/ jueves 17 de febrero de 2022

La Guadalajara que yo viví

El lunes, la ciudad cumplió 480 años de fundada, al menos en los últimos 30 años que me ha tocado saber de este evento como periodista, las autoridades le “soplan” las velitas a la Guadalajara al son del mariachi y al sabor de un picón con chocolate. Sin embargo, pocos son los discursos que evocan a esa nostalgia de la ciudad de las rosas y sus lugares que hacían de esta ciudad un ícono. Justo en el noticiero de la radio recordamos y dimos una celebración a esa ciudad que muchos lectores seguramente recordarán y evocarán colores, aromas e incluso sensaciones. Por favor, si se escapa uno, que seguramente será así, les pido me nutran con eso en el twitter: @Ramiro_Escoto.

Comienzo con esa ciudad donde podías libremente salir a la calle a jugar futbol con los vecinos, sentarse a platicar en la banqueta, sin importar la hora; era la ciudad donde se conocían todos, en los parques veías a las personas mayores sentadas platicando por horas mientras las tiendas de abarrotes te vendían cacahuates o dulces en cucuruchos de papel periódico. El parque Chapalita, por cierto tenia juegos mecánicos donde era obligado ir los domingos en familia, después llegaba Diversiones Maravillosas a Plaza Del Sol y de ahí a degustar a zum-zum una zum banana o unas banderillas. Llevar a Lava-Tu el coche y con monedas hacer funcionar la manguera con agua o la aspiradora para tener el auto limpio. Las nieves también tuvieron sus marcas y sus pretextos para la reunión: Danesa 33 y sus cascos de la NFL, la Frágola, sucursal ciudad del Sol, donde “ligabas” entre mesa y mesa por teléfono, obligado punto luego de ir a la pista de hielo del Hyatt; también Helados Bing y sus tradicionales sabores y combinaciones hechas malteadas. Tiendas departamentales muy de la ciudad: Hemuda, Maxi y Fábricas de Francia. Woolworth en el centro entre otras. Mi padre era apoderado de Mueblerías Bertha y del entonces Motomundo, ahí conocí a Luis Manuel Pelayo que regalaba planchas y electrodomésticos a quienes sacaban su crédito, y años más tarde conocí a Tito Mena quien tenía su teatro el Blanquita a un costado de la tienda, el ejercicio periodístico me hizo cubrir la última tanda del cómico que había sido también candidato a presidente municipal de Guadalajara y que murió en el escenario de un paro cardiaco en plena escena.

De aquella ciudad rescato el sabor de los famosos lonches submarinos, las pizzas y las películas mudas de Papa Bambinos, un restaurante sobre Av. López Mateos a 2 cuadras de Manuel Acuña que se llamaba el Viejo Tucsón y en la zona de Chapultepec la hacienda de Jasso. Un lugar donde era clásico el desayuno con políticos era el Arthur´s y su salón de los espejos.

Tortas Ahogadas junto a Sears, Tandas de permanencia voluntaria en los cines del centro, mientras que las matinés estaban en el complejo de los llamados multicinemas y gemelos de organización Ramírez. La fayuca estaba en los tianguis, uno de los más tradicionales era el de ciudad del sol justo enfrente del complejo del padre Cuellar, los viernes por la tarde.

Los camiones verdes y azules, los de primera y los de segunda, la parada la anunciabas con un “Hilo” o cuerda que jalabas y accionaba una campana, el viaje se pagaba con moneditas de centavos; luego evolucionó y algunas rutas fueron las combis, las llamadas decapeseras. teníamos en Av. Vallarta un Autocinema y a un costado una discoteque, Osiris, luego evolucionó a la llamada Ruta Vallarta y conocimos por la televisión los dulces Pica-Rico y los pasteles Somosierra.

Los sábados de cada 15 dias ir a ver al estadio Jalisco a los Leones de la U de G y luego al atlas en cartelera doble, los domingos a las 12 las chivas y luego degustar una birria a las afueras del coloso de la calzada.

Qué me dicen de los tradicionales lonches de Amparito que aún conservan el mismo sabor y clandestinidad frente a la fuente de los Niños “miones” en el centro. Pasar por el edificio de la compañía de teléfonos y escuchar la anécdota de su Movimiento por parte del Ing. Matute Remus. Era la Guadalajara donde la policía era intermunicipal, donde hablábamos de usted o a los conocidos les llamábamos tíos o primos según fuera el caso. Las Droguerías Levi eran las farmacias tradicionales junto a las Guadalajara que se transformaron en súper mercados con el tiempo.

Cuánta Guadalajara hay en esos Discursos que sólo advierten a la Torta Ahogada como insignia, dejando a un lado los tacos de a peso del Corona, los chilaquiles o el pozole, las flautas o las tortas del Santuario, las delicias de Birote de 2 metros de la central entre otras.

Las Fiestas de Octubre el parque Agua Azul y el centro de espectáculos de la Concha Acústica que tuvo en 2 ocasiones a Siempre en Domingo.

Y el Occidental, siempre en la mesa de las casas, junto al Sol de Guadalajara que te regalaban casas mediante el llenado de las famosas planillas que también eran parte de una tradición, siendo esta casa editorial la única que regalaba premios así.

Transitar sobre Lázaro Cárdenas, una especie de “free way” en los 70´s o viajar en avión que obligaba a vestir de una manera formal era parte de ese momento que me tocó vivir en la ciudad que sigue celebrando que alguna vez fue: Provincia.

