/ lunes 23 de octubre de 2023

No cuajó

El pasado mes de septiembre se sentía un aire de ánimo y esperanza en las oficinas del Frente Amplio por México, parecía que había encontrado a quien, en su imaginación, podría dar batalla rumbo a 2024 y recuperar Palacio Nacional. Sin embargo, a casi dos meses de esos optimistas días las oficinas ya no suenan tan alegres.

El decepcionante desempeño de Gálvez, la nula propuesta de nuevas soluciones y la resistencia que ha demostrado Morena parece que ha repercutido en la percepción no sólo de la ciudadanía sino de los partidos opositores y su militancia, cada vez Gálvez está más perdida; y esa catástrofe no obedece únicamente a su persona, incluso podemos explicar este fracaso, creo, desde tres aristas: los partidos, el frente y la misma candidata.

Los partidos. Esas “entidades de interés público”, como se les define en la normativa mexicana, son desde luego el gran lastre de Gálvez, Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática son marcas que en términos generales son repudiadas en México se han alejado de su definición, dejando de ser de interés público y más bien vinculadas a la guerra contra el narcotráfico, la corrupción y la traición, respectivamente han logrado instaurarse en el imaginario colectivo como el pasado no grato del país; sin embargo ella los necesita, sabe que sola, sin la estructura de los partidos es imposibles que llegue más allá de una alcaldía de capital.

Esa es la contradicción, una candidata “ciudadana” que debe alejarse de las malas marcas partidistas que la acompañan pero las necesita para dotar de fuerza a una candidatura de periodicazos. Gálvez lo sabe, y se ha tratado de alejar, pero eso los partidos lo han resentido.

El Frente. La quimera política mexicana que sentó en la mesa a los rivales históricos y los forzó a trabajar en “sintonía”, bajo la tutela de Claudio X ha sido, creo yo, el error más profundo de toda esta novela. La política no es una operación matemática, donde 2+2 son 4, Claudio y todo su séquito creían que sentando al segundo lugar con el tercero iban a llegar al primero, y están lejos de lograrlo, ejemplo de esto son las últimas encuestas serias del mes de octubre, con ventajas que van hasta los 30 puntos para la alianza de la 4T, o que a la fecha en las elecciones a gobernador la alianza de la 4T ha logrado conquistar diecisiete entidades, mientras que el Frente solo ha logrado retener cinco.

Y si no fuera suficiente este error político, se trató de poner al Frente como un resultado del esfuerzo desinteresado de la ciudadanía, con un proceso para elegir a la coordinadora o coordinador de la formación del Frente a través de un proceso “democrático y ciudadano” pero que resultó en la presión de los participantes a renunciar a sus aspiraciones para dejar que Gálvez llegará lo más intacta posible, rematando con un evento en la rotonda del Ángel de la Independencia que no pudieron ni llenar. Que le avisen al frente que la ciudadanía no son unas cuantas ACS.

La candidata. Una mujer de mediana edad, de mediano ángel y mediana congruencia, es como yo definiría a Gálvez, una mujer que tiene lo que la elite mexicana cree que somos las y los mexicanos, personas estereotipadas que usamos huipiles y decimos malas palabras, pero está lejos de conectar con el pueblo de México. Una mujer con una historia de “éxito” que refuerza la narrativa echaleganista de los conservadores, pero que no nombra el amiguismo del que echó mano Gálvez para llegar a donde está y que claramente no termina de cuajar con las y los mexicanos, y creo que lo más triste, una mujer que parece que dobló las manos ante las presiones partidistas, y lo que antes era una defensa por el derecho de las mujeres a decidir hoy es una respuesta tibia, lo que antes era el derecho a la diversidad hoy son cafecitos con la derecha rancia de México, y lo que era que con ella no cabían “ni huevones, ni rateros, ni pendejos” hoy son su equipo.

