la evolución en la conformación de los conglomerados humanos. Las afinidades selectivas y los objetivos comunes unieron a gens, clanes, familias, grupos étnicos y poblaciones, persiguiendo una meta común que siempre se ha mostrado como la esperanza de una vida mejor. La imparable tendencia de romper con el sedentarismo y retomar la vocación nómada para recorrer el mundo también está inserto en el registro histórico de la humanidad, después del paso de decenas de años se dan fenómenos migratorios cíclicos y masivos que modifican la composición de las naciones; de ahí que el inquieto movimiento de la población en el mundo no iniciará ni terminará hoy.

Los recientes acontecimientos que se suscitaron en la frontera sur de nuestro país en donde más de tres mil inmigrantes cruzaron la frontera con México valiéndose de la fuerza, ha causado polémica a lo largo y ancho de nuestro país y en el mundo entero; las imágenes que se han difundido en los medios de comunicación son impactantes y nos apremian a generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que, una cosa es un paso migratorio y otra un intento de ocupación del territorio nacional; una cosa es que un puñado de personas crucen un puesto fronterizo de forma legal o ilegal en busca de una mejor vida y otra es que se organicen para penetrar de forma violenta y a como dé lugar a un territorio de otra nación. A la vista del Derecho Internacional, el primero de los casos se debe de tratar como un fenómeno de movimientos poblacionales propios de la inmigración, pero, en el segundo de los casos se está violentando el estado de derecho; es decir, cuando un grupo masivo ocupa por la fuerza un territorio que no es suyo, violenta la legislación internacional y vulnera la soberanía de otra nación, y más si se vieron afectados nacionales en sus derechos o integridad física; por lo que se trastocan los dispositivos de la ley vigente en nuestro país y se cometen delitos, vengan de quien vengan.

En el segundo de los casos, habría que decir que si el transitar de un grupo masivo de otro país en territorio nacional de forma amenazante y contumaz y sin apegarse a las leyes del lugar que se está transitando produce otro factor de alteración de la norma internacional, es menester que los países de donde provienen sean directamente responsables de los actos de sus connacionales, ya que no es posible que se deje al garete a miles de personas violentando las leyes sin que haya una afectación a las normas del Derecho Internacional y sin que haya una corresponsabilidad, máxime si el grueso de estos contingentes no han solicitado asilo al país por el cual están transitando, lo que nos dice que hay una organización y un objetivo ulterior, es decir, que existe una logística, un plan y una meta trazada, independientemente de los intereses migratorios de muchas de las personas que han sido convocados a este movimiento, que a todas luces no sólo tiene que ver con buscar una mejor vida para personas afectadas por la violencia y la pobreza de sus países de origen, sino que cuenta con una carga política y una intencionalidad social.

En tercer término, habría que decir qué se debe de dar toda la ayuda humanitaria a los migrantes que en realidad buscan liberarse de la violencia y de las garras de la pobreza y la sinrazón, pero el estado mexicano tampoco debe de pecar de ingenuo y es necesario que investigue a fondo cuál fue el origen de este episodio inédito en la frontera sur de nuestro país con el objeto de realmente ayudar a los más necesitados, pero también saber si existe un trasfondo espurio por medio del cual se está utilizando a cientos de niños, mujeres y adultos mayores en busca de otros objetivos, y si los líderes que están detrás de esta movilización son verdaderamente legítimos.

México siempre ha recibido con los brazos abiertos a todos sus hermanos y la aportación de sus culturas a nuestra nación es bienvenida; por lo que hay cientos de personas de otras nacionalidades en nuestro territorio que han tenido oportunidades y muchos han forjado fortunas. El apoyo a las personas en desgracia no puede regatearse, tampoco la solidaridad con los más necesitados, de la misma forma se debe de encontrar la manera de resolver el problema en su origen y crear polos de desarrollo que permitan frenar estos fenómenos.

El asunto es muy complejo y debemos tratar de ayudar a nuestros connacionales en Estados Unidos, a los nacionales que también sufren pobreza y segregación aquí en nuestra tierra y a quienes en su desesperación arriesgan el todo por el todo por encontrar otro destino fuera de su patria.

Nuestra sociedad no debe polarizarse por este tipo de situaciones que ya de por sí son desafortunadas, ni confrontar a los mexicanos, porque con ello nos debilitamos y caemos en el juego de los poderosos que están jugando sus cartas y de sus resultados el pueblo nunca recibe beneficios; de por sí el problema es muy caliente como para que intensifiquemos un ambiente de tensión que puede llevar a actos de violencia y descontrol, no sólo por los extranjeros, sino por los propios nacionales; de ahí que la autoridad debe ser muy responsable con sus dichos y sus hechos para que este asunto no se descarrile y llegue a buen fin.

El fenómeno experimentado el pasado viernes es un foco rojo para Norteamérica, que con ello debe ver que el motor más poderoso para mover masas es la pobreza, y si no se aplican en resolver el problema, en pocos años estos fenómenos se incrementarán y podrían diluir fronteras o propiciar guerras fratricidas en busca de un mundo mejor, que así, nunca llegará ¿No creen, estimados lectores?


reacolaborador@yahoo.com.mx

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