* Periodista

@ramiro_escoto

El lunes, la ciudad cumplió 480 años de fundada, al menos en los últimos 30 años que me ha tocado saber de este evento como periodista, las autoridades le “soplan” las velitas a la Guadalajara al son del mariachi y al sabor de un picón con chocolate. Sin embargo, pocos son los discursos que evocan a esa nostalgia de la ciudad de las rosas y sus lugares que hacían de esta ciudad un ícono. Justo en el noticiero de la radio recordamos y dimos una celebración a esa ciudad que muchos lectores seguramente recordarán y evocarán colores, aromas e incluso sensaciones. Por favor, si se escapa uno, que seguramente será así, les pido me nutran con eso en el twitter: @Ramiro_Escoto.

Comienzo con esa ciudad donde podías libremente salir a la calle a jugar futbol con los vecinos, sentarse a platicar en la banqueta, sin importar la hora; era la ciudad donde se conocían todos, en los parques veías a las personas mayores sentadas platicando por horas mientras las tiendas de abarrotes te vendían cacahuates o dulces en cucuruchos de papel periódico. El parque Chapalita, por cierto tenia juegos mecánicos donde era obligado ir los domingos en familia, después llegaba Diversiones Maravillosas a Plaza Del Sol y de ahí a degustar a zum-zum una zum banana o unas banderillas. Llevar a Lava-Tu el coche y con monedas hacer funcionar la manguera con agua o la aspiradora para tener el auto limpio. Las nieves también tuvieron sus marcas y sus pretextos para la reunión: Danesa 33 y sus cascos de la NFL, la Frágola, sucursal ciudad del Sol, donde “ligabas” entre mesa y mesa por teléfono, obligado punto luego de ir a la pista de hielo del Hyatt; también Helados Bing y sus tradicionales sabores y combinaciones hechas malteadas. Tiendas departamentales muy de la ciudad: Hemuda, Maxi y Fábricas de Francia. Woolworth en el centro entre otras. Mi padre era apoderado de Mueblerías Bertha y del entonces Motomundo, ahí conocí a Luis Manuel Pelayo que regalaba planchas y electrodomésticos a quienes sacaban su crédito, y años más tarde conocí a Tito Mena quien tenía su teatro el Blanquita a un costado de la tienda, el ejercicio periodístico me hizo cubrir la última tanda del cómico que había sido también candidato a presidente municipal de Guadalajara y que murió en el escenario de un paro cardiaco en plena escena.

De aquella ciudad rescato el sabor de los famosos lonches submarinos, las pizzas y las películas mudas de Papa Bambinos, un restaurante sobre Av. López Mateos a 2 cuadras de Manuel Acuña que se llamaba el Viejo Tucsón y en la zona de Chapultepec la hacienda de Jasso. Un lugar donde era clásico el desayuno con políticos era el Arthur´s y su salón de los espejos.

Tortas Ahogadas junto a Sears, Tandas de permanencia voluntaria en los cines del centro, mientras que las matinés estaban en el complejo de los llamados multicinemas y gemelos de organización Ramírez. La fayuca estaba en los tianguis, uno de los más tradicionales era el de ciudad del sol justo enfrente del complejo del padre Cuellar, los viernes por la tarde.

Los camiones verdes y azules, los de primera y los de segunda, la parada la anunciabas con un “Hilo” o cuerda que jalabas y accionaba una campana, el viaje se pagaba con moneditas de centavos; luego evolucionó y algunas rutas fueron las combis, las llamadas decapeseras. teníamos en Av. Vallarta un Autocinema y a un costado una discoteque, Osiris, luego evolucionó a la llamada Ruta Vallarta y conocimos por la televisión los dulces Pica-Rico y los pasteles Somosierra.

Los sábados de cada 15 dias ir a ver al estadio Jalisco a los Leones de la U de G y luego al atlas en cartelera doble, los domingos a las 12 las chivas y luego degustar una birria a las afueras del coloso de la calzada.

Qué me dicen de los tradicionales lonches de Amparito que aún conservan el mismo sabor y clandestinidad frente a la fuente de los Niños “miones” en el centro. Pasar por el edificio de la compañía de teléfonos y escuchar la anécdota de su Movimiento por parte del Ing. Matute Remus. Era la Guadalajara donde la policía era intermunicipal, donde hablábamos de usted o a los conocidos les llamábamos tíos o primos según fuera el caso. Las Droguerías Levi eran las farmacias tradicionales junto a las Guadalajara que se transformaron en súper mercados con el tiempo.

Cuánta Guadalajara hay en esos Discursos que sólo advierten a la Torta Ahogada como insignia, dejando a un lado los tacos de a peso del Corona, los chilaquiles o el pozole, las flautas o las tortas del Santuario, las delicias de Birote de 2 metros de la central entre otras.

Las Fiestas de Octubre el parque Agua Azul y el centro de espectáculos de la Concha Acústica que tuvo en 2 ocasiones a Siempre en Domingo.

Y el Occidental, siempre en la mesa de las casas, junto al Sol de Guadalajara que te regalaban casas mediante el llenado de las famosas planillas que también eran parte de una tradición, siendo esta casa editorial la única que regalaba premios así.

Transitar sobre Lázaro Cárdenas, una especie de “free way” en los 70´s o viajar en avión que obligaba a vestir de una manera formal era parte de ese momento que me tocó vivir en la ciudad que sigue celebrando que alguna vez fue: Provincia.

* Periodista

@ramiro_escoto