/ miércoles 8 de junio de 2022

Los Hechos | Planeta en conflicto; la gloria y la escoria


Siendo el supuesto avance del mal sobre el bien, un problema actual no solamente de la vida en nuestro terruño, sino de la humanidad en lo general, hay materia para continuar con la discusión del problema y precisar algunos puntos que es posible poner en claro.

Todo con el fin de llegar a una posición en que tengamos un conocimiento del conflicto, tan amplio como esté al alcance de nuestras posibilidades. Tal vez no para resolverlo a nivel global, pero sí cuando menos para efecto de nuestro control personal y de ser posible familiar o grupal.

Y vamos al grano.

1.- Hay momentos en que nuestro planeta parece estar en conflicto, porque la famosa dialéctica, que postula la eterna lucha entre el bien y al mal, parece que en los últimos años se estaría inclinando peligrosamente hacia este último lado. Al contrario de lo que se creía en la Francia del Siglo pasado, cuando los pensadores casi afirmaban que la tendencia del mundo era hacia el desarrollo general, tanto en lo científico como en lo humanístico. Pues no; hoy parece como que las cosas van por el otro rumbo y los desastres en muchos sentidos hacen que la Tierra -como lo apuntamos en columna anterior- se vea como un planeta que llora, dentro de un universo de estrellas brillantes.

Hemos mencionado en otras de nuestras colaboraciones que la humanidad parece perder terreno en aspectos esenciales de convivencia y se observa lamentablemente la forma en que una especie de demencia colectiva, hace torcer la ruta a regiones importantes del orbe. La corrupción se extiende y ello no es un mal menor, sino al revés, una enorme calamidad.

Al mismo tiempo que la exposición de la verdad se vuelve una acción cada vez más urgente, a fin de exponer públicamente lo que nos acontece, con la idea de empezar a ponerle remedio.

Sobre este punto, recordamos la poesía de Salvador Díaz Mirón, donde con una visión muy amplia y una inspiración aún mayor, cantaba sobre la necesidad de decir e informar siempre con la verdad, diciendo que “una cosa en la práctica es fiemo, es horror, es feísimo extremo; pero exacto en la intensa pintura, resplandece magnífica y pura”, para agregar enseguida que “externarse con metro gallardo, y en fiel copia es el triunfo del bardo; la mentira es la muerte y la escoria; la verdad es la vida y la gloria” .

Mentir es pues una infamia. Divulgar en gran escala esa mentira es una infamia expandida. Un mal que afecta al planeta.

Volviendo al asunto de la dialéctica, cuya tendencia negativa es el origen de nuestra preocupación, podemos reiterar que ha habido durante todo el tiempo, personas con fe, o cuando menos conscientes de pertenecer a corrientes que profesan las buenas creencias. Pero por el lado opuesto, destacan pensadores como Hermann Hesse, que en su obra “El Lobo Estepario” nos regala un amplio discurso acerca de las inconformidades que existen respecto al devenir de la historia. Acerca de las razones que habría para estar descontentos.

Hay pues, momentos buenos de la historia, pero también otros que no lo son tanto. ¿En qué frecuencia nos encontramos ahora? Buscamos la respuesta pensando desde luego en las mayorías. Sin olvidar a las minorías.

Conviene echarle una ojeada al asunto. Invocando obviamente a los difusores históricos y actuales de la verdad.


Siendo el supuesto avance del mal sobre el bien, un problema actual no solamente de la vida en nuestro terruño, sino de la humanidad en lo general, hay materia para continuar con la discusión del problema y precisar algunos puntos que es posible poner en claro.

Todo con el fin de llegar a una posición en que tengamos un conocimiento del conflicto, tan amplio como esté al alcance de nuestras posibilidades. Tal vez no para resolverlo a nivel global, pero sí cuando menos para efecto de nuestro control personal y de ser posible familiar o grupal.

Y vamos al grano.

1.- Hay momentos en que nuestro planeta parece estar en conflicto, porque la famosa dialéctica, que postula la eterna lucha entre el bien y al mal, parece que en los últimos años se estaría inclinando peligrosamente hacia este último lado. Al contrario de lo que se creía en la Francia del Siglo pasado, cuando los pensadores casi afirmaban que la tendencia del mundo era hacia el desarrollo general, tanto en lo científico como en lo humanístico. Pues no; hoy parece como que las cosas van por el otro rumbo y los desastres en muchos sentidos hacen que la Tierra -como lo apuntamos en columna anterior- se vea como un planeta que llora, dentro de un universo de estrellas brillantes.

Hemos mencionado en otras de nuestras colaboraciones que la humanidad parece perder terreno en aspectos esenciales de convivencia y se observa lamentablemente la forma en que una especie de demencia colectiva, hace torcer la ruta a regiones importantes del orbe. La corrupción se extiende y ello no es un mal menor, sino al revés, una enorme calamidad.

Al mismo tiempo que la exposición de la verdad se vuelve una acción cada vez más urgente, a fin de exponer públicamente lo que nos acontece, con la idea de empezar a ponerle remedio.

Sobre este punto, recordamos la poesía de Salvador Díaz Mirón, donde con una visión muy amplia y una inspiración aún mayor, cantaba sobre la necesidad de decir e informar siempre con la verdad, diciendo que “una cosa en la práctica es fiemo, es horror, es feísimo extremo; pero exacto en la intensa pintura, resplandece magnífica y pura”, para agregar enseguida que “externarse con metro gallardo, y en fiel copia es el triunfo del bardo; la mentira es la muerte y la escoria; la verdad es la vida y la gloria” .

Mentir es pues una infamia. Divulgar en gran escala esa mentira es una infamia expandida. Un mal que afecta al planeta.

Volviendo al asunto de la dialéctica, cuya tendencia negativa es el origen de nuestra preocupación, podemos reiterar que ha habido durante todo el tiempo, personas con fe, o cuando menos conscientes de pertenecer a corrientes que profesan las buenas creencias. Pero por el lado opuesto, destacan pensadores como Hermann Hesse, que en su obra “El Lobo Estepario” nos regala un amplio discurso acerca de las inconformidades que existen respecto al devenir de la historia. Acerca de las razones que habría para estar descontentos.

Hay pues, momentos buenos de la historia, pero también otros que no lo son tanto. ¿En qué frecuencia nos encontramos ahora? Buscamos la respuesta pensando desde luego en las mayorías. Sin olvidar a las minorías.

Conviene echarle una ojeada al asunto. Invocando obviamente a los difusores históricos y actuales de la verdad.