/ miércoles 24 de febrero de 2021

Los colores y las modas en 5 decenios de política

Y seguimos de buen humor. Por lo tanto, vamos a echar una ojeada al curso muy peculiar que ha tenido la política en los últimos decenios del Siglo pasado y los que van del presente. Se trata de un vistazo comprensivo a la suerte que nos ha tocado correr, lejos del “análisis serio y profundo”, que es característica de los politólogos y de los expertos en historia. Un breve recuento del período democrático que arrancó tras la Revolución y que nos ha traído hasta el llamado “neoliberalismo” y de manera más reciente a la “4ª. Transformación”. No les quitaremos mucho tiempo.

Este relato es en principio una recapitulación de un panorama que ofrecimos hace poco tiempo a nuestros lectores, pero incluye algunos detalles nuevos con sus respectivos puntos de vista.

La verdad es que en el tenor de los regímenes no ha habido muchas variaciones de fondo en esta larga temporada, sino más de bien de forma. Al igual que con las chicas, se cambia el vestido, el peinado, el color de los listones y la altura del tacón, pero el manejo del cuerpo parece continuar igual. Las cosas han marchado en un tono que algunos tacharían de conservadurismo, pero que aún así, ha sido motivo de pugnas de cierto nivel y de modificaciones en la forma y nivel de vida de quienes habitamos el terruño.

Ya dijimos en colaboraciones anteriores que la época post revolucionaria ha sido señalada por observadores objetivos, como la de mayor progreso del país. Al amparo de la “dictablanda” y del todopoderoso Partido Revolucionario Institucional, México alcanzó estándares de progreso que llamaron la atención de América Latina e inclusive de otras partes del mundo. Había en el gobierno algunos niveles de corrupción, pero hasta cierto punto “aceptables” que podían tolerarse dentro del amplio plan de desarrollo.

Sin embargo, al paso de algunos sexenios, la época del priismo tuvo un cierto cambio y durante cuando menos 3 administraciones se puso en práctica el experimento de los tecnócratas, que como ya apuntamos, realizaron básicamente una función de administradores del modelo económico vigente y no fueron muy partidarios de lo concerniente a lo social.

Tras de eso, tuvimos un tiempo clave, que fue el fin del reinado del “partidazo”, en que el sistema determinó que la alternancia debería incluir un cambio de color, de tal manera que se puso un “hasta aquí” a la “dictablanda” y se abrió paso al panismo. Llegaron así los blanquiazules, con dos sexenios muy parecidos a los 3 anteriores, por dedicarse igualmente a la administración de la riqueza (no la de los poderosos, aclaremos, sino del país) con pocas modificaciones de fondo.

Aunque la moda del panismo solamente llegó hasta ahí, ya que enseguida se optó otra vez por la alternancia y se recurrió nuevamente al PRI, con un presidente tricolor que se mantuvo en su período legal al frente del país, aunque ya sin el respaldo de un partido todopoderoso, y con un alto nivel de impopularidad. (Unos dicen que permitida y los suspicaces dirían que hasta alentada).

O se que, después de dos gobiernos panistas, se echó mano nuevamente del PRI, aunque la verdad esta vuelta al pasado no fue del agrado de muchos. Máxime que para estas fechas, la corrupción oficial se había extendido de manera desmesurada, los índices criminales llegaban al tope y el número de pobres iba en aumento. Tocó a la nueva administración priista, cargar con la totalidad de los males acumulados.

Todo lo anterior para que enseguida, hace un par de años, se diera un aparente golpe de timón y se optara por un gobierno que ciertamente no es de derecha, sino que al contrario, muestra tendencias en sentido contrario. No extrañe que este supuesto cambio de dirección, tuvo que ver con el deterioro que se estaba registrando en la vida pública y privada, supuestamente como resultado del prolongado conservadurismo.

El régimen en funciones es visto por algunos como una administración pragmática, tal como lo comentamos en esta columna precisamente hace unos dos años, cuando el régimen estaba en sus inicios. O sea, que debe estar consciente de sus limitaciones, igualmente que de sus posibilidades.

Pero claro que esto no es todo respecto a esta nueva historia que llevamos a nuestros lectores, porque nos falta platicar de las frivolidades particulares que se han observado en la política del país al paso del tiempo. Les va a interesar. (Continuará).

