/ miércoles 14 de febrero de 2024

Los Hechos | Autos y Motos Enajenantes


La Zona Metropolitana de Guadalajara sufre por estas fechas y desde hace algún tiempo, un serio problema de tránsito, de desorden y de inseguridad, que podría definirse como el “Síndrome del Tapatío Motorizado”, que se caracteriza por la arbitraria y defectuosa manera de conducir de buen número de automovilistas, pero sobre todo por la invasión de motociclistas que circulan por todas partes como enajenados, violando el reglamento todo el tiempo y poniendo en peligro la vida de otros conductores y de peatones, así como la de ellos mismos.

El problema ya es conocido por todos los habitantes del área conurbada y los resultados también son del dominio público. La muerte se ha enseñoreado de las calles de la urbe y ha hecho del tránsito automovilístico una angustia cotidiana y en gran medida, un camino al cementerio.

La muerte de motociclistas se ve ya casi como algo regular y estamos a punto de “normalizarlo” o sea a aceptarlo como una cosa común.

Los motociclistas, tanto hombres como mujeres, de todas las edades pero principalmente jóvenes y adolescentes, circulan en zig-zag entre los automotores de todos los tipos, rebasan invariablemente por la derecha, no usan el casco obligatorio, se detienen en las esquinas invadiendo el paso peatonal y sobre todo, manejan su aparato de dos ruedas de manera desaforada, como dominados por un espíritu suicida que es superior a sus fuerzas.

Y por lo que se ve, el conflicto es ciertamente un asunto de tránsito, pero está originado en un problema psicológico. Y administrativo. Porque con los motociclistas sucede algo no sólo igual sino peor, que con los automovilistas: Una persona que a pie es amable, comedida y hasta sonriente, puesta al volante de un automóvil o sobre uno de los mencionados vehículos de dos ruedas, puede convertirse en un ciudadano mal educado y en un motociclista enajenado.

De que cambia la mentalidad de las personas al guiar un automotor, de eso no hay la menor duda, aunque este caso se ha exacerbado con los motociclistas, por estos tiempos, en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Se trata pues de una situación seria, aguda y en consecuencia más que preocupante. Con visos de orden técnico y en ratos hasta psicológico. Y sería bueno que alguien se responsabilizara de su solución.

La gente que acostumbra echarle la culpa de todo al gobierno, ha lamentado que las autoridades del ramo actúen de tal forma que abonan a la idea de que constituyen un aparato recaudatorio, pues primero venden la licencia a los motociclistas incapaces de conducirse con orden y luego los multan por no conducir en forma ordenada. El dinero entra por todos lados, pero no hay un servicio eficiente a cambio.

Ante tal situación la gente se pregunta: Y entonces… ¿quién podrá socorrernos?

Y con dolorida sorna se responde a sí misma: ¡El Chapulín Colorado!... Sí, pero cuál: ¿De verdad el Colorado? ¿O el Verde, o el Azul, el Tricolor, el Moreno, el Morado, o el Amarillo?

Añaden los observadores que es tiempo de elecciones y por ello se tendrá la oportunidad de escoger el color que se considere más adecuado, para vestir a un Chapulín que pueda resolver los problemas que atañen a la población.


La Zona Metropolitana de Guadalajara sufre por estas fechas y desde hace algún tiempo, un serio problema de tránsito, de desorden y de inseguridad, que podría definirse como el “Síndrome del Tapatío Motorizado”, que se caracteriza por la arbitraria y defectuosa manera de conducir de buen número de automovilistas, pero sobre todo por la invasión de motociclistas que circulan por todas partes como enajenados, violando el reglamento todo el tiempo y poniendo en peligro la vida de otros conductores y de peatones, así como la de ellos mismos.

El problema ya es conocido por todos los habitantes del área conurbada y los resultados también son del dominio público. La muerte se ha enseñoreado de las calles de la urbe y ha hecho del tránsito automovilístico una angustia cotidiana y en gran medida, un camino al cementerio.

La muerte de motociclistas se ve ya casi como algo regular y estamos a punto de “normalizarlo” o sea a aceptarlo como una cosa común.

Los motociclistas, tanto hombres como mujeres, de todas las edades pero principalmente jóvenes y adolescentes, circulan en zig-zag entre los automotores de todos los tipos, rebasan invariablemente por la derecha, no usan el casco obligatorio, se detienen en las esquinas invadiendo el paso peatonal y sobre todo, manejan su aparato de dos ruedas de manera desaforada, como dominados por un espíritu suicida que es superior a sus fuerzas.

Y por lo que se ve, el conflicto es ciertamente un asunto de tránsito, pero está originado en un problema psicológico. Y administrativo. Porque con los motociclistas sucede algo no sólo igual sino peor, que con los automovilistas: Una persona que a pie es amable, comedida y hasta sonriente, puesta al volante de un automóvil o sobre uno de los mencionados vehículos de dos ruedas, puede convertirse en un ciudadano mal educado y en un motociclista enajenado.

De que cambia la mentalidad de las personas al guiar un automotor, de eso no hay la menor duda, aunque este caso se ha exacerbado con los motociclistas, por estos tiempos, en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Se trata pues de una situación seria, aguda y en consecuencia más que preocupante. Con visos de orden técnico y en ratos hasta psicológico. Y sería bueno que alguien se responsabilizara de su solución.

La gente que acostumbra echarle la culpa de todo al gobierno, ha lamentado que las autoridades del ramo actúen de tal forma que abonan a la idea de que constituyen un aparato recaudatorio, pues primero venden la licencia a los motociclistas incapaces de conducirse con orden y luego los multan por no conducir en forma ordenada. El dinero entra por todos lados, pero no hay un servicio eficiente a cambio.

Ante tal situación la gente se pregunta: Y entonces… ¿quién podrá socorrernos?

Y con dolorida sorna se responde a sí misma: ¡El Chapulín Colorado!... Sí, pero cuál: ¿De verdad el Colorado? ¿O el Verde, o el Azul, el Tricolor, el Moreno, el Morado, o el Amarillo?

Añaden los observadores que es tiempo de elecciones y por ello se tendrá la oportunidad de escoger el color que se considere más adecuado, para vestir a un Chapulín que pueda resolver los problemas que atañen a la población.