/ miércoles 18 de mayo de 2022

Los Hechos | Ayudarnos unos a otros, una estrategia

Durante reciente visita que hizo a Jalisco, el líder nacional de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, Isaías González Cuevas, dio a conocer algunas de las principales tareas que cumple la organización que encabeza, en beneficio de sus afiliados. Y reiteró el llamado a la unidad en la acción, señalando que en los momentos actuales de crisis, debe acentuarse el propósito de ayudarnos unos a otros.

A los pocos días de esto, para ser más precisos al domingo siguiente, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Francisco Robles Ortega, a la hora del Evangelio, explicó una vez más los propósito que en la práctica cotidiana tienen lo expresado en las Sagradas Escrituras, y enfatizó al final, con palabras llanas y comunes, que la situación actual en lo social y en lo económico, demanda que aumentemos el esfuerzo por ayudarnos los unos a los otros.

Tan interesante coincidencia nos lleva a considerar que entre las dirigencias de los diferentes sectores de la población, se hace presente con mucha, pero con mucha fuerza, la necesidad de que además de procurar como prioridad el bienestar propio, nos concentremos en la intención de ayudarnos los unos a los otros. La solidaridad como la fórmula social más recomendable.

Pero he aquí un detalle. Porque la buena voluntad no debería mirarse sólo como un gesto noble hacia los demás, sino como un acto definitivo a favor de nosotros. Al ayudar a los demás, realmente lo que hacemos es ayudarnos a nosotros mismos. Se trata no sólo de una actitud, sino de una estrategia de convivencia y de desarrollo.

¿Y cómo se explica eso?

De la manera en que los lectores quieran. Y explicaciones hay muchas.

Los que saben de esto -y de acuerdo con el valor innegable que se da históricamente a los sentimientos- apuntan que lógicamente al apoyarse unos ciudadanos a otros, lo que imperaría en el ambiente sería una actitud general de buena voluntad. Y una sociedad que está invadida, llena de buenos sentimientos y buenas prácticas, lógicamente tiene que ser una sociedad más sana y feliz. Ese es un punto de vista cuantitativo, elemental. De positivo equilibrio.

Por otro lado, está también el punto de vista anímico, de cuya perspectiva se desprende que si en un principio, el prójimo no está en contra tuya, sino a tu favor, lo que tendrás en el entorno serán solamente cosas buenas, favorables. El hombre ha sido calificado en muchas ocasiones como el enemigo del hombre, porque la sana convivencia ha fallado muchas veces en el curso de la historia. Por lo que ahora, si se transforma al hombre en un amigo del hombre, las cosas lógicamente tendrían que ir mucho mejor.

En vez de tener enfrente a alguien que nos agreda, tendríamos a alguien que nos apoye.

No se trata lógicamente de inventar la pólvora o el hilo negro. Son principios ya establecidos desde el comienzo del mundo. Pero los expertos estiman que valdría la pena que ahora en estos tiempos, hagamos un esfuerzo para que cuando al menos la situación mejore un poco.

Hagámosle caso a Isaías y a Francisco.

Durante reciente visita que hizo a Jalisco, el líder nacional de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, Isaías González Cuevas, dio a conocer algunas de las principales tareas que cumple la organización que encabeza, en beneficio de sus afiliados. Y reiteró el llamado a la unidad en la acción, señalando que en los momentos actuales de crisis, debe acentuarse el propósito de ayudarnos unos a otros.

A los pocos días de esto, para ser más precisos al domingo siguiente, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Francisco Robles Ortega, a la hora del Evangelio, explicó una vez más los propósito que en la práctica cotidiana tienen lo expresado en las Sagradas Escrituras, y enfatizó al final, con palabras llanas y comunes, que la situación actual en lo social y en lo económico, demanda que aumentemos el esfuerzo por ayudarnos los unos a los otros.

Tan interesante coincidencia nos lleva a considerar que entre las dirigencias de los diferentes sectores de la población, se hace presente con mucha, pero con mucha fuerza, la necesidad de que además de procurar como prioridad el bienestar propio, nos concentremos en la intención de ayudarnos los unos a los otros. La solidaridad como la fórmula social más recomendable.

Pero he aquí un detalle. Porque la buena voluntad no debería mirarse sólo como un gesto noble hacia los demás, sino como un acto definitivo a favor de nosotros. Al ayudar a los demás, realmente lo que hacemos es ayudarnos a nosotros mismos. Se trata no sólo de una actitud, sino de una estrategia de convivencia y de desarrollo.

¿Y cómo se explica eso?

De la manera en que los lectores quieran. Y explicaciones hay muchas.

Los que saben de esto -y de acuerdo con el valor innegable que se da históricamente a los sentimientos- apuntan que lógicamente al apoyarse unos ciudadanos a otros, lo que imperaría en el ambiente sería una actitud general de buena voluntad. Y una sociedad que está invadida, llena de buenos sentimientos y buenas prácticas, lógicamente tiene que ser una sociedad más sana y feliz. Ese es un punto de vista cuantitativo, elemental. De positivo equilibrio.

Por otro lado, está también el punto de vista anímico, de cuya perspectiva se desprende que si en un principio, el prójimo no está en contra tuya, sino a tu favor, lo que tendrás en el entorno serán solamente cosas buenas, favorables. El hombre ha sido calificado en muchas ocasiones como el enemigo del hombre, porque la sana convivencia ha fallado muchas veces en el curso de la historia. Por lo que ahora, si se transforma al hombre en un amigo del hombre, las cosas lógicamente tendrían que ir mucho mejor.

En vez de tener enfrente a alguien que nos agreda, tendríamos a alguien que nos apoye.

No se trata lógicamente de inventar la pólvora o el hilo negro. Son principios ya establecidos desde el comienzo del mundo. Pero los expertos estiman que valdría la pena que ahora en estos tiempos, hagamos un esfuerzo para que cuando al menos la situación mejore un poco.

Hagámosle caso a Isaías y a Francisco.