* Periodista

Y seguimos de buen humor. Por lo tanto, vamos a echar una ojeada al curso muy peculiar que ha tenido la política en los últimos decenios del Siglo pasado y los que van del presente. Se trata de un vistazo comprensivo a la suerte que nos ha tocado correr, lejos del “análisis serio y profundo”, que es característica de los politólogos y de los expertos en historia. Un breve recuento del período democrático que arrancó tras la Revolución y que nos ha traído hasta el llamado “neoliberalismo” y de manera más reciente a la “4ª. Transformación”. No les quitaremos mucho tiempo.

Este relato es en principio una recapitulación de un panorama que ofrecimos hace poco tiempo a nuestros lectores, pero incluye algunos detalles nuevos con sus respectivos puntos de vista.

La verdad es que en el tenor de los regímenes no ha habido muchas variaciones de fondo en esta larga temporada, sino más de bien de forma. Al igual que con las chicas, se cambia el vestido, el peinado, el color de los listones y la altura del tacón, pero el manejo del cuerpo parece continuar igual. Las cosas han marchado en un tono que algunos tacharían de conservadurismo, pero que aún así, ha sido motivo de pugnas de cierto nivel y de modificaciones en la forma y nivel de vida de quienes habitamos el terruño.

Ya dijimos en colaboraciones anteriores que la época post revolucionaria ha sido señalada por observadores objetivos, como la de mayor progreso del país. Al amparo de la “dictablanda” y del todopoderoso Partido Revolucionario Institucional, México alcanzó estándares de progreso que llamaron la atención de América Latina e inclusive de otras partes del mundo. Había en el gobierno algunos niveles de corrupción, pero hasta cierto punto “aceptables” que podían tolerarse dentro del amplio plan de desarrollo.

Sin embargo, al paso de algunos sexenios, la época del priismo tuvo un cierto cambio y durante cuando menos 3 administraciones se puso en práctica el experimento de los tecnócratas, que como ya apuntamos, realizaron básicamente una función de administradores del modelo económico vigente y no fueron muy partidarios de lo concerniente a lo social.

Tras de eso, tuvimos un tiempo clave, que fue el fin del reinado del “partidazo”, en que el sistema determinó que la alternancia debería incluir un cambio de color, de tal manera que se puso un “hasta aquí” a la “dictablanda” y se abrió paso al panismo. Llegaron así los blanquiazules, con dos sexenios muy parecidos a los 3 anteriores, por dedicarse igualmente a la administración de la riqueza (no la de los poderosos, aclaremos, sino del país) con pocas modificaciones de fondo.

Aunque la moda del panismo solamente llegó hasta ahí, ya que enseguida se optó otra vez por la alternancia y se recurrió nuevamente al PRI, con un presidente tricolor que se mantuvo en su período legal al frente del país, aunque ya sin el respaldo de un partido todopoderoso, y con un alto nivel de impopularidad. (Unos dicen que permitida y los suspicaces dirían que hasta alentada).

O se que, después de dos gobiernos panistas, se echó mano nuevamente del PRI, aunque la verdad esta vuelta al pasado no fue del agrado de muchos. Máxime que para estas fechas, la corrupción oficial se había extendido de manera desmesurada, los índices criminales llegaban al tope y el número de pobres iba en aumento. Tocó a la nueva administración priista, cargar con la totalidad de los males acumulados.

Todo lo anterior para que enseguida, hace un par de años, se diera un aparente golpe de timón y se optara por un gobierno que ciertamente no es de derecha, sino que al contrario, muestra tendencias en sentido contrario. No extrañe que este supuesto cambio de dirección, tuvo que ver con el deterioro que se estaba registrando en la vida pública y privada, supuestamente como resultado del prolongado conservadurismo.

El régimen en funciones es visto por algunos como una administración pragmática, tal como lo comentamos en esta columna precisamente hace unos dos años, cuando el régimen estaba en sus inicios. O sea, que debe estar consciente de sus limitaciones, igualmente que de sus posibilidades.

Pero claro que esto no es todo respecto a esta nueva historia que llevamos a nuestros lectores, porque nos falta platicar de las frivolidades particulares que se han observado en la política del país al paso del tiempo. Les va a interesar. (Continuará).

* Periodista