/ viernes 6 de abril de 2018

Twitazos trumperos

Agustín Hernández González

Fiel a su estilo y personalidad, el magnate presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se lanzó esta semana contra México al través del conocido y generalizado sistema conocido como Twitter, del cual el tal Donald es uno de sus usuarios más prominentes, quizá olvidando o menospreciando el alto cargo que ocupa, para amenazar a nuestro país con cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte si no se controla el flujo migratorio hacia aquel país vecino.

Ante ello, el presidente de la República mexicana insistió en que debe prevalecer el respeto en la relación entre ambas naciones y las secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación respondieron mediante canales oficiales a esos twitazos, que Estados Unidos sabrá si deja entrar o no a cualquier persona a su territorio.

Muchos mexicanos querrían sin duda que la respuesta de nuestro gobierno a esas actitudes y desplantes fuesen en el mismo sentido y forma, agresiva y arrogante, pero es mejor y loable ante ello mantener la cordura y defender nuestra soberanía y principios, sí con firmeza y determinación, pero también con argumentos y conocimiento pleno de la realidad que debemos enfrentar, en una relación en muchos sentidos dispar y llena de tensiones, así como en función de la geopolítica mundial que se está reconformando y que se encuentra en constante movimiento hacia diferentes polos y pistas. Cada país está jugando su juego, no sólo las potencias, y en tal sentido México ocupa por diversos motivos un papel central y estratégico en ese reacomodo, pues si bien nuestro interés primordial en las relaciones internacionales lo representa por obvias razones Estados Unidos, debemos seguir construyendo puentes de entendimiento y de acercamiento con otras naciones, sin importar ya cuán lejos se ubiquen geográficamente, pues hoy la tecnología en la multiplicidad de campos que aborda ha hecho que el planeta se nos achique o acerque; ello sin olvidar, por supuesto, a esos países que por identidad y orígenes culturales y étnicos y por su cercanía geográfica nos merecen especial cariño e interés, el Caribe y América Latina.

Trump ha logrado en un año de gestión en la Casa Blanca que todo el mundo desconfíe aún más de los Estados Unidos, pero sobre todo ha despertado la necesidad de que miremos hacia otro lado en busca de mejores horizontes, así como para crear o construir relaciones más intensas y dinámicas con países y regiones distantes geográficamente pero cercanas en cuanto a las posibilidades de desarrollo mutuo y compartido en un intercambio más equitativo, equilibrado, justo y bienhechor, en el que todos ganemos y no sólo una de las partes, como sucede generalmente ante el Tío Sam, que nunca da paso sin huarache, buscando casi siempre sacar raja desmesuradamente de la situación del otro, lo mismo se trate de México, Canadá, Rusia o Alemania, e incluso de sus socios más fieles y tradicionales, como Inglaterra, Japón o Corea del Sur. El mandatario norteamericano parece creer que la economía de su país y sus relaciones con los demás deben manejarse como si de su empresa se tratara, disponiendo, ordenando, amenazando, chantajeando y haciendo rabietas bloferas, siempre viendo altanera y convenencieramente su beneficio, tratando de imponer sus reglas y condiciones. Fue así que desde sus inicios como empresario, tales actitudes marcaron y han marcado su proceder. Por ello no debe sorprender su talante rijoso e imprudente y hace bien el gobierno de México en mantener una conducta respetuosa pero firme ante esta situación. Es una cuestión de principios, de reglas de derecho y diplomacia internacionales, e incluso de modales y urbanidad que es evidente el rubio millonario no conoce, ni modo.


Morelia, Michoacán a 6 de abril de 2018



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Agustín Hernández González

Fiel a su estilo y personalidad, el magnate presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se lanzó esta semana contra México al través del conocido y generalizado sistema conocido como Twitter, del cual el tal Donald es uno de sus usuarios más prominentes, quizá olvidando o menospreciando el alto cargo que ocupa, para amenazar a nuestro país con cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte si no se controla el flujo migratorio hacia aquel país vecino.

Ante ello, el presidente de la República mexicana insistió en que debe prevalecer el respeto en la relación entre ambas naciones y las secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación respondieron mediante canales oficiales a esos twitazos, que Estados Unidos sabrá si deja entrar o no a cualquier persona a su territorio.

Muchos mexicanos querrían sin duda que la respuesta de nuestro gobierno a esas actitudes y desplantes fuesen en el mismo sentido y forma, agresiva y arrogante, pero es mejor y loable ante ello mantener la cordura y defender nuestra soberanía y principios, sí con firmeza y determinación, pero también con argumentos y conocimiento pleno de la realidad que debemos enfrentar, en una relación en muchos sentidos dispar y llena de tensiones, así como en función de la geopolítica mundial que se está reconformando y que se encuentra en constante movimiento hacia diferentes polos y pistas. Cada país está jugando su juego, no sólo las potencias, y en tal sentido México ocupa por diversos motivos un papel central y estratégico en ese reacomodo, pues si bien nuestro interés primordial en las relaciones internacionales lo representa por obvias razones Estados Unidos, debemos seguir construyendo puentes de entendimiento y de acercamiento con otras naciones, sin importar ya cuán lejos se ubiquen geográficamente, pues hoy la tecnología en la multiplicidad de campos que aborda ha hecho que el planeta se nos achique o acerque; ello sin olvidar, por supuesto, a esos países que por identidad y orígenes culturales y étnicos y por su cercanía geográfica nos merecen especial cariño e interés, el Caribe y América Latina.

Trump ha logrado en un año de gestión en la Casa Blanca que todo el mundo desconfíe aún más de los Estados Unidos, pero sobre todo ha despertado la necesidad de que miremos hacia otro lado en busca de mejores horizontes, así como para crear o construir relaciones más intensas y dinámicas con países y regiones distantes geográficamente pero cercanas en cuanto a las posibilidades de desarrollo mutuo y compartido en un intercambio más equitativo, equilibrado, justo y bienhechor, en el que todos ganemos y no sólo una de las partes, como sucede generalmente ante el Tío Sam, que nunca da paso sin huarache, buscando casi siempre sacar raja desmesuradamente de la situación del otro, lo mismo se trate de México, Canadá, Rusia o Alemania, e incluso de sus socios más fieles y tradicionales, como Inglaterra, Japón o Corea del Sur. El mandatario norteamericano parece creer que la economía de su país y sus relaciones con los demás deben manejarse como si de su empresa se tratara, disponiendo, ordenando, amenazando, chantajeando y haciendo rabietas bloferas, siempre viendo altanera y convenencieramente su beneficio, tratando de imponer sus reglas y condiciones. Fue así que desde sus inicios como empresario, tales actitudes marcaron y han marcado su proceder. Por ello no debe sorprender su talante rijoso e imprudente y hace bien el gobierno de México en mantener una conducta respetuosa pero firme ante esta situación. Es una cuestión de principios, de reglas de derecho y diplomacia internacionales, e incluso de modales y urbanidad que es evidente el rubio millonario no conoce, ni modo.


Morelia, Michoacán a 6 de abril de 2018



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Editorial

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