Durante la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, se habló muchísimo respecto de la orfandad Morena experimentó cuando el Presidente y muchos cuadros dirigentes del partido lo dejaron, formalmente hablando, para ir al Gobierno. Esta orfandad, transformada en un vacío político, fue campo fértil para los múltiples conflictos que durante la etapa temprana de desarrollo político dentro