/ domingo 4 de julio de 2021

Un poder legislativo traidor

Teórica y legalmente, los poderes legislativos, tanto federal como estatales, dicen ser los representantes del pueblo y según reza la propia Constitución, el poder es del pueblo, pero desafortunadamente para nosotros, quienes actualmente nos representan, son sólo traidores, servidores públicos revestidos con un grado de cinismo no antes visto. La traición de todos ellos se puede corroborar de la situación actual que impera en la nación, porque tal problemática no es propia de nuestro estado.

Los diputados federales están al servicio de un sujeto, sujeto ausente de toda razón o entendimiento, el mismo que, día a día se da a la tarea de mentir, quien aparentemente ve menos y escucha menos, interesado únicamente en tolerar a la delincuencia, la que hoy por hoy, se caracteriza por violenta. Pasando además por alto, todas sus obligaciones, respecto a la seguridad pública, la seguridad jurídica y lo más lamentable, las concernientes para garantizar el derecho a la salud.

El tema de la salud y su contexto merecen mención aparte, pues el titular del ejecutivo federal, dejó al frente de la Secretaría de Salud a un seudo sabio, a quien le aplaude, le permite y le avala, su irresponsabilidad por demás ridícula, al negar la conveniencia entre otras cosas, del uso de cubre bocas.

Hace un par de días, López Gatell calificó de golpistas a un grupo de padres, quienes han alzado la voz, ante el desabastos de medicamentos para sus hijos con cáncer; sin embargo, es lastimoso e indignante, percatarnos de su indigno servilismo al titular del ejecutivo, pero si vamos más allá, tales expresiones además, van en contra de su profesión, la que pertenece al rubro de profesiones humanitarias y por ende, debería estar alejada de intereses políticos y temáticas públicas, situadas en el contexto que él las aborda.

Es urgente inconformarnos con los legisladores y exigirles que, cumplan con su función, aspecto que debería de ser, lo más digno y honroso para cualquier diputado o senador y no simplemente ser parte de un circo rapaz y de muy poca gracia, ya que la sociedad mexicana, así como la sociedad jalisciense, solamente padecemos su traición, su cobardía, su deshonestidad, pues no obstante la gravedad de las cosas, a casi tres años de iniciar su función, los poderes legislativo, tanto federal como estatal, han sido omisos en su deber de revisar la actuación de los ejecutivos, ante el evidente incumplimiento de garantizar nuestros derechos más fundamentales como lo son, el derecho a la vida, a la salud y a la seguridad pública.

Se han gastado fortunas del erario del pueblo mexicano en el atentado más evidente del gobierno federal, pues el gobierno actual, fijó claramente su postura contra las instituciones más decorosas con las que contábamos y de las cuales, previo a su atentado institucional, podíamos presumir, tal es el caso del ejército, el que hoy se distrae, realizando labores del rubro de la obra pública, pues sus elementos se dedican a la construcción de hospitales, carreteras, aeropuertos, etc. así como la atención de diversas actividades administrativas.

Los órganos de justicia son otro ejemplo, dado que fueron infiltrados por los ejecutivos, quienes han encubierto de una forma por demás evidente la corrupción que prevalece en ellos, pues por un lado tenemos la manipulación del presidente de la república del Poder Judicial Federal y por otro lado tenemos el caso de los diputaditos locales, quienes no se quedaron atrás, pues aquí el titular del ejecutivo estatal, también fue permisivo ante la designación de magistrados a modo, pues hay que recordar que se designó, inclusive a algunos sin carrera judicial, negándoles con ello, el derecho de ejercer a dichos puestos, a otros aspirantes mayormente preparados y experimentados en dichas áreas.

Me parece por demás urgente que, todos los sectores de la sociedad, reconozcamos que, la autoridad hoy por hoy es la del crimen, es hora ya de que, hagamos uso de nuestra dignidad y honor para exigir el cumplimiento del deber a quienes todos los días, sangran inmensamente el erario público en aras de un beneficio propio, causando un grave perjuicio de todos los mexicanos.

¡Vamos jaliscienses! Enfrentemos juntos todas las problemáticas que nos aquejan como sociedad, pues a todos nos compete revertir el estado actual de las cosas.


* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.

Teórica y legalmente, los poderes legislativos, tanto federal como estatales, dicen ser los representantes del pueblo y según reza la propia Constitución, el poder es del pueblo, pero desafortunadamente para nosotros, quienes actualmente nos representan, son sólo traidores, servidores públicos revestidos con un grado de cinismo no antes visto. La traición de todos ellos se puede corroborar de la situación actual que impera en la nación, porque tal problemática no es propia de nuestro estado.

Los diputados federales están al servicio de un sujeto, sujeto ausente de toda razón o entendimiento, el mismo que, día a día se da a la tarea de mentir, quien aparentemente ve menos y escucha menos, interesado únicamente en tolerar a la delincuencia, la que hoy por hoy, se caracteriza por violenta. Pasando además por alto, todas sus obligaciones, respecto a la seguridad pública, la seguridad jurídica y lo más lamentable, las concernientes para garantizar el derecho a la salud.

El tema de la salud y su contexto merecen mención aparte, pues el titular del ejecutivo federal, dejó al frente de la Secretaría de Salud a un seudo sabio, a quien le aplaude, le permite y le avala, su irresponsabilidad por demás ridícula, al negar la conveniencia entre otras cosas, del uso de cubre bocas.

Hace un par de días, López Gatell calificó de golpistas a un grupo de padres, quienes han alzado la voz, ante el desabastos de medicamentos para sus hijos con cáncer; sin embargo, es lastimoso e indignante, percatarnos de su indigno servilismo al titular del ejecutivo, pero si vamos más allá, tales expresiones además, van en contra de su profesión, la que pertenece al rubro de profesiones humanitarias y por ende, debería estar alejada de intereses políticos y temáticas públicas, situadas en el contexto que él las aborda.

Es urgente inconformarnos con los legisladores y exigirles que, cumplan con su función, aspecto que debería de ser, lo más digno y honroso para cualquier diputado o senador y no simplemente ser parte de un circo rapaz y de muy poca gracia, ya que la sociedad mexicana, así como la sociedad jalisciense, solamente padecemos su traición, su cobardía, su deshonestidad, pues no obstante la gravedad de las cosas, a casi tres años de iniciar su función, los poderes legislativo, tanto federal como estatal, han sido omisos en su deber de revisar la actuación de los ejecutivos, ante el evidente incumplimiento de garantizar nuestros derechos más fundamentales como lo son, el derecho a la vida, a la salud y a la seguridad pública.

Se han gastado fortunas del erario del pueblo mexicano en el atentado más evidente del gobierno federal, pues el gobierno actual, fijó claramente su postura contra las instituciones más decorosas con las que contábamos y de las cuales, previo a su atentado institucional, podíamos presumir, tal es el caso del ejército, el que hoy se distrae, realizando labores del rubro de la obra pública, pues sus elementos se dedican a la construcción de hospitales, carreteras, aeropuertos, etc. así como la atención de diversas actividades administrativas.

Los órganos de justicia son otro ejemplo, dado que fueron infiltrados por los ejecutivos, quienes han encubierto de una forma por demás evidente la corrupción que prevalece en ellos, pues por un lado tenemos la manipulación del presidente de la república del Poder Judicial Federal y por otro lado tenemos el caso de los diputaditos locales, quienes no se quedaron atrás, pues aquí el titular del ejecutivo estatal, también fue permisivo ante la designación de magistrados a modo, pues hay que recordar que se designó, inclusive a algunos sin carrera judicial, negándoles con ello, el derecho de ejercer a dichos puestos, a otros aspirantes mayormente preparados y experimentados en dichas áreas.

Me parece por demás urgente que, todos los sectores de la sociedad, reconozcamos que, la autoridad hoy por hoy es la del crimen, es hora ya de que, hagamos uso de nuestra dignidad y honor para exigir el cumplimiento del deber a quienes todos los días, sangran inmensamente el erario público en aras de un beneficio propio, causando un grave perjuicio de todos los mexicanos.

¡Vamos jaliscienses! Enfrentemos juntos todas las problemáticas que nos aquejan como sociedad, pues a todos nos compete revertir el estado actual de las cosas.


* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.