/ lunes 15 de octubre de 2018

El poder de los contrapesos

Charles Louis Secondat, filósofo y jurista francés que trabajó de forma desmedida para dar un orden a la administración pública, fue uno de los ilustrados más reconocidos por haber producido modelos políticos en donde los contrapesos son fundamentales para que haya un adecuado transitar del poder en sociedades que se precien de ser democráticas, se le conoce de forma popular como Montesquieu.

Ante la inminente toma de posesión del próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y los acontecimientos vertiginosos que se han producido en nuestro país después del primero de julio, se ha despertado un nuevo ambiente para entender la política y de esa manera se suscitan situaciones que fijan la atención del ciudadano; por lo que podríamos generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que el estado nacional necesita del gobierno para poder materializar su existencia ante la ciudadanía, la capacidad de hacer leyes y hacerlas cumplir mediante la coercitividad de las mismas es una facultad del ejecutivo que lo lleva a dotar de orden a una sociedad basados en las normas que emergen de la Constitución, la ley marco que rige la conducta de los ciudadanos en sociedad; sin embargo, cada país cuenta con elementos que hacen muy particulares sus experiencias de convivencia, coexistencia y desarrollo, de ahí que la idiosincrasia, la cultura, la esencia popular y las costumbres plasman en las normas un elemento distintivo particular que se puede rastrear a través de la historia. En México hemos tenido una evolución singular para llegar a la vida democrática; la coexistencia entre fuerzas disímbolas ha sido difícil, quizá porque la dominante busca avasallar a la coexistente. Siempre se ha dado el fenómeno de la búsqueda del tributo de guerra, la anexión ideológica o la depredación política, posiblemente por ello ha sido tan difícil confeccionar un modelo exitoso. Este fenómeno se visualiza más cuando nos remitimos a la historia de la vida política entre los poderes de la nación, en donde el Ejecutivo siempre ha sido principal y el Legislativo y el Judicial comparsas del primero; por ello, ante la carencia de delimitaciones específicas del alcance de los poderes se trasfirió la capacidad de maniobra política a los ciudadanos que se organizaron en partidos políticos, principalmente en uno que fue hegemónico por décadas.

En segundo término, habría que decir que cuando existió esa hegemonía las luchas de poder al interior del partido dominante eran feroces, los sectores peleaban palmo a palmo cada posición con la máxima de que la ropa sucia se lava en casa, por lo que la sociedad civil no conocía de esos enfrentamientos. Para poder dotar de fuerza a la oposición fue necesaria una reforma en donde se incorporaron a las cámaras diputados plurinominales y se reformó el esquema territorial y electoral. Quien construyó ese andamiaje político para buscar un contrapeso externo fue el intelectual Jesús Reyes Heroles, y con ello se incorporó a la disidencia y se escuchó la voz de las minorías; sin embargo, el equilibrio era más adentro que afuera del partido en el poder, la fuerza de los contrapesos externos se dio con la participación de las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones intermedias que fueron nutridas por empresarios, comerciantes, sindicatos y universidades, cristalizando el primer gran fenómeno en busca de la democratización con el movimiento del 68, y después, con la alternancia, en donde se encontró una nueva forma de crear contrapesos reales a la fuerza desmedida del ejecutivo y de los órganos partidistas dominantes.

En tercer término, habría que decir que con la llegada al poder de un movimiento que está más allá del corporativismo , nos encontramos que se debe de fabricar un nuevo modelo en donde los contrapesos se multipliquen, no solo en la vida del partido oficial, sino también de la sociedad civil hacia el gobierno, en donde haya una comunicación fluida entre el Ejecutivo y los Poderes de la Unión, pero también con las fuerzas vivas, sin que medie el aparato de los partidos o la nomenclatura del grupo dominante; en donde se pueda integrar y escuchar a todos para dar el siguiente paso. De ahí que los reacomodos vertiginosos que hemos visto recientemente dentro de las cámaras, instituciones y grupos de poder son propios de la creación de un nuevo modelo en donde se están gestando contrapesos reales. Lo negativo de este momento es que genera incertidumbre, pero, lo positivo es que se está dando antes de la toma de posesión, y eso puede dar un panorama claro para el próximo abanderado de la república para que visualice con detenimiento qué ajustes son necesarios en la maquinaria del nuevo sistema político nacional para que el gobierno responda a las expectativas de la ciudadanía.

Estamos ante una gran oportunidad histórica de construir un nuevo modelo político en donde exista la inclusión, la coexistencia política y alternancia, pero, principalmente, el respeto del poderoso frente a la sociedad civil. En estos momentos los reacomodos son más fuertes adentro que afuera, la lucha por ocupar posiciones y encontrar espacios proviene de quienes ganaron, la confección de contrapesos se está dando adentro del grupo hegemónico más cercano ; es necesario encausar y ordenar, pero, sobre todo, fijar objetivos generales y en beneficio de la población para que, al arrancar la nueva administración, funcione plenamente y en orden el aparato de gobierno que debe llevar a buen puerto a México ¿No creen, estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx

Charles Louis Secondat, filósofo y jurista francés que trabajó de forma desmedida para dar un orden a la administración pública, fue uno de los ilustrados más reconocidos por haber producido modelos políticos en donde los contrapesos son fundamentales para que haya un adecuado transitar del poder en sociedades que se precien de ser democráticas, se le conoce de forma popular como Montesquieu.

