/ viernes 19 de abril de 2024

Estrategia fallida

A estas alturas de las campañas políticas, en Jalisco las candidatas y los candidatos al Gobierno del estado, así como quienes buscan ser Diputados locales, Federales y senadores, así como alcaldes no terminan de conectar, de convencer, de emocionar al electorado. Las descalificaciones en redes, las denuncias por declaraciones y violencia política han sido la constante en redes sociales, sin aprovecharse para distribuir las propuestas de las que, en teoría tienen que basarse en este tiempo y que deben ser aprovechadas para convencer por el voto.

La constante guerra de encuestas que se reparten como si fueran trofeos de batallas a modo, sólo causan más desinterés y descalificaciones entre la gente que poco a poco termina de declarar que saldrá a votar el 2 de junio por el menos peor, y cayendo en lo más grave: votar por obligación cívica y no por la construcción de un gobierno democrático.

Las excesivas pautas en medios de comunicación: Radio y Televisión que saturan el espectro con mensajes e imágenes por demás demagógicas siguen sin comunicar las propuestas, y ese tiempo más confunde que informa, lo que también se traduce en pulverizar la razón de crear en la decisión final un equilibrio en las fuerzas y con ello la verdadera conformación de la democracia.

Equipos de campaña sumidos en pleitos mediáticos llenos de declaraciones huecas, señalando a unos y a otros por despintar bardas, quitar publicidad del transporte público y lonas en canceles y edificios, como si esa imagen realmente fuera un factor que incite al voto por un personaje en particular.

Las estrategias no han servido para generar conversación sobre lo esencial: el debate ciudadano para al menos creer o no en la viabilidad de un proyecto compartido por un representante que busca la representatividad y el poder; hoy se concentra la opinión pública en la desacreditación de la figura del político poniendo atención en el escándalo o en la “coalca” que se destapa en medio de la competencia de demostrar quién es más corrupto o falso entre lo que dice y hace.

Un instituto electoral y de participación ciudadana que no actúa en el orden que le confiere la ley en sancionar y llamar al orden como el árbitro que es, para encausar las campañas a su objetivo original; debates que no nutren y tampoco causan interés en la población, que termina enterándose por clips en redes sociales enviados por los mismos equipos de campaña con el ya tradicional: “Ganamos el debate” sin importar lo que el electorado piense del mismo, incluso a sabiendas que el mismo elector ha perdido con sólo invertir su tiempo en un acto más parecido a un programa de farándula que realmente en un ejercicio de ideas a compartir.

Todos los días en la radio leo y escucho a la audiencia que el nivel de candidatos no está al nivel del estado que quieren representar, quienes buscan una curul no salen realmente a promover los valores y el significado de lo que quieren ser, lo dejan a sus “números” y a la foto del saludo al ciudadano en las calles, demostrando que están ahí, desgastando suela y “reconociendo” el distrito, y demostrado, cuando preguntamos a quienes “saludaron” la gran mayoría no tiene en su memoria quién fue o que les prometió.

Triste y decepcionante que en este momento, donde más necesitamos de la creación de campañas empáticas y cercanas realmente, sólo tengamos en la imagen el dia a dia de estos personajes que “conviven” desayunando, comiendo y cenando, algunos bailando y otros posando, dejando a un lado la búsqueda más allá del interés personal: el trabajo conjunto entre la sociedad y el gobierno. Si realmente fueran honestos no se estarían “presentando” dando a conocer sus logros del pasado. Estamos ante lo que parece una vez más una jornada electoral donde las marcas competirán más que los personajes que las representan. Una elección fallida marcada por la indiferencia en la conciencia de una sociedad que pide a gritos que ya termine lo que más ha provocado fastidio que en realidad una motivación a la construcción de la democracia.

A estas alturas de las campañas políticas, en Jalisco las candidatas y los candidatos al Gobierno del estado, así como quienes buscan ser Diputados locales, Federales y senadores, así como alcaldes no terminan de conectar, de convencer, de emocionar al electorado. Las descalificaciones en redes, las denuncias por declaraciones y violencia política han sido la constante en redes sociales, sin aprovecharse para distribuir las propuestas de las que, en teoría tienen que basarse en este tiempo y que deben ser aprovechadas para convencer por el voto.

La constante guerra de encuestas que se reparten como si fueran trofeos de batallas a modo, sólo causan más desinterés y descalificaciones entre la gente que poco a poco termina de declarar que saldrá a votar el 2 de junio por el menos peor, y cayendo en lo más grave: votar por obligación cívica y no por la construcción de un gobierno democrático.

Las excesivas pautas en medios de comunicación: Radio y Televisión que saturan el espectro con mensajes e imágenes por demás demagógicas siguen sin comunicar las propuestas, y ese tiempo más confunde que informa, lo que también se traduce en pulverizar la razón de crear en la decisión final un equilibrio en las fuerzas y con ello la verdadera conformación de la democracia.

Equipos de campaña sumidos en pleitos mediáticos llenos de declaraciones huecas, señalando a unos y a otros por despintar bardas, quitar publicidad del transporte público y lonas en canceles y edificios, como si esa imagen realmente fuera un factor que incite al voto por un personaje en particular.

Las estrategias no han servido para generar conversación sobre lo esencial: el debate ciudadano para al menos creer o no en la viabilidad de un proyecto compartido por un representante que busca la representatividad y el poder; hoy se concentra la opinión pública en la desacreditación de la figura del político poniendo atención en el escándalo o en la “coalca” que se destapa en medio de la competencia de demostrar quién es más corrupto o falso entre lo que dice y hace.

Un instituto electoral y de participación ciudadana que no actúa en el orden que le confiere la ley en sancionar y llamar al orden como el árbitro que es, para encausar las campañas a su objetivo original; debates que no nutren y tampoco causan interés en la población, que termina enterándose por clips en redes sociales enviados por los mismos equipos de campaña con el ya tradicional: “Ganamos el debate” sin importar lo que el electorado piense del mismo, incluso a sabiendas que el mismo elector ha perdido con sólo invertir su tiempo en un acto más parecido a un programa de farándula que realmente en un ejercicio de ideas a compartir.

Todos los días en la radio leo y escucho a la audiencia que el nivel de candidatos no está al nivel del estado que quieren representar, quienes buscan una curul no salen realmente a promover los valores y el significado de lo que quieren ser, lo dejan a sus “números” y a la foto del saludo al ciudadano en las calles, demostrando que están ahí, desgastando suela y “reconociendo” el distrito, y demostrado, cuando preguntamos a quienes “saludaron” la gran mayoría no tiene en su memoria quién fue o que les prometió.

Triste y decepcionante que en este momento, donde más necesitamos de la creación de campañas empáticas y cercanas realmente, sólo tengamos en la imagen el dia a dia de estos personajes que “conviven” desayunando, comiendo y cenando, algunos bailando y otros posando, dejando a un lado la búsqueda más allá del interés personal: el trabajo conjunto entre la sociedad y el gobierno. Si realmente fueran honestos no se estarían “presentando” dando a conocer sus logros del pasado. Estamos ante lo que parece una vez más una jornada electoral donde las marcas competirán más que los personajes que las representan. Una elección fallida marcada por la indiferencia en la conciencia de una sociedad que pide a gritos que ya termine lo que más ha provocado fastidio que en realidad una motivación a la construcción de la democracia.