/ viernes 23 de junio de 2023

El Jalisco que anhelamos

“La esperanza de que se observe la ley fundamental es necesario que no sea ilusoria por más tiempo” o “Que se adopte una economía prudente y que haya pureza y fidelidad en el manejo de los caudales” son frases que cualquier jalisciense podría firmar sin pensarlo en este 2023. Sin embargo, estas son palabras de don Valentín Gómez Farías, médico, gobernador de Jalisco y Presidente de México, quien defendió con la pluma a la Primera Transformación de nuestro país, la Independencia, y construyó con ideas claras y progresistas la Segunda Transformación, la Reforma.

Este es un legado vivo de nuestra historia que nos plantea una cuestión muy importante, porque hoy, nos encontramos ante dos hechos trascendentales: el primero, un aniversario, los 200 años de Jalisco como estado libre y soberano. El segundo, un cambio de fondo en marcha: la Cuarta Transformación que vive México entero y a la que Jalisco llegará con seis años de demora. No habrá tiempo que perder a partir del siguiente año para construir la realidad en la que deseamos vivir y heredarle a nuestras hijas e hijos. Es por ello que todas y todos debemos preguntarnos: ¿cuál es el Jalisco que queremos?

Yo lo tengo muy claro: he dedicado los últimos veinte años de mi vida a proponer respuestas en las que todas y todos nos sintamos identificados. En primer lugar, necesitamos un estado que esté al servicio del pueblo, y no, como pareciera en ocasiones, en su contra. El gobierno del Jalisco en el que quiero vivir debe de ser, en primer lugar, cercano a la gente y a sus necesidades: conocer como la palma de la mano su geografía, sus retos y sus fortalezas, sus liderazgos locales y sus tradiciones. Nuestro estado tiene mucho que ofrecer al mundo, y, por qué no decirlo, también tiene mucho por ganar con toda su riqueza natural, cultural y, sobre todo, humana. Sólo un gobierno que conozca y sienta todo este legado podrá convertirlo en bienestar para Jalisco.

Si está la cercanía para conocer, casi de nombre y apodo, a los más de ocho millones y medio de jaliscienses, también debe estar la confianza para administrar lo que cada una y cada uno aportemos al desarrollo de nuestro estado. Para ello, se requiere un gobierno transparente en las finanzas y honesto hasta la dureza para poder criticarse, cuando sea necesario. Aquí, además de fortalecer los mecanismos institucionales, que son enclenques en el mejor de los casos y pura paja en el peor, se necesita fortalecer los valores. Debemos estar convencidos de que las personas que escojamos para estar al frente de los destinos de Jalisco sean íntegras y probas cuando se trate de cuidar de lo que es de todas y todos. Creo que, en ese sentido, el ideario de nuestro Presidente, que es el Cuarta Transformación lo pinta de cuerpo completo: no robar, no mentir, no traicionar al pueblo. Ahí esta la clave de la confianza que podamos tener en el presente y el futuro de nuestro estado.

En tercer lugar, pero a la misma altura en las prioridades de todos, está la inclusión. Jalisco no se merece gobiernos de cuates, ni que se hagan perfiles sociales para criminalizar a algunos grupos vulnerables. El estado es de todas y todos, porque todas las voluntades suman para transformar nuestro presente: y en especial, necesitaremos de las manos y las conciencias de quienes tradicionalmente han estado apartados de la toma de decisiones. Muy en especial, necesitaremos de las mujeres, para que su voz se escuche y se haga valer en cada propuesta de gobierno. Pero también necesitaremos que las personas de nuestros pueblos originarios, quienes viven con discapacidades, quienes pertenecen a las comunidades LGBT+, y en general, todas y todos quienes han sido dejados de lado durante los últimos 200 años se conviertan en la vanguardia de esta transformación.

Se me empieza a terminar el espacio de esta columna, pero quiero abordar el factor principal para que todo esto se haga realidad. La rendición de cuentas, que más allá de un ejercicio engorroso, lleno de papeleo y de malas interpretaciones, debe convertirse en una convivencia directa entre gobernantes y ciudadanía. Nada de distancias ni de pedestales: solamente gobierno y pueblo hablándose de frente y con la verdad. Que todas y todos pongamos nuestros dichos frente a la prueba del ácido para ver si en realidad son hechos que transforman a Jalisco.

En fin, hay muchas necesidades más que todas y todos compartimos. El hito que suponen los 200 años de vida en común como el alma de nuestro país, nos ponen en el umbral de una nueva historia, ante una oportunidad única para restaurar el tejido que nos une y recordar que nuestros valores y nuestros deseos son la fuerza más potente para transformar Jalisco. Estoy seguro de que lo que compartimos es más fuerte que quienes intentan dividirnos. ¡Este es nuestro momento, el momento de todas y todos!

Redes sociales: @DrCarlosLomeliBolaños

“La esperanza de que se observe la ley fundamental es necesario que no sea ilusoria por más tiempo” o “Que se adopte una economía prudente y que haya pureza y fidelidad en el manejo de los caudales” son frases que cualquier jalisciense podría firmar sin pensarlo en este 2023. Sin embargo, estas son palabras de don Valentín Gómez Farías, médico, gobernador de Jalisco y Presidente de México, quien defendió con la pluma a la Primera Transformación de nuestro país, la Independencia, y construyó con ideas claras y progresistas la Segunda Transformación, la Reforma.

Este es un legado vivo de nuestra historia que nos plantea una cuestión muy importante, porque hoy, nos encontramos ante dos hechos trascendentales: el primero, un aniversario, los 200 años de Jalisco como estado libre y soberano. El segundo, un cambio de fondo en marcha: la Cuarta Transformación que vive México entero y a la que Jalisco llegará con seis años de demora. No habrá tiempo que perder a partir del siguiente año para construir la realidad en la que deseamos vivir y heredarle a nuestras hijas e hijos. Es por ello que todas y todos debemos preguntarnos: ¿cuál es el Jalisco que queremos?

Yo lo tengo muy claro: he dedicado los últimos veinte años de mi vida a proponer respuestas en las que todas y todos nos sintamos identificados. En primer lugar, necesitamos un estado que esté al servicio del pueblo, y no, como pareciera en ocasiones, en su contra. El gobierno del Jalisco en el que quiero vivir debe de ser, en primer lugar, cercano a la gente y a sus necesidades: conocer como la palma de la mano su geografía, sus retos y sus fortalezas, sus liderazgos locales y sus tradiciones. Nuestro estado tiene mucho que ofrecer al mundo, y, por qué no decirlo, también tiene mucho por ganar con toda su riqueza natural, cultural y, sobre todo, humana. Sólo un gobierno que conozca y sienta todo este legado podrá convertirlo en bienestar para Jalisco.

Si está la cercanía para conocer, casi de nombre y apodo, a los más de ocho millones y medio de jaliscienses, también debe estar la confianza para administrar lo que cada una y cada uno aportemos al desarrollo de nuestro estado. Para ello, se requiere un gobierno transparente en las finanzas y honesto hasta la dureza para poder criticarse, cuando sea necesario. Aquí, además de fortalecer los mecanismos institucionales, que son enclenques en el mejor de los casos y pura paja en el peor, se necesita fortalecer los valores. Debemos estar convencidos de que las personas que escojamos para estar al frente de los destinos de Jalisco sean íntegras y probas cuando se trate de cuidar de lo que es de todas y todos. Creo que, en ese sentido, el ideario de nuestro Presidente, que es el Cuarta Transformación lo pinta de cuerpo completo: no robar, no mentir, no traicionar al pueblo. Ahí esta la clave de la confianza que podamos tener en el presente y el futuro de nuestro estado.

En tercer lugar, pero a la misma altura en las prioridades de todos, está la inclusión. Jalisco no se merece gobiernos de cuates, ni que se hagan perfiles sociales para criminalizar a algunos grupos vulnerables. El estado es de todas y todos, porque todas las voluntades suman para transformar nuestro presente: y en especial, necesitaremos de las manos y las conciencias de quienes tradicionalmente han estado apartados de la toma de decisiones. Muy en especial, necesitaremos de las mujeres, para que su voz se escuche y se haga valer en cada propuesta de gobierno. Pero también necesitaremos que las personas de nuestros pueblos originarios, quienes viven con discapacidades, quienes pertenecen a las comunidades LGBT+, y en general, todas y todos quienes han sido dejados de lado durante los últimos 200 años se conviertan en la vanguardia de esta transformación.

Se me empieza a terminar el espacio de esta columna, pero quiero abordar el factor principal para que todo esto se haga realidad. La rendición de cuentas, que más allá de un ejercicio engorroso, lleno de papeleo y de malas interpretaciones, debe convertirse en una convivencia directa entre gobernantes y ciudadanía. Nada de distancias ni de pedestales: solamente gobierno y pueblo hablándose de frente y con la verdad. Que todas y todos pongamos nuestros dichos frente a la prueba del ácido para ver si en realidad son hechos que transforman a Jalisco.

En fin, hay muchas necesidades más que todas y todos compartimos. El hito que suponen los 200 años de vida en común como el alma de nuestro país, nos ponen en el umbral de una nueva historia, ante una oportunidad única para restaurar el tejido que nos une y recordar que nuestros valores y nuestros deseos son la fuerza más potente para transformar Jalisco. Estoy seguro de que lo que compartimos es más fuerte que quienes intentan dividirnos. ¡Este es nuestro momento, el momento de todas y todos!

Redes sociales: @DrCarlosLomeliBolaños