/ viernes 17 de noviembre de 2023

Política y dignidad: Escupir para arriba

Para escribir esta columna primero advertí el significado de ambas palabras utilizadas recientemente en la confrontación entre Pedro Kumamoto y el Gobernador Enrique Alfaro, esto es lo que encontré: Dignidad - Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. Ahora la siguiente: Político- ciudadano que se dedica a los intereses públicos en general y que en las sociedades democráticas participa con su opinión, con su filosofía política, con su voto, con su participación y con sus capacidades en las decisiones que se han de tomar para organizar todo los que afecte a los intereses públicos.

Sin referirme a estos 2 personajes públicos específicamente y mencionarlos como ejemplo de la viralidad provocada en sus discursos, valdría la pena que este tema se lleve justo a cada uno de los que trabajan o dicen hacer política en México; en este tipo de “servicios” el creer que se ofenden unos a otros buscando más popularidad, responde también al dicho sobre: “En política mientras hablen de ti, sea bueno o malo, pero que hablen “ en el caso que nos ocupa, en redes sociales, el fenómeno de esta descalificación ha generado una serie de extensiones en materia de adjetivos calificativos que incluso han alcanzado a otros miembros de sus partidos, al acusarlos en su momento de traidores.

Por naturaleza, el Político advierte que los partidos son sólo vehículos para tener el privilegio de seguir en el poder para servir, sin embargo, la dignidad en el estricto sentido se pierde cuando el discurso cambia a conveniencia, y no sólo hablo de lo que significa una declaración o un video o audio que lo comunique, sino también lo llevo al terreno del texto, cuando en twitter hoy X, o en Facebook se escribían cosas que en su momento tenían peso de oposición y hoy cambian de contexto.

Es justo por eso que estamos inmersos en un ambiente apático y de poca participación en materia electoral, advierten que en todos los sentidos, los partidos y sus militantes son los mismos, no hay cuadros nuevos y cuando existen se difuminan o son invitados al lado de la “supervivencia” convirtiéndolos así en parte de un sistema que in vita al discurso justificado de su decisión, generando la presencia y manteniendo los “ideales” aunque sea con otra camiseta.

Caso concreto las llamadas y llamados juanit(a,o)s que están en la boleta, ganan y son suplantados o usados como marionetas al servicio de quien mece la cuna y ahí también se pierde la dignidad.

Ofender, retar, insultar: ese es el tono de lo que aún no empieza y que será constante en estas campañas, con los mismos de siempre y reviviendo historias del pasado que no conducen para nada en las propuestas que se necesitan para arreglar todo este cochinero; eso significa que no importa lo que pase, el o ella no pasarán, y usarán las nuevas tecnologías: la inteligencia artificial en audios y fotografías, haciendo la división de la ciudadanía, uniéndose al “hate” o el odio al otro y no en lo que advierte el significado delo que es ser una o un político.

Lo que también ya normalizamos es justo eso, el ver nombres que estaban en un partido y ahora están en otro, y los que buscan estar y no estarán, comienzan a tejer fino en otras corrientes para a como dé lugar advertir el lugar que no debe perderse. De pronto me toca ver en ciertos puestos gubernamentales a quienes colocaban calcomanías o repartían banderas en los actos masivos; la recompensa por ese trabajo en “tierra” y luego, al tiempo se convertían en flamantes candidatos en su distrito, no está mal, sino que creo que la carrera política debe dignificarse, no es para todos, es más quizá si hacemos un examen al respecto, nos quedaría una posible sede vacante en el entorno nacional, pero eso significaría que esta columna tiene razón. Hoy a los políticos no les cuesta trabajo poner a disposición de un partido o color su dignidad aunque ello signifique escupir para arriba.

Para escribir esta columna primero advertí el significado de ambas palabras utilizadas recientemente en la confrontación entre Pedro Kumamoto y el Gobernador Enrique Alfaro, esto es lo que encontré: Dignidad - Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. Ahora la siguiente: Político- ciudadano que se dedica a los intereses públicos en general y que en las sociedades democráticas participa con su opinión, con su filosofía política, con su voto, con su participación y con sus capacidades en las decisiones que se han de tomar para organizar todo los que afecte a los intereses públicos.

Sin referirme a estos 2 personajes públicos específicamente y mencionarlos como ejemplo de la viralidad provocada en sus discursos, valdría la pena que este tema se lleve justo a cada uno de los que trabajan o dicen hacer política en México; en este tipo de “servicios” el creer que se ofenden unos a otros buscando más popularidad, responde también al dicho sobre: “En política mientras hablen de ti, sea bueno o malo, pero que hablen “ en el caso que nos ocupa, en redes sociales, el fenómeno de esta descalificación ha generado una serie de extensiones en materia de adjetivos calificativos que incluso han alcanzado a otros miembros de sus partidos, al acusarlos en su momento de traidores.

Por naturaleza, el Político advierte que los partidos son sólo vehículos para tener el privilegio de seguir en el poder para servir, sin embargo, la dignidad en el estricto sentido se pierde cuando el discurso cambia a conveniencia, y no sólo hablo de lo que significa una declaración o un video o audio que lo comunique, sino también lo llevo al terreno del texto, cuando en twitter hoy X, o en Facebook se escribían cosas que en su momento tenían peso de oposición y hoy cambian de contexto.

Es justo por eso que estamos inmersos en un ambiente apático y de poca participación en materia electoral, advierten que en todos los sentidos, los partidos y sus militantes son los mismos, no hay cuadros nuevos y cuando existen se difuminan o son invitados al lado de la “supervivencia” convirtiéndolos así en parte de un sistema que in vita al discurso justificado de su decisión, generando la presencia y manteniendo los “ideales” aunque sea con otra camiseta.

Caso concreto las llamadas y llamados juanit(a,o)s que están en la boleta, ganan y son suplantados o usados como marionetas al servicio de quien mece la cuna y ahí también se pierde la dignidad.

Ofender, retar, insultar: ese es el tono de lo que aún no empieza y que será constante en estas campañas, con los mismos de siempre y reviviendo historias del pasado que no conducen para nada en las propuestas que se necesitan para arreglar todo este cochinero; eso significa que no importa lo que pase, el o ella no pasarán, y usarán las nuevas tecnologías: la inteligencia artificial en audios y fotografías, haciendo la división de la ciudadanía, uniéndose al “hate” o el odio al otro y no en lo que advierte el significado delo que es ser una o un político.

Lo que también ya normalizamos es justo eso, el ver nombres que estaban en un partido y ahora están en otro, y los que buscan estar y no estarán, comienzan a tejer fino en otras corrientes para a como dé lugar advertir el lugar que no debe perderse. De pronto me toca ver en ciertos puestos gubernamentales a quienes colocaban calcomanías o repartían banderas en los actos masivos; la recompensa por ese trabajo en “tierra” y luego, al tiempo se convertían en flamantes candidatos en su distrito, no está mal, sino que creo que la carrera política debe dignificarse, no es para todos, es más quizá si hacemos un examen al respecto, nos quedaría una posible sede vacante en el entorno nacional, pero eso significaría que esta columna tiene razón. Hoy a los políticos no les cuesta trabajo poner a disposición de un partido o color su dignidad aunque ello signifique escupir para arriba.