/ miércoles 2 de septiembre de 2020

Segundo Informe: Dudas y certezas

Cualquiera que se le proponga puede advertir fácilmente que el Segundo Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha dado en un ambiente dividido… de dudas y certezas.

Un observador reprochó que el mensaje presidencial careció de autocrítica. Y no se le niega la razón, porque AMLO se dedicó definitivamente, en poco menos de una hora que duró la exposición, a relatar -y ponderar- los avances de su gobierno. Sobre todo en grandes rubros como son el apoyo a los pobres y la lucha contra la corrupción; sin olvidar los importantes ahorros que, a pesar de todo, ha hecho su gobierno.

Y aunque como apuntamos, se reclamó la falta de revisión interna en el Informe, también ha habido dirigentes empresariales que reconocieron la determinación con que se combate la corrupción y otros avances innegables.

O sea que en ocasión del Informe, el ambiente nacional no ha cambiado en relación al que observamos durante el resto del año. Unos parecen tirar para un lado, y otros para el otro. Cuando menos en lo que trata a opiniones.

Por cierto que, y echando una mirada a lo que han sido las historias anteriores, advertimos que felizmente ha quedado atrás lo época en que los informes presidenciales parecían concursos de aplausos. Todo era una feria de supuesta felicidad y la hipocresía era el común denominador.

Hoy las reacciones han sido divididas, pero esperamos que cuando menos sean sinceras. (¿O habrá “mano negra” en cada una de las tendencias, tanto la aprobatoria como la reprobatoria? Esa apreciación la dejamos al arbitrio de nuestros queridos lectores).

Volviendo al punto central de nuestro asunto, podemos comentar que para nadie pasó inadvertida la insistencia del presidente López Obrador en afirmar que los avances son importantes y que se ha recuperado la conciencia nacional en lo referente a impulsar los intereses más auténticos de los mexicanos. Aunque en alguna medida se contradice, porque en ocasiones anteriores, ha hecho fuertes señalamientos en contra de quienes se oponen a la llamada Cuarta Transformación, y a quienes ha tildado repetidamente de “conservadores”. Por lo tanto, si hay opositores a sus programas, no se podría hablar por el momento, de que haya un sentimiento nacionalista que prive en el país. No existiría tal unidad.

Ahora que, siendo sinceros y poniendo los pies sobre la tierra, no se puede olvidar que en cualquier lugar que se ufane de tener un sistema democrático, existen invariablemente tanto el ala derecha como el ala izquierda, los progresistas y los conservadores.

Y aunque eso para muchos no está tan mal, a lo que los mexicanos podríamos aspirar es a que tal situación de divergencia permanezca, sí, pero aceptablemente equilibrada. Sustentada en una dialéctica inevitable… pero racional. Porque lo más malo sería seguir debatiéndonos en las dolencias de un país con diferencias económicas y sociales, que rayen en lo inhumano.

* Periodista

Cualquiera que se le proponga puede advertir fácilmente que el Segundo Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha dado en un ambiente dividido… de dudas y certezas.

Un observador reprochó que el mensaje presidencial careció de autocrítica. Y no se le niega la razón, porque AMLO se dedicó definitivamente, en poco menos de una hora que duró la exposición, a relatar -y ponderar- los avances de su gobierno. Sobre todo en grandes rubros como son el apoyo a los pobres y la lucha contra la corrupción; sin olvidar los importantes ahorros que, a pesar de todo, ha hecho su gobierno.

Y aunque como apuntamos, se reclamó la falta de revisión interna en el Informe, también ha habido dirigentes empresariales que reconocieron la determinación con que se combate la corrupción y otros avances innegables.

O sea que en ocasión del Informe, el ambiente nacional no ha cambiado en relación al que observamos durante el resto del año. Unos parecen tirar para un lado, y otros para el otro. Cuando menos en lo que trata a opiniones.

Por cierto que, y echando una mirada a lo que han sido las historias anteriores, advertimos que felizmente ha quedado atrás lo época en que los informes presidenciales parecían concursos de aplausos. Todo era una feria de supuesta felicidad y la hipocresía era el común denominador.

Hoy las reacciones han sido divididas, pero esperamos que cuando menos sean sinceras. (¿O habrá “mano negra” en cada una de las tendencias, tanto la aprobatoria como la reprobatoria? Esa apreciación la dejamos al arbitrio de nuestros queridos lectores).

Volviendo al punto central de nuestro asunto, podemos comentar que para nadie pasó inadvertida la insistencia del presidente López Obrador en afirmar que los avances son importantes y que se ha recuperado la conciencia nacional en lo referente a impulsar los intereses más auténticos de los mexicanos. Aunque en alguna medida se contradice, porque en ocasiones anteriores, ha hecho fuertes señalamientos en contra de quienes se oponen a la llamada Cuarta Transformación, y a quienes ha tildado repetidamente de “conservadores”. Por lo tanto, si hay opositores a sus programas, no se podría hablar por el momento, de que haya un sentimiento nacionalista que prive en el país. No existiría tal unidad.

Ahora que, siendo sinceros y poniendo los pies sobre la tierra, no se puede olvidar que en cualquier lugar que se ufane de tener un sistema democrático, existen invariablemente tanto el ala derecha como el ala izquierda, los progresistas y los conservadores.

Y aunque eso para muchos no está tan mal, a lo que los mexicanos podríamos aspirar es a que tal situación de divergencia permanezca, sí, pero aceptablemente equilibrada. Sustentada en una dialéctica inevitable… pero racional. Porque lo más malo sería seguir debatiéndonos en las dolencias de un país con diferencias económicas y sociales, que rayen en lo inhumano.

* Periodista