/ viernes 22 de septiembre de 2023

Todo mal

Recientemente salió a la luz el plagio de la tesis de Xóchitl Gálvez, la cual aceptó en parte, no, así como sucedió con la ministra Yasmín Esquivel con quien se mantiene un fuerte debate incluso sobre una serie de anomalías que también pesan en su hoja de vida; en estos 2 sentidos las redes sociales han hecho escarnio de una y de otra, manifestando la división que propició el presidente desde el principio, tocando extremos y haciendo de los debates, una encarnizada polémica donde nadie gana y donde todos pierden.

Quiero decir en esta columna que el tema no se debe centrar ni en Xóchitl ni en Yasmin, no es el plagio de una tesis, sino el marco que va más allá, lo que significaría revisar los trabajos y estudios de cada servidor público, revisar una y otra vez los perfiles y más allá aún, las universidades y sus departamentos de supervisión y revisión, porque curiosamente las casas de estudios investigan al “pirata” y no a quien permitió el plagio, y lo peor, seguramente como esa tesis hay miles, y no todas fueron revisadas minuciosamente.

Lo que se viene en la elección ya lo sabemos, una guerra sucia de todos los bandos, una especie de serie televisiva donde un día darán a conocer un oscuro pasado y al otro también, veremos y escucharemos la versión más baja de un ser humano para destruir a otro ser humano; todo lo que se requiere para que no gane, para que no llegue, para destruirle su carrera, veremos y escucharemos declaraciones que nos harán dudar porque mucho será real, sin duda, y otro más hecho con inteligencia artificial; la meta no tiene escrúpulos ni moral, simplemente será sin compasión.

Y a eso le sumamos que usted y yo que estamos en chats de diversos grupos, donde la política ha llegado a permear los contenidos cotidianos, enlaces, videos, memes, audios y notas que nos hacen arder el estómago, y que contagiamos a otros al reenviarlos y buscar la empatía de lo que sentimos para identificarnos y comenzar a polarizar, a polemizar, a hacerle el juego de quien fue el primero en enviarlo, muchas veces (las más veces) sin corroborar la autenticidad o vigencia del mismo.

Todo Mal, porque entonces no hemos entendido nada de lo que significa el proceso electoral, la democracia y lo que significa el 2024 para la reconstrucción del país; nos escandalizamos por lo que uno hizo y el otro también, ponemos atención a la guerra de declaraciones y desprestigios y no exigimos que los candidatos estén a la altura de lo que necesitamos, se preocupa más el cuarto de guerra de una candidata o un candidato de responder a señalamientos, de la construcción de discursos, proyectos y programas que le den nivel a la futura contienda. Seguro tendremos campañas muy al estilo del 2018, llenas de señalamientos y una que otra promesa que se olvidará en el camino, y donde el electorado entonces se decidirá igual por no votar a votar por alguien que era el menos malo.

Pero esto no es nuevo, hay diputadas y diputados que no saben leer de corrido, hay quienes fueron detenidos por posesión de droga y armas como el de ayer en Hidalgo, y otros más que no tenían estudios avalados, y fueron votados, lo que significa que el electorado votó más con el estómago o por interés particular, que realmente por perfiles que permitieron que se generaran estos resultados.

Les recuerdo que durante las campañas nosotros nos convertimos en una especie de Gerentes de Recursos Humanos, tenemos la oportunidad de elegir, de seleccionar, de involucrarnos y de decidir por convicción propia, no por terceros, no por influencia o amenaza; hoy ya no se llevan acarreados con lonche y un refresco, hoy son conciertos “gratuitos” y aumento en las partidas de los programas sociales, que al final fueron autorizados y no se pueden dar marcha atrás, lo que hace aún más necesario que al votar no se tome en cuenta estos beneficios, votar es la primera enmienda, el primer compromiso con nosotros mismos y con nuestra sociedad; caer en el juego de polarizarnos es el comienzo de que todo volverá a salir mal.

