/ domingo 24 de noviembre de 2019

¿Por ignorancia, castración o corrupción?

La semana pasada, además de extemporánea, el Congreso de la Unión demostró al mundo, una vez más, que un poder Legislativo tan caro, por el número de integrantes, por la calidad moral e intelectual de estos y lo peor, por el sometimiento y resultados de su actuación a sus representados y el innegable e indiscutible servilismo con que acatan las supuestas sugerencias del titular del Poder Ejecutivo en turno, que desafortunadamente el Congreso del Estado sigue al pie de la letra los mismos pasos del Congreso de la Unión, sirviendo a su amo.

Amos ampliamente satisfechos y por ende agradecidos con sus esbirros, que es a lo que se traducen por sus actuaciones, los representantes del pueblo, que están llevando a la sociedad, esperemos que así sea, que en el próximo proceso electoral, postulen a esos cargos a personas con liderazgo, si es posible, pero sobre todo con dignidad, con honor, con vergüenza y desde luego, con conocimientos que les permitan derogar el estiércol jurídico tan abundante y crear leyes útiles, inteligibles y precisas, que vengan a restablecer el orden social, de manera que el gobierno se ejerza, se combata la organización del crimen, estultamente reconocida por los legislativos que hasta en los códigos está plasmada y desde luego, restablecer el orden jurídico y social, que acabe con la innegable perturbación de la paz, en el país y en nuestra entidad, porque solo un imbécil no se da cuenta de esa realidad.

Tampoco se puede dejar de reconocer esos tres elementos que cuestiono y que son los que caracterizan los poderes legislativos, puesto que son producto de la ignorancia, porque es bien sabido que hasta sin saber leer, ya no digamos sin grado académico, se llega a ser diputado o senador, así que la ignorancia puede ser la causa menos lesiva por lo que se agachan para legislar y aunque no falta siempre, entre todos ellos un brabucón que presume de mucho valor civil y que con una habilidad leguleya se justifica y se somete para producir los engendros legislativos, que tan cierto es que no sirven en ningún sentido, ya que el estado de cosas de la patria lo demuestran y tampoco es incierto que lo hacen por el trueque de alguna prebenda para ellos, su parientes o algún correligionario, que lejos de ganárselo por sus conocimientos o esfuerzos, acceden a regidurías, direcciones, subdirecciones o cualquier otro cargo, que aunque no sepan ahí van a dar, como el actual caso de la elección de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. ¡VIVA MÉXICO! que el saber poco importa, mucho menos el honor y la honestidad, aunque los marginados del poder sigamos renegando, que eso a nadie le interesa.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Publica de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG.

locb15@hotmail.com

La semana pasada, además de extemporánea, el Congreso de la Unión demostró al mundo, una vez más, que un poder Legislativo tan caro, por el número de integrantes, por la calidad moral e intelectual de estos y lo peor, por el sometimiento y resultados de su actuación a sus representados y el innegable e indiscutible servilismo con que acatan las supuestas sugerencias del titular del Poder Ejecutivo en turno, que desafortunadamente el Congreso del Estado sigue al pie de la letra los mismos pasos del Congreso de la Unión, sirviendo a su amo.

Amos ampliamente satisfechos y por ende agradecidos con sus esbirros, que es a lo que se traducen por sus actuaciones, los representantes del pueblo, que están llevando a la sociedad, esperemos que así sea, que en el próximo proceso electoral, postulen a esos cargos a personas con liderazgo, si es posible, pero sobre todo con dignidad, con honor, con vergüenza y desde luego, con conocimientos que les permitan derogar el estiércol jurídico tan abundante y crear leyes útiles, inteligibles y precisas, que vengan a restablecer el orden social, de manera que el gobierno se ejerza, se combata la organización del crimen, estultamente reconocida por los legislativos que hasta en los códigos está plasmada y desde luego, restablecer el orden jurídico y social, que acabe con la innegable perturbación de la paz, en el país y en nuestra entidad, porque solo un imbécil no se da cuenta de esa realidad.

Tampoco se puede dejar de reconocer esos tres elementos que cuestiono y que son los que caracterizan los poderes legislativos, puesto que son producto de la ignorancia, porque es bien sabido que hasta sin saber leer, ya no digamos sin grado académico, se llega a ser diputado o senador, así que la ignorancia puede ser la causa menos lesiva por lo que se agachan para legislar y aunque no falta siempre, entre todos ellos un brabucón que presume de mucho valor civil y que con una habilidad leguleya se justifica y se somete para producir los engendros legislativos, que tan cierto es que no sirven en ningún sentido, ya que el estado de cosas de la patria lo demuestran y tampoco es incierto que lo hacen por el trueque de alguna prebenda para ellos, su parientes o algún correligionario, que lejos de ganárselo por sus conocimientos o esfuerzos, acceden a regidurías, direcciones, subdirecciones o cualquier otro cargo, que aunque no sepan ahí van a dar, como el actual caso de la elección de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. ¡VIVA MÉXICO! que el saber poco importa, mucho menos el honor y la honestidad, aunque los marginados del poder sigamos renegando, que eso a nadie le interesa.

* Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Publica de la División de Estudios Jurídicos de la UdeG.

locb15@hotmail.com