/ jueves 14 de mayo de 2020

Valores cívicos: agenda pendiente

La crisis política que vivimos en México también se explica desde el punto de vista dela impunidad, de la pérdida de valores cívicos, de la desconfianza, de la falta de credibilidad de nuestros gobernantes, de los políticos y de los poderosos. Salir de la crisis es responsabilidad de todos: de los culpables de haber traicionado nuestra confianza y de las víctimas de sus engaños. Octavio Paz definió a nuestro pueblo como una sociedad iconoclasta, que sigue y aclama —o en su caso, reclama— a personajes que le representan ejemplos modelo a seguir, casos de éxito, motivación aspiracional, envidia, orgullo o influencia. Personajes del mundo político son de los principales seguidos y vigilados por la gente, que busca en quién interesarse, sobre quién leer, sobre de quién estar atento e incluso, en quién creer, en quien confiar y a quien respetar.

Pero los políticos han ido perdiendo constantemente su credibilidad, confianza y respeto. Hoy sus actos, declaraciones y acciones son más transparentes, conocidos y difundidos. La probabilidad de ocultar los abusos, los excesos, las fechorías y las desvergüenzas se ha vuelto escasa. Las redes sociales y los medios de comunicación permiten tener información, opinar, comentar y compartir su desempeño y actos a fin de que cualquiera pueda ser conocido, calificado y comentado.

Es muy claro que la opinión pública está siendo influida por las redes sociales y que los contenidos más vistos, comentados y compartidos no son los técnicos, académicos o formales, sino los que tienen que ver con entretenimiento, recreación, humor, críticas y denuncias, porque «la mala noticia, siempre es noticia» se ha potencializado y aderezado en redes sociales por la proclividad a juzgar sumariamente y atizar con una carga negativa, de rechazo, oposición y descalificación casi automática a los políticos y sus actividades, produciéndose tendencias contagiosas entre millones de usuarios con efectos y consecuencias poco racionales, condenatorias y descalificatorias de personas se emiten por quienes se autoerigen como creadores de héroes y villanos.

México requiere impulsar la formación en valores. Inculcar el amor a la patria, el civismo, el respeto, la no violencia, la no discriminación, la honestidad, el hacer lo correcto siempre y aunque nadie te vea, la amistad, la ayuda, la cooperación, la participación en el mejoramiento comunitario, el apoyo a los más necesitados, la solidaridad con quienes sufren condiciones de vida precarias y requieren asistencia social y apoyo colectivo. No podemos deshumanizarnos y ser espectadores de cómo nuestra sociedad se va volviendo huraña, antisocial, negativa, propensa al escarnio con fines de entretenimiento, que ataca en manada para destruir y rechaza a priori la tarea de los políticos, pues entre ellos hay gente de todo tipo.

Es necesario reconstruir la esperanza y comprender que la política es una herramienta de construcción de cambio, de progreso y de transformación social, no sólo de gobierno, represión e imposición. Entre los políticos de todos los colores y grupos políticos, se encuentra gente con formación, con ideales, con alteza de miras, con visión de futuro, con deseos de aportar, trabajar y hacer bien las cosas. La meta es castigar a los malos y respetar a los buenos. El cambio social y la renovación de los valores positivos nos harán crecer como personas, como familia, como comunidad y como mexicanos, depende de todos, aportando cada quien desde su espacio, cada quien, empezando por uno mismo.

www.inteligenciapolitica.org

@carlosanguianoz en Twitter

La crisis política que vivimos en México también se explica desde el punto de vista dela impunidad, de la pérdida de valores cívicos, de la desconfianza, de la falta de credibilidad de nuestros gobernantes, de los políticos y de los poderosos. Salir de la crisis es responsabilidad de todos: de los culpables de haber traicionado nuestra confianza y de las víctimas de sus engaños. Octavio Paz definió a nuestro pueblo como una sociedad iconoclasta, que sigue y aclama —o en su caso, reclama— a personajes que le representan ejemplos modelo a seguir, casos de éxito, motivación aspiracional, envidia, orgullo o influencia. Personajes del mundo político son de los principales seguidos y vigilados por la gente, que busca en quién interesarse, sobre quién leer, sobre de quién estar atento e incluso, en quién creer, en quien confiar y a quien respetar.

Pero los políticos han ido perdiendo constantemente su credibilidad, confianza y respeto. Hoy sus actos, declaraciones y acciones son más transparentes, conocidos y difundidos. La probabilidad de ocultar los abusos, los excesos, las fechorías y las desvergüenzas se ha vuelto escasa. Las redes sociales y los medios de comunicación permiten tener información, opinar, comentar y compartir su desempeño y actos a fin de que cualquiera pueda ser conocido, calificado y comentado.

Es muy claro que la opinión pública está siendo influida por las redes sociales y que los contenidos más vistos, comentados y compartidos no son los técnicos, académicos o formales, sino los que tienen que ver con entretenimiento, recreación, humor, críticas y denuncias, porque «la mala noticia, siempre es noticia» se ha potencializado y aderezado en redes sociales por la proclividad a juzgar sumariamente y atizar con una carga negativa, de rechazo, oposición y descalificación casi automática a los políticos y sus actividades, produciéndose tendencias contagiosas entre millones de usuarios con efectos y consecuencias poco racionales, condenatorias y descalificatorias de personas se emiten por quienes se autoerigen como creadores de héroes y villanos.

México requiere impulsar la formación en valores. Inculcar el amor a la patria, el civismo, el respeto, la no violencia, la no discriminación, la honestidad, el hacer lo correcto siempre y aunque nadie te vea, la amistad, la ayuda, la cooperación, la participación en el mejoramiento comunitario, el apoyo a los más necesitados, la solidaridad con quienes sufren condiciones de vida precarias y requieren asistencia social y apoyo colectivo. No podemos deshumanizarnos y ser espectadores de cómo nuestra sociedad se va volviendo huraña, antisocial, negativa, propensa al escarnio con fines de entretenimiento, que ataca en manada para destruir y rechaza a priori la tarea de los políticos, pues entre ellos hay gente de todo tipo.

Es necesario reconstruir la esperanza y comprender que la política es una herramienta de construcción de cambio, de progreso y de transformación social, no sólo de gobierno, represión e imposición. Entre los políticos de todos los colores y grupos políticos, se encuentra gente con formación, con ideales, con alteza de miras, con visión de futuro, con deseos de aportar, trabajar y hacer bien las cosas. La meta es castigar a los malos y respetar a los buenos. El cambio social y la renovación de los valores positivos nos harán crecer como personas, como familia, como comunidad y como mexicanos, depende de todos, aportando cada quien desde su espacio, cada quien, empezando por uno mismo.

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