Ese es el escenario de la oposición de cara a 2024, unos partidos que son necesarios, pero cuestan y cuestan mucho, un frente que no sabe sumar votos pero sí restar posiciones y una candidata que no cuajó, y que parece que no va por el camino correcto para poder cuajar

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FB Liliana Olea

TW @LiliOleaFrias

ING @lilianaoleafrias

El pasado mes de septiembre se sentía un aire de ánimo y esperanza en las oficinas del Frente Amplio por México, parecía que había encontrado a quien, en su imaginación, podría dar batalla rumbo a 2024 y recuperar Palacio Nacional. Sin embargo, a casi dos meses de esos optimistas días las oficinas ya no suenan tan alegres.

El decepcionante desempeño de Gálvez, la nula propuesta de nuevas soluciones y la resistencia que ha demostrado Morena parece que ha repercutido en la percepción no sólo de la ciudadanía sino de los partidos opositores y su militancia, cada vez Gálvez está más perdida; y esa catástrofe no obedece únicamente a su persona, incluso podemos explicar este fracaso, creo, desde tres aristas: los partidos, el frente y la misma candidata.

Los partidos. Esas “entidades de interés público”, como se les define en la normativa mexicana, son desde luego el gran lastre de Gálvez, Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática son marcas que en términos generales son repudiadas en México se han alejado de su definición, dejando de ser de interés público y más bien vinculadas a la guerra contra el narcotráfico, la corrupción y la traición, respectivamente han logrado instaurarse en el imaginario colectivo como el pasado no grato del país; sin embargo ella los necesita, sabe que sola, sin la estructura de los partidos es imposibles que llegue más allá de una alcaldía de capital.

Esa es la contradicción, una candidata “ciudadana” que debe alejarse de las malas marcas partidistas que la acompañan pero las necesita para dotar de fuerza a una candidatura de periodicazos. Gálvez lo sabe, y se ha tratado de alejar, pero eso los partidos lo han resentido.

El Frente. La quimera política mexicana que sentó en la mesa a los rivales históricos y los forzó a trabajar en “sintonía”, bajo la tutela de Claudio X ha sido, creo yo, el error más profundo de toda esta novela. La política no es una operación matemática, donde 2+2 son 4, Claudio y todo su séquito creían que sentando al segundo lugar con el tercero iban a llegar al primero, y están lejos de lograrlo, ejemplo de esto son las últimas encuestas serias del mes de octubre, con ventajas que van hasta los 30 puntos para la alianza de la 4T, o que a la fecha en las elecciones a gobernador la alianza de la 4T ha logrado conquistar diecisiete entidades, mientras que el Frente solo ha logrado retener cinco.

Y si no fuera suficiente este error político, se trató de poner al Frente como un resultado del esfuerzo desinteresado de la ciudadanía, con un proceso para elegir a la coordinadora o coordinador de la formación del Frente a través de un proceso “democrático y ciudadano” pero que resultó en la presión de los participantes a renunciar a sus aspiraciones para dejar que Gálvez llegará lo más intacta posible, rematando con un evento en la rotonda del Ángel de la Independencia que no pudieron ni llenar. Que le avisen al frente que la ciudadanía no son unas cuantas ACS.

La candidata. Una mujer de mediana edad, de mediano ángel y mediana congruencia, es como yo definiría a Gálvez, una mujer que tiene lo que la elite mexicana cree que somos las y los mexicanos, personas estereotipadas que usamos huipiles y decimos malas palabras, pero está lejos de conectar con el pueblo de México. Una mujer con una historia de “éxito” que refuerza la narrativa echaleganista de los conservadores, pero que no nombra el amiguismo del que echó mano Gálvez para llegar a donde está y que claramente no termina de cuajar con las y los mexicanos, y creo que lo más triste, una mujer que parece que dobló las manos ante las presiones partidistas, y lo que antes era una defensa por el derecho de las mujeres a decidir hoy es una respuesta tibia, lo que antes era el derecho a la diversidad hoy son cafecitos con la derecha rancia de México, y lo que era que con ella no cabían “ni huevones, ni rateros, ni pendejos” hoy son su equipo.

Ese es el escenario de la oposición de cara a 2024, unos partidos que son necesarios, pero cuestan y cuestan mucho, un frente que no sabe sumar votos pero sí restar posiciones y una candidata que no cuajó, y que parece que no va por el camino correcto para poder cuajar

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