/ miércoles 28 de junio de 2023

Un compromiso que cruza fronteras


El fin de semana pasado tuve la oportunidad de estar en Los Ángeles, California, conviviendo con la nueva mesa directiva de las Organizaciones Unidas de Jalisco, una coalición que une a las principales federaciones y asociaciones de jaliscienses en los Estados Unidos, y muy en particular, en el Estado de California. Me otorgaron un reconocimiento que agradezco mucho como Asesor Cultural del Estado de Jalisco.

A mí, como a muchos mexicanos, se nos hizo realidad aquella frase de los Tigres del Norte, “yo no crucé la frontera, pero la frontera me cruzó”. Desde muy chico vi cómo muchas personas de mi entorno dejaban a sus familias atrás para ir a buscar el sueño de una mejor vida en los Estados Unidos; vi cómo muchos hogares se sostuvieron y crecieron con el dinero de las remesas que llegaban “del otro lado”. Vi, también, a algunas familias que perdieron contacto para siempre con su ser querido: madres que murieron sin volver a darle la bendición al hijo, niñas que recuerdan hasta hoy el último beso en la frente de sus padres.

Y es que los jaliscienses que han emprendido el valiente viaje hacia Estados Unidos no solo llevan consigo sus pertenencias a la espalda o en la maleta; llevan consigo muchas emociones que representan una cultura que es también el alma de México. Platicando con algunos de ellos, me dijeron que sentían que el corazón les latía muy fuerte, con temor, sí, pero también con una valentía inquebrantable y con el deseo de darle una vida mejor a su familia. Son pioneros que dejan atrás, a cada paso, las memorias de lo que quisieron; pero también avanza, con una determinación única, hacia las metas que quieren alcanzar.

La historia, o más bien, las historias, de estos jaliscienses migrantes, son narraciones extraordinarias, llenas de sacrificios inimaginables y desafíos insondables. Han enfrentado una travesía plagada de obstáculos, desde barreras lingüísticas hasta fronteras hostiles, con solo un sueño en la mente. Y saben, porque se los ha demostrado el destino de miles de ellos, que sólo cuentan con sus manos y su inteligencia para salir adelante. Afortunadamente, también hay una comunidad muy fuerte de jaliscienses que siempre están listos para tenderle la mano a sus paisanos.

La comunidad jalisciense en Estados Unidos es muy grande: se estima que hay alrededor de 2 millones de personas nacidas en Jalisco en aquel país, y hay por lo menos otros 2.5 millones que son descendientes de jaliscienses, pero que llevan en la sangre, en el corazón y la memoria a nuestro estado. Esta comunidad ha florecido con fuerza a lo largo de los años, formando redes entre sí para amortiguarles los golpes a sus paisanos y ayudarles a seguir creciendo. Es en California, Colorado, Arizona y Texas donde habitan la mayoría de ellos; pero cada vez más se expanden hacia todos los rincones de la Unión Americana, y especialmente, además de las tradicionales industrias de alimentos y agrícolas, están llegando a los grandes centros de la economía del conocimiento como especialistas en tecnologías.

Los migrantes jaliscienses no solo son piedras angulares de la economía estadounidense, sino también pilares de esperanza y solidaridad para sus seres queridos en Jalisco. Cada remesa enviada representa un abrazo financiero que sostiene a sus familias, asegurando que tengan acceso a alimentos, medicinas y necesidades básicas. Recuerdo, hace algunos años, que mientras nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador visitaba distintas comunidades, lo escuché decir que hasta en las épocas más difíciles, las remesas nunca faltaban. Esto lo comprobamos en la pandemia del COVID-19, donde un factor muy importante, además de las acertadas políticas del Gobierno de México, para que la crisis mundial no fuera tan severa en nuestro país, fue que nuestros paisanos del otro lado jamás le fallaron a sus familias.

Pero su impacto, evidentemente, trasciende los aspectos económicos. Los jaliscienses en Estados Unidos han dejado una huella imborrable en la sociedad, como si sus almas estuvieran tejidas en la trama misma del país que los acogió. Son pioneros audaces y emprendedores exitosos, dueños de negocios que crecen y dan empleos bien pagados tanto en Estados Unidos como en México. Desde restaurantes (¡qué rica birria se hace en L.A., por cierto!) hasta empresas tecnológicas innovadoras, su espíritu empresarial ha sido reconocido y aplaudido.

No obstante, no podemos ignorar las arduas batallas y dificultades que enfrentan los jaliscienses en su travesía migratoria. Muchos de ellos viven bajo la sombra de la incertidumbre de su estatus migratorio, enfrentando la angustia de la deportación y la dolorosa separación de sus seres queridos. A pesar de estas adversidades, su resiliencia y determinación se mantienen. Y hoy, más que nunca, saben que su Gobierno de México los defiende.

El destino de los jaliscienses en Estados Unidos no solo les pertenece a ellos, sino también a nosotros. Debemos trabajar juntos para crear un mundo más inclusivo, donde cada individuo tenga la oportunidad de perseguir sus sueños y encontrar un lugar al que llamar hogar. No debemos juzgar ni estigmatizar, sino abrir nuestros brazos y ofrecer nuestro apoyo a aquellos que luchan por una vida mejor. En cualquier caso, Jalisco es un sentimiento que todos llevamos entre pecho y espalda. No importa donde nos encontremos, siempre tendremos el propósito común del reencuentro.