Ante la inminente toma de posesión del próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y los acontecimientos vertiginosos que se han producido en nuestro país después del primero de julio, se ha despertado un nuevo ambiente para entender la política y de esa manera se suscitan situaciones que fijan la atención del ciudadano; por lo que podríamos generar tres puntos de vista:

En primer término, habría que decir que el estado nacional necesita del gobierno para poder materializar su existencia ante la ciudadanía, la capacidad de hacer leyes y hacerlas cumplir mediante la coercitividad de las mismas es una facultad del ejecutivo que lo lleva a dotar de orden a una sociedad basados en las normas que emergen de la Constitución, la ley marco que rige la conducta de los ciudadanos en sociedad; sin embargo, cada país cuenta con elementos que hacen muy particulares sus experiencias de convivencia, coexistencia y desarrollo, de ahí que la idiosincrasia, la cultura, la esencia popular y las costumbres plasman en las normas un elemento distintivo particular que se puede rastrear a través de la historia. En México hemos tenido una evolución singular para llegar a la vida democrática; la coexistencia entre fuerzas disímbolas ha sido difícil, quizá porque la dominante busca avasallar a la coexistente. Siempre se ha dado el fenómeno de la búsqueda del tributo de guerra, la anexión ideológica o la depredación política, posiblemente por ello ha sido tan difícil confeccionar un modelo exitoso. Este fenómeno se visualiza más cuando nos remitimos a la historia de la vida política entre los poderes de la nación, en donde el Ejecutivo siempre ha sido principal y el Legislativo y el Judicial comparsas del primero; por ello, ante la carencia de delimitaciones específicas del alcance de los poderes se trasfirió la capacidad de maniobra política a los ciudadanos que se organizaron en partidos políticos, principalmente en uno que fue hegemónico por décadas.

En segundo término, habría que decir que cuando existió esa hegemonía las luchas de poder al interior del partido dominante eran feroces, los sectores peleaban palmo a palmo cada posición con la máxima de que la ropa sucia se lava en casa, por lo que la sociedad civil no conocía de esos enfrentamientos. Para poder dotar de fuerza a la oposición fue necesaria una reforma en donde se incorporaron a las cámaras diputados plurinominales y se reformó el esquema territorial y electoral. Quien construyó ese andamiaje político para buscar un contrapeso externo fue el intelectual Jesús Reyes Heroles, y con ello se incorporó a la disidencia y se escuchó la voz de las minorías; sin embargo, el equilibrio era más adentro que afuera del partido en el poder, la fuerza de los contrapesos externos se dio con la participación de las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones intermedias que fueron nutridas por empresarios, comerciantes, sindicatos y universidades, cristalizando el primer gran fenómeno en busca de la democratización con el movimiento del 68, y después, con la alternancia, en donde se encontró una nueva forma de crear contrapesos reales a la fuerza desmedida del ejecutivo y de los órganos partidistas dominantes.

En tercer término, habría que decir que con la llegada al poder de un movimiento que está más allá del corporativismo , nos encontramos que se debe de fabricar un nuevo modelo en donde los contrapesos se multipliquen, no solo en la vida del partido oficial, sino también de la sociedad civil hacia el gobierno, en donde haya una comunicación fluida entre el Ejecutivo y los Poderes de la Unión, pero también con las fuerzas vivas, sin que medie el aparato de los partidos o la nomenclatura del grupo dominante; en donde se pueda integrar y escuchar a todos para dar el siguiente paso. De ahí que los reacomodos vertiginosos que hemos visto recientemente dentro de las cámaras, instituciones y grupos de poder son propios de la creación de un nuevo modelo en donde se están gestando contrapesos reales. Lo negativo de este momento es que genera incertidumbre, pero, lo positivo es que se está dando antes de la toma de posesión, y eso puede dar un panorama claro para el próximo abanderado de la república para que visualice con detenimiento qué ajustes son necesarios en la maquinaria del nuevo sistema político nacional para que el gobierno responda a las expectativas de la ciudadanía.

Estamos ante una gran oportunidad histórica de construir un nuevo modelo político en donde exista la inclusión, la coexistencia política y alternancia, pero, principalmente, el respeto del poderoso frente a la sociedad civil. En estos momentos los reacomodos son más fuertes adentro que afuera, la lucha por ocupar posiciones y encontrar espacios proviene de quienes ganaron, la confección de contrapesos se está dando adentro del grupo hegemónico más cercano ; es necesario encausar y ordenar, pero, sobre todo, fijar objetivos generales y en beneficio de la población para que, al arrancar la nueva administración, funcione plenamente y en orden el aparato de gobierno que debe llevar a buen puerto a México ¿No creen, estimados lectores?

reacolaborador@yahoo.com.mx

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