/ sábado 23 de junio de 2018

Trump, inhumano y cruel / campañas concluyen

Por si algo faltara en la larga lista de absurdos y abusos que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha cometido aún antes de su arribo a la Casa Blanca, hoy, en la aplicación de su programa “Tolerancia Cero” ante los migrantes, se ha lanzado contra los niños y adolescentes que llevados por sus padres han ingresado a territorio norteamericano, separándolos y encerrándolos en jaulas ubicadas en estaciones migratorias fronterizas con México.

Entre llantos desgarradores de los pequeños y gritos de sus progenitores, las autoridades han llevado a cabo dicha ruin tarea, causando la indignación del mundo entero, desde el Papa Francisco, o gobernantes y dirigentes sociales en la propia Unión Americana y hasta en las filas del Partido Republicano al que el tal Donald pertenece. En México, tanto gobierno como ciudadanos hemos igualmente expresado con total firmeza nuestro rechazo a semejantes acciones e instado al resto de las naciones a oficializar su postura en contra de ellas.

Por su parte, los medios masivos de comunicación y las redes sociales han sido espacio para manifestar los innumerables gestos de protesta de prácticamente todos los rincones de la Tierra, que no han cesado de comparar al rubio y desubicado gobernante con Adolfo Hitler, así como para exigir que paren esos actos de barbarie, violatorios de los más elementales sentimientos humanitarios y del orden jurídico internacional que protege con énfasis los derechos universales del niño.

Luego de tan vigorosa y unánime presión, finalmente Trump firmó una orden ejecutiva que suspende esa medida temporalmente, pero culpando de ella al Partido Demócrata bajo el falaz argumento de que tal disposición antiinmigrantes data de hace 60 años y fue promovida precisamente por sus adversarios.

Pero, ¿qué le pasa a este tipo? Quien se cree que es para disponer así de esos seres humanos a los que él aborrece por el sólo hecho de provenir de México y de países centroamericanos? O por ser de piel morena o de pobreza infinita? Que puede plantarse en cualquier parte del mundo a ofender, a amenazar, a chantajear a todos aquellos que no van con sus actitudes y decisiones? A poner en riesgo la estabilidad del mundo entero simplemente por seguir sus ocurrencias, caprichos y obsesiones?

Es tiempo ya de que se le ponga un alto tanto internacionalmente como hacia el interior del gobierno norteamericano, para con las leyes en la mano se lleve a cabo su destitución, pues visto está que carece de la capacidad y de los valores para encauzar y conducir a su pueblo hacia la superación, por medio de tolerancia, entendimiento y respeto. De lo contrario, más pronto que tarde se arrepentirán de no haberlo parado a tiempo.

Y el otro tema, el proceso electoral en México, dado que concluirá la semana próxima, al fin, he de desear desde ahora que cada ciudadano vote con la razón y no con el hígado; que lo haga pensando en que México exige un presidente y un congreso y gobernadores y alcaldes a la altura de los tiempos que vivimos y de los sueños e ideales que queremos alcanzar; es urgente reflexionar cuidadosamente en los días previos a la ya inminente elección, consciente este servidor de que, por lo visto, muy pocos se encuentran realmente en esa tesitura. La política se ha degradado, y en general la nación, a extremos no sólo vergonzosos, sino peligrosos. El sistema político, dominado por una partidocracia convenenciera y oportunista, es lo que dio, no más. Y con eso, con lo que hay, debemos intentar salir adelante. Luego, trabajar para transformar modelo y reglas, pues es evidente que así no.



Por si algo faltara en la larga lista de absurdos y abusos que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha cometido aún antes de su arribo a la Casa Blanca, hoy, en la aplicación de su programa “Tolerancia Cero” ante los migrantes, se ha lanzado contra los niños y adolescentes que llevados por sus padres han ingresado a territorio norteamericano, separándolos y encerrándolos en jaulas ubicadas en estaciones migratorias fronterizas con México.

Entre llantos desgarradores de los pequeños y gritos de sus progenitores, las autoridades han llevado a cabo dicha ruin tarea, causando la indignación del mundo entero, desde el Papa Francisco, o gobernantes y dirigentes sociales en la propia Unión Americana y hasta en las filas del Partido Republicano al que el tal Donald pertenece. En México, tanto gobierno como ciudadanos hemos igualmente expresado con total firmeza nuestro rechazo a semejantes acciones e instado al resto de las naciones a oficializar su postura en contra de ellas.

Por su parte, los medios masivos de comunicación y las redes sociales han sido espacio para manifestar los innumerables gestos de protesta de prácticamente todos los rincones de la Tierra, que no han cesado de comparar al rubio y desubicado gobernante con Adolfo Hitler, así como para exigir que paren esos actos de barbarie, violatorios de los más elementales sentimientos humanitarios y del orden jurídico internacional que protege con énfasis los derechos universales del niño.

Luego de tan vigorosa y unánime presión, finalmente Trump firmó una orden ejecutiva que suspende esa medida temporalmente, pero culpando de ella al Partido Demócrata bajo el falaz argumento de que tal disposición antiinmigrantes data de hace 60 años y fue promovida precisamente por sus adversarios.

Pero, ¿qué le pasa a este tipo? Quien se cree que es para disponer así de esos seres humanos a los que él aborrece por el sólo hecho de provenir de México y de países centroamericanos? O por ser de piel morena o de pobreza infinita? Que puede plantarse en cualquier parte del mundo a ofender, a amenazar, a chantajear a todos aquellos que no van con sus actitudes y decisiones? A poner en riesgo la estabilidad del mundo entero simplemente por seguir sus ocurrencias, caprichos y obsesiones?

Es tiempo ya de que se le ponga un alto tanto internacionalmente como hacia el interior del gobierno norteamericano, para con las leyes en la mano se lleve a cabo su destitución, pues visto está que carece de la capacidad y de los valores para encauzar y conducir a su pueblo hacia la superación, por medio de tolerancia, entendimiento y respeto. De lo contrario, más pronto que tarde se arrepentirán de no haberlo parado a tiempo.

Y el otro tema, el proceso electoral en México, dado que concluirá la semana próxima, al fin, he de desear desde ahora que cada ciudadano vote con la razón y no con el hígado; que lo haga pensando en que México exige un presidente y un congreso y gobernadores y alcaldes a la altura de los tiempos que vivimos y de los sueños e ideales que queremos alcanzar; es urgente reflexionar cuidadosamente en los días previos a la ya inminente elección, consciente este servidor de que, por lo visto, muy pocos se encuentran realmente en esa tesitura. La política se ha degradado, y en general la nación, a extremos no sólo vergonzosos, sino peligrosos. El sistema político, dominado por una partidocracia convenenciera y oportunista, es lo que dio, no más. Y con eso, con lo que hay, debemos intentar salir adelante. Luego, trabajar para transformar modelo y reglas, pues es evidente que así no.



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