Facebook: DrCarlosLomeliBolaños Twitter: DrCarlosLomeliBolaños Instagram: DrCarlosLomeliBolaños


El fin de semana pasado tuve la oportunidad de estar en Los Ángeles, California, conviviendo con la nueva mesa directiva de las Organizaciones Unidas de Jalisco, una coalición que une a las principales federaciones y asociaciones de jaliscienses en los Estados Unidos, y muy en particular, en el Estado de California. Me otorgaron un reconocimiento que agradezco mucho como Asesor Cultural del Estado de Jalisco.

A mí, como a muchos mexicanos, se nos hizo realidad aquella frase de los Tigres del Norte, “yo no crucé la frontera, pero la frontera me cruzó”. Desde muy chico vi cómo muchas personas de mi entorno dejaban a sus familias atrás para ir a buscar el sueño de una mejor vida en los Estados Unidos; vi cómo muchos hogares se sostuvieron y crecieron con el dinero de las remesas que llegaban “del otro lado”. Vi, también, a algunas familias que perdieron contacto para siempre con su ser querido: madres que murieron sin volver a darle la bendición al hijo, niñas que recuerdan hasta hoy el último beso en la frente de sus padres.

Y es que los jaliscienses que han emprendido el valiente viaje hacia Estados Unidos no solo llevan consigo sus pertenencias a la espalda o en la maleta; llevan consigo muchas emociones que representan una cultura que es también el alma de México. Platicando con algunos de ellos, me dijeron que sentían que el corazón les latía muy fuerte, con temor, sí, pero también con una valentía inquebrantable y con el deseo de darle una vida mejor a su familia. Son pioneros que dejan atrás, a cada paso, las memorias de lo que quisieron; pero también avanza, con una determinación única, hacia las metas que quieren alcanzar.

La historia, o más bien, las historias, de estos jaliscienses migrantes, son narraciones extraordinarias, llenas de sacrificios inimaginables y desafíos insondables. Han enfrentado una travesía plagada de obstáculos, desde barreras lingüísticas hasta fronteras hostiles, con solo un sueño en la mente. Y saben, porque se los ha demostrado el destino de miles de ellos, que sólo cuentan con sus manos y su inteligencia para salir adelante. Afortunadamente, también hay una comunidad muy fuerte de jaliscienses que siempre están listos para tenderle la mano a sus paisanos.

La comunidad jalisciense en Estados Unidos es muy grande: se estima que hay alrededor de 2 millones de personas nacidas en Jalisco en aquel país, y hay por lo menos otros 2.5 millones que son descendientes de jaliscienses, pero que llevan en la sangre, en el corazón y la memoria a nuestro estado. Esta comunidad ha florecido con fuerza a lo largo de los años, formando redes entre sí para amortiguarles los golpes a sus paisanos y ayudarles a seguir creciendo. Es en California, Colorado, Arizona y Texas donde habitan la mayoría de ellos; pero cada vez más se expanden hacia todos los rincones de la Unión Americana, y especialmente, además de las tradicionales industrias de alimentos y agrícolas, están llegando a los grandes centros de la economía del conocimiento como especialistas en tecnologías.

Los migrantes jaliscienses no solo son piedras angulares de la economía estadounidense, sino también pilares de esperanza y solidaridad para sus seres queridos en Jalisco. Cada remesa enviada representa un abrazo financiero que sostiene a sus familias, asegurando que tengan acceso a alimentos, medicinas y necesidades básicas. Recuerdo, hace algunos años, que mientras nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador visitaba distintas comunidades, lo escuché decir que hasta en las épocas más difíciles, las remesas nunca faltaban. Esto lo comprobamos en la pandemia del COVID-19, donde un factor muy importante, además de las acertadas políticas del Gobierno de México, para que la crisis mundial no fuera tan severa en nuestro país, fue que nuestros paisanos del otro lado jamás le fallaron a sus familias.

Pero su impacto, evidentemente, trasciende los aspectos económicos. Los jaliscienses en Estados Unidos han dejado una huella imborrable en la sociedad, como si sus almas estuvieran tejidas en la trama misma del país que los acogió. Son pioneros audaces y emprendedores exitosos, dueños de negocios que crecen y dan empleos bien pagados tanto en Estados Unidos como en México. Desde restaurantes (¡qué rica birria se hace en L.A., por cierto!) hasta empresas tecnológicas innovadoras, su espíritu empresarial ha sido reconocido y aplaudido.

No obstante, no podemos ignorar las arduas batallas y dificultades que enfrentan los jaliscienses en su travesía migratoria. Muchos de ellos viven bajo la sombra de la incertidumbre de su estatus migratorio, enfrentando la angustia de la deportación y la dolorosa separación de sus seres queridos. A pesar de estas adversidades, su resiliencia y determinación se mantienen. Y hoy, más que nunca, saben que su Gobierno de México los defiende.

El destino de los jaliscienses en Estados Unidos no solo les pertenece a ellos, sino también a nosotros. Debemos trabajar juntos para crear un mundo más inclusivo, donde cada individuo tenga la oportunidad de perseguir sus sueños y encontrar un lugar al que llamar hogar. No debemos juzgar ni estigmatizar, sino abrir nuestros brazos y ofrecer nuestro apoyo a aquellos que luchan por una vida mejor. En cualquier caso, Jalisco es un sentimiento que todos llevamos entre pecho y espalda. No importa donde nos encontremos, siempre tendremos el propósito común del reencuentro.


Facebook: DrCarlosLomeliBolaños Twitter: DrCarlosLomeliBolaños Instagram: DrCarlosLomeliBolaños