/ domingo 4 de noviembre de 2018

La consulta que polariza

El ejercicio de hacer una consulta no es el motivo real de lo que se critica o se expone, el fondo que está más claro que la luna de octubre está justo en eso que, simulado tuvo un costo económico a todas luces.

Desde semanas atrás tanto el presidente electo como el futuro titular de la SCT desvelaban el interés de hacer el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Santa Lucía; debates en televisión, agenda y declaraciones desvelaban la intención perversa de querer engañar antes de generar el engaño mismo a través de un ejercicio que, cuando López Obrador era oposición siempre criticó.

No estamos hablando tampoco del pasado, donde los priistas y panistas, o políticos robaron o hicieron trampa, o que si la prensa documentó o no esos casos; estamos centrando el comentario en lo que representa el presente y lo ofrecido en campaña por quien hoy es el presidente electo; recordar que esas prácticas de corrupción, trampas y dobles discursos se acabarían, pero no, no ocurrió en el que sería el primer paso para la credibilidad.

La consulta no se financió con el bolsillo de los diputados, usted y yo la pagamos, porque ellos reciben su sueldo de nuestros impuestos, y al caso, cada voto emitido y la organización salió muy cara para lo que terminó siendo.

Las redes sociales de inmediato comenzaron a evidenciar las fallas en la APP, fotografías de personas que votaron de tres a cuatro veces en la consulta, la tinta que no era indeleble, etc. Durante ese tiempo, no vi a ningún diputado que alzara la voz a defender la legitimidad de este proceso, por el contrario, se admitió un servilismo al que será presidente y con ello un mensaje muy peligroso de lo que nos espera.

Los defensores de Andrés Manuel, en su papel, cuestionaban a la prensa, al periodista, defendían el acto mas no querían aceptar el fondo y soporte de este tema, algunos cuestionaban notas del pasado, y que lo hecho por anteriores administraciones era peor que lo que sucedía cuando ahora “al pueblo se le permite tomar decisiones”, pero al final un tema tan delicado fue decidido por un millón 70 mil personas, cuyos “votos” fueron compilados en una jornada de cuatro días.

Créame que no quiero, igual que usted, que a México le vaya mal, porque aquí vivo, porque aquí me desarrollo, porque lo que se dice tiene que ser con total responsabilidad, pero hay que darnos cuenta, todos, que estamos frente a algo que no puede concederse al “pueblo” y a una “democracia” hecha a base de un gusto, un capricho. No se puede pasar en alto por ejemplo el usar como escenografía un libro cuyo título reza: “El pueblo manda” y una bandera con un escudo diferente al nacional, o querer o pretender cambiar la banda presidencial el 1 de diciembre.

Tengamos cuidado cuando escuchamos que tras esta consulta somos un ejemplo a nivel mundial, y luego una vergüenza cuando el gobierno francés desmintió y se desligó de lo dicho por López Obrador sobre el resultado de un estudio, en donde el presidente electo citó a un presidente involucrado en dicho estudio.

Sea o no experto, conozca o no del tema, le incumba o no, el próximo sexenio estará lleno de eso, de la posibilidad de participar en las decisiones que debe tomar un presidente; y no es sarcasmo, es lo que seguro se avecina tras la más reciente declaración de Andrés Manuel López Obrador al referirse que será la dinámica para que “El Pueblo Sabio decida”, al precio que sea.


El ejercicio de hacer una consulta no es el motivo real de lo que se critica o se expone, el fondo que está más claro que la luna de octubre está justo en eso que, simulado tuvo un costo económico a todas luces.

Desde semanas atrás tanto el presidente electo como el futuro titular de la SCT desvelaban el interés de hacer el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Santa Lucía; debates en televisión, agenda y declaraciones desvelaban la intención perversa de querer engañar antes de generar el engaño mismo a través de un ejercicio que, cuando López Obrador era oposición siempre criticó.

No estamos hablando tampoco del pasado, donde los priistas y panistas, o políticos robaron o hicieron trampa, o que si la prensa documentó o no esos casos; estamos centrando el comentario en lo que representa el presente y lo ofrecido en campaña por quien hoy es el presidente electo; recordar que esas prácticas de corrupción, trampas y dobles discursos se acabarían, pero no, no ocurrió en el que sería el primer paso para la credibilidad.

La consulta no se financió con el bolsillo de los diputados, usted y yo la pagamos, porque ellos reciben su sueldo de nuestros impuestos, y al caso, cada voto emitido y la organización salió muy cara para lo que terminó siendo.

Las redes sociales de inmediato comenzaron a evidenciar las fallas en la APP, fotografías de personas que votaron de tres a cuatro veces en la consulta, la tinta que no era indeleble, etc. Durante ese tiempo, no vi a ningún diputado que alzara la voz a defender la legitimidad de este proceso, por el contrario, se admitió un servilismo al que será presidente y con ello un mensaje muy peligroso de lo que nos espera.

Los defensores de Andrés Manuel, en su papel, cuestionaban a la prensa, al periodista, defendían el acto mas no querían aceptar el fondo y soporte de este tema, algunos cuestionaban notas del pasado, y que lo hecho por anteriores administraciones era peor que lo que sucedía cuando ahora “al pueblo se le permite tomar decisiones”, pero al final un tema tan delicado fue decidido por un millón 70 mil personas, cuyos “votos” fueron compilados en una jornada de cuatro días.

Créame que no quiero, igual que usted, que a México le vaya mal, porque aquí vivo, porque aquí me desarrollo, porque lo que se dice tiene que ser con total responsabilidad, pero hay que darnos cuenta, todos, que estamos frente a algo que no puede concederse al “pueblo” y a una “democracia” hecha a base de un gusto, un capricho. No se puede pasar en alto por ejemplo el usar como escenografía un libro cuyo título reza: “El pueblo manda” y una bandera con un escudo diferente al nacional, o querer o pretender cambiar la banda presidencial el 1 de diciembre.

Tengamos cuidado cuando escuchamos que tras esta consulta somos un ejemplo a nivel mundial, y luego una vergüenza cuando el gobierno francés desmintió y se desligó de lo dicho por López Obrador sobre el resultado de un estudio, en donde el presidente electo citó a un presidente involucrado en dicho estudio.

Sea o no experto, conozca o no del tema, le incumba o no, el próximo sexenio estará lleno de eso, de la posibilidad de participar en las decisiones que debe tomar un presidente; y no es sarcasmo, es lo que seguro se avecina tras la más reciente declaración de Andrés Manuel López Obrador al referirse que será la dinámica para que “El Pueblo Sabio decida”, al precio que sea.