/ lunes 8 de enero de 2024

Sea por Dios

Sólo con la ayuda del ser superior de cada quien, pero desde luego con nuestra acción como sociedad civil responsable.

Por la formación que nuestros padres nos inculcaron de amor a la familia y a la patria, así como el respeto al ser humano en general, al margen del género, tendencias y gustos, porque el ser humano es único, porque el estado nos enseñó e inculcó el civismo, nos enseñó la historia y nuestra Alma Mater nos impartió, dignos, honorables, libres y siempre dispuestos para la ciencia y nos instruyó sobre nuestros derechos y obligaciones, con todo ello nos hizo ciudadanos respetuosos, dignos y honorables, para defender y luchar por nuestros derechos humanos y la defensa de las instituciones, que esté país para alcanzar el nivel de una república con un gobierno, territorio y pueblo, le costó pagar con más de un millón de vidas sacrificadas, todo ello no es obra de la casualidad.

Por todo lo anterior y ante el desastre que los actuales gobiernos tanto federal como estatal, por permitir, consentir, encubrir y lo más deleznable la complicidad y sometimiento por las autoridades de facto en que se ha constituido el crimen organizado, lo que cobardemente la autoridad civil le ha reconocido en la actual legislación penal, a la que igual que a la civil hay que pagar impuestos, someternos a su gobierno, que a esté pueblo bueno y sabio todos los días le cuesta un gran derramamiento de sangre de mujeres y hombres, lo que nos está induciendo como lo hizo la autoridad civil a buscar acuerdos y reconocimiento a su autoridad y de esta manera restablecer la paz social y el orden que nos devuelva la tranquilidad y desarrollo en todos los sentidos y la reorganización nacional, de ahí que lo más urgente que debemos solicitar es precisamente el combatir la delincuencia y la impunidad que la autoridad civil no pudo combatir ni disminuir, tampoco supo enfrentar con la ley, las instituciones judiciales, armadas y penitenciarias, traicionado la confianza que el pueblo les entrego.

A las instituciones educativas y en particular las del derecho, frente a esta realidad, se les está induciendo a un grave fraude educativo, ante la ausencia del estado de derecho. Sea por dios.

Ya que por un lado al impartirles la catedra de cualquier rama del derecho, se les enseña bajo los parámetros o estándares establecidos en las diversas fuentes del derecho, tales como lo son, entre otras, la ley, la jurisprudencia, la doctrina, el acto jurídico, los principios generales del derecho, la costumbre, etc., todo lo cual en la práctica resulta inútil e inoperante precisamente por la corrupción y deshonestidad de la autoridad civil o porque las reglas que impone o dicta el crimen organizado -para cada caso en concreto- son totalmente distintas y de acuerdo a su propia conveniencia e intereses que defienda, constituyéndose estos, de hecho, en los poderes legislativo y judicial y hay de aquel que se atreva a contradecirlos, porque así les va, -incluyendo a la autoridad civil- por tanto, lo que en las aulas de las universidades se les comparte, resulta ser letra muerta en la práctica como abogados postulantes, toda vez que de nada les sirve, ya que ni la autoridad la aplica, cuando hace que la aplica no la ejecuta, o bien, en el mejor de los casos, -que ya es mucho decir-, vende al mejor postor la administración de la justicia, todo lo cual no es enseñado en un aula por ningún catedrático, no obstante ello, es una realidad a la que nos enfrentan todos los que ejercemos el derecho ya sea demandando o defendiendo los intereses de quienes nos contratan, de tal suerte que es nuestra obligación como miembros de esta sociedad, pero más aun a nosotros como estudiosos del derecho, exigir el restablecimiento del estado de derecho de manera eficiente y pronta y no estar esperanzados a la divinidad, o que todo sea por el amor de Dios.

MTRO. LUIS OCTAVIO COTERO BERNAL.

locb15@hotmail.com

Sólo con la ayuda del ser superior de cada quien, pero desde luego con nuestra acción como sociedad civil responsable.

Por la formación que nuestros padres nos inculcaron de amor a la familia y a la patria, así como el respeto al ser humano en general, al margen del género, tendencias y gustos, porque el ser humano es único, porque el estado nos enseñó e inculcó el civismo, nos enseñó la historia y nuestra Alma Mater nos impartió, dignos, honorables, libres y siempre dispuestos para la ciencia y nos instruyó sobre nuestros derechos y obligaciones, con todo ello nos hizo ciudadanos respetuosos, dignos y honorables, para defender y luchar por nuestros derechos humanos y la defensa de las instituciones, que esté país para alcanzar el nivel de una república con un gobierno, territorio y pueblo, le costó pagar con más de un millón de vidas sacrificadas, todo ello no es obra de la casualidad.

Por todo lo anterior y ante el desastre que los actuales gobiernos tanto federal como estatal, por permitir, consentir, encubrir y lo más deleznable la complicidad y sometimiento por las autoridades de facto en que se ha constituido el crimen organizado, lo que cobardemente la autoridad civil le ha reconocido en la actual legislación penal, a la que igual que a la civil hay que pagar impuestos, someternos a su gobierno, que a esté pueblo bueno y sabio todos los días le cuesta un gran derramamiento de sangre de mujeres y hombres, lo que nos está induciendo como lo hizo la autoridad civil a buscar acuerdos y reconocimiento a su autoridad y de esta manera restablecer la paz social y el orden que nos devuelva la tranquilidad y desarrollo en todos los sentidos y la reorganización nacional, de ahí que lo más urgente que debemos solicitar es precisamente el combatir la delincuencia y la impunidad que la autoridad civil no pudo combatir ni disminuir, tampoco supo enfrentar con la ley, las instituciones judiciales, armadas y penitenciarias, traicionado la confianza que el pueblo les entrego.

A las instituciones educativas y en particular las del derecho, frente a esta realidad, se les está induciendo a un grave fraude educativo, ante la ausencia del estado de derecho. Sea por dios.

Ya que por un lado al impartirles la catedra de cualquier rama del derecho, se les enseña bajo los parámetros o estándares establecidos en las diversas fuentes del derecho, tales como lo son, entre otras, la ley, la jurisprudencia, la doctrina, el acto jurídico, los principios generales del derecho, la costumbre, etc., todo lo cual en la práctica resulta inútil e inoperante precisamente por la corrupción y deshonestidad de la autoridad civil o porque las reglas que impone o dicta el crimen organizado -para cada caso en concreto- son totalmente distintas y de acuerdo a su propia conveniencia e intereses que defienda, constituyéndose estos, de hecho, en los poderes legislativo y judicial y hay de aquel que se atreva a contradecirlos, porque así les va, -incluyendo a la autoridad civil- por tanto, lo que en las aulas de las universidades se les comparte, resulta ser letra muerta en la práctica como abogados postulantes, toda vez que de nada les sirve, ya que ni la autoridad la aplica, cuando hace que la aplica no la ejecuta, o bien, en el mejor de los casos, -que ya es mucho decir-, vende al mejor postor la administración de la justicia, todo lo cual no es enseñado en un aula por ningún catedrático, no obstante ello, es una realidad a la que nos enfrentan todos los que ejercemos el derecho ya sea demandando o defendiendo los intereses de quienes nos contratan, de tal suerte que es nuestra obligación como miembros de esta sociedad, pero más aun a nosotros como estudiosos del derecho, exigir el restablecimiento del estado de derecho de manera eficiente y pronta y no estar esperanzados a la divinidad, o que todo sea por el amor de Dios.

MTRO. LUIS OCTAVIO COTERO BERNAL.

locb15@hotmail.com