/ jueves 31 de marzo de 2022

Los Hechos | México: Guerra de Definiciones

La situación que vivimos en nuestro país se presenta a veces como un debate que tiene connotaciones de gramática y de política.

¿Cuál sería la definición honesta y correcta del panorama económico, político y social que se presenta no sólo ante nuestros ojos, sino que afecta profundamente nuestra forma de vida? Explicar y explicarnos lo que está pasando, con palabras sencillas, claras y ciertas, es un reto que hasta hoy no se ha resuelto y que muchos no se atreven siquiera a enfrentar.

Ha sido el Papa Francisco quien para nosotros, pasará a la historia por la forma en que describió los males que aquejan a nuestro país. “Algo trae el Diablo contra México”, expresó al percatarse directamente de la aflictiva situación imperante. Quiso decir que el panorama observado es parecido a lo infernal, usando como se advierte un lenguaje teológico y secular. Hizo un juicio verdaderamente acertado, pero no quiso ponerle nombre terrenal al demonio. Porque como es fácil comprender, no es un muñequito rojo, con cuernitos y tridente, el que anda cometiendo estropicio en suelo mexicano; sino más bien alguien o algunos que por su manera de obrar, Su Santidad los compara con el demonio.

Por otro lado, los observadores ya han señalado que en estos campos en que andamos caminando -y a veces arrastrando nuestros pasos-, existen grupos de interés dedicados a propalar versiones de bienestar general que se encuentran muy lejos de la realidad, pero que a base de su amplia difusión, afectan de alguna manera la opinión objetiva que debe privar entre la ciudadanía.

Hay por el otro lado, voces -muy quedas por cierto- que pretenden señalar lo que está mal y que buscan un remedio pacífico y aunque sea leve, a las injusticias que se perciben en diferentes sectores de la población.

Existe pues una guerra de definiciones, aunque este enfrentamiento se observa, como apuntamos, desigual.

Porque ese es precisamente el fondo: Que haya una situación desigual, tanto en lo económico como en lo social. (Que históricamente están emparentadas una cosa con la otra).

Ahora bien, dentro de este enredado mundo en que vivimos, hay quienes calculan que la guerra de definiciones es inútil, porque dada la fuerza de la inercia política y económica que domina, es punto menos que imposible ponerle remedio, y menos ponérselo al gusto de los que ahora son los más débiles. Estos claman por justicia, pero su voz es muy débil, imperceptible.

Por ello, todo parece indicar que como siempre, los más fuertes seguirán dominando, precisamente con sistemas elaborados a su gusto.

Estas son pues, cosas que se dicen. Ahora falta saber qué piensan y qué dicen nuestros queridos lectores.

La situación que vivimos en nuestro país se presenta a veces como un debate que tiene connotaciones de gramática y de política.

¿Cuál sería la definición honesta y correcta del panorama económico, político y social que se presenta no sólo ante nuestros ojos, sino que afecta profundamente nuestra forma de vida? Explicar y explicarnos lo que está pasando, con palabras sencillas, claras y ciertas, es un reto que hasta hoy no se ha resuelto y que muchos no se atreven siquiera a enfrentar.

Ha sido el Papa Francisco quien para nosotros, pasará a la historia por la forma en que describió los males que aquejan a nuestro país. “Algo trae el Diablo contra México”, expresó al percatarse directamente de la aflictiva situación imperante. Quiso decir que el panorama observado es parecido a lo infernal, usando como se advierte un lenguaje teológico y secular. Hizo un juicio verdaderamente acertado, pero no quiso ponerle nombre terrenal al demonio. Porque como es fácil comprender, no es un muñequito rojo, con cuernitos y tridente, el que anda cometiendo estropicio en suelo mexicano; sino más bien alguien o algunos que por su manera de obrar, Su Santidad los compara con el demonio.

Por otro lado, los observadores ya han señalado que en estos campos en que andamos caminando -y a veces arrastrando nuestros pasos-, existen grupos de interés dedicados a propalar versiones de bienestar general que se encuentran muy lejos de la realidad, pero que a base de su amplia difusión, afectan de alguna manera la opinión objetiva que debe privar entre la ciudadanía.

Hay por el otro lado, voces -muy quedas por cierto- que pretenden señalar lo que está mal y que buscan un remedio pacífico y aunque sea leve, a las injusticias que se perciben en diferentes sectores de la población.

Existe pues una guerra de definiciones, aunque este enfrentamiento se observa, como apuntamos, desigual.

Porque ese es precisamente el fondo: Que haya una situación desigual, tanto en lo económico como en lo social. (Que históricamente están emparentadas una cosa con la otra).

Ahora bien, dentro de este enredado mundo en que vivimos, hay quienes calculan que la guerra de definiciones es inútil, porque dada la fuerza de la inercia política y económica que domina, es punto menos que imposible ponerle remedio, y menos ponérselo al gusto de los que ahora son los más débiles. Estos claman por justicia, pero su voz es muy débil, imperceptible.

Por ello, todo parece indicar que como siempre, los más fuertes seguirán dominando, precisamente con sistemas elaborados a su gusto.

Estas son pues, cosas que se dicen. Ahora falta saber qué piensan y qué dicen nuestros queridos lectores.