Recientemente salió a la luz el plagio de la tesis de Xóchitl Gálvez, la cual aceptó en parte, no, así como sucedió con la ministra Yasmín Esquivel con quien se mantiene un fuerte debate incluso sobre una serie de anomalías que también pesan en su hoja de vida; en estos 2 sentidos las redes sociales han hecho escarnio de una y de otra, manifestando la división que propició el presidente desde el principio, tocando extremos y haciendo de los debates, una encarnizada polémica donde nadie gana y donde todos pierden.

Quiero decir en esta columna que el tema no se debe centrar ni en Xóchitl ni en Yasmin, no es el plagio de una tesis, sino el marco que va más allá, lo que significaría revisar los trabajos y estudios de cada servidor público, revisar una y otra vez los perfiles y más allá aún, las universidades y sus departamentos de supervisión y revisión, porque curiosamente las casas de estudios investigan al “pirata” y no a quien permitió el plagio, y lo peor, seguramente como esa tesis hay miles, y no todas fueron revisadas minuciosamente.

Lo que se viene en la elección ya lo sabemos, una guerra sucia de todos los bandos, una especie de serie televisiva donde un día darán a conocer un oscuro pasado y al otro también, veremos y escucharemos la versión más baja de un ser humano para destruir a otro ser humano; todo lo que se requiere para que no gane, para que no llegue, para destruirle su carrera, veremos y escucharemos declaraciones que nos harán dudar porque mucho será real, sin duda, y otro más hecho con inteligencia artificial; la meta no tiene escrúpulos ni moral, simplemente será sin compasión.

Y a eso le sumamos que usted y yo que estamos en chats de diversos grupos, donde la política ha llegado a permear los contenidos cotidianos, enlaces, videos, memes, audios y notas que nos hacen arder el estómago, y que contagiamos a otros al reenviarlos y buscar la empatía de lo que sentimos para identificarnos y comenzar a polarizar, a polemizar, a hacerle el juego de quien fue el primero en enviarlo, muchas veces (las más veces) sin corroborar la autenticidad o vigencia del mismo.

Todo Mal, porque entonces no hemos entendido nada de lo que significa el proceso electoral, la democracia y lo que significa el 2024 para la reconstrucción del país; nos escandalizamos por lo que uno hizo y el otro también, ponemos atención a la guerra de declaraciones y desprestigios y no exigimos que los candidatos estén a la altura de lo que necesitamos, se preocupa más el cuarto de guerra de una candidata o un candidato de responder a señalamientos, de la construcción de discursos, proyectos y programas que le den nivel a la futura contienda. Seguro tendremos campañas muy al estilo del 2018, llenas de señalamientos y una que otra promesa que se olvidará en el camino, y donde el electorado entonces se decidirá igual por no votar a votar por alguien que era el menos malo.

Pero esto no es nuevo, hay diputadas y diputados que no saben leer de corrido, hay quienes fueron detenidos por posesión de droga y armas como el de ayer en Hidalgo, y otros más que no tenían estudios avalados, y fueron votados, lo que significa que el electorado votó más con el estómago o por interés particular, que realmente por perfiles que permitieron que se generaran estos resultados.

Les recuerdo que durante las campañas nosotros nos convertimos en una especie de Gerentes de Recursos Humanos, tenemos la oportunidad de elegir, de seleccionar, de involucrarnos y de decidir por convicción propia, no por terceros, no por influencia o amenaza; hoy ya no se llevan acarreados con lonche y un refresco, hoy son conciertos “gratuitos” y aumento en las partidas de los programas sociales, que al final fueron autorizados y no se pueden dar marcha atrás, lo que hace aún más necesario que al votar no se tome en cuenta estos beneficios, votar es la primera enmienda, el primer compromiso con nosotros mismos y con nuestra sociedad; caer en el juego de polarizarnos es el comienzo de que todo volverá a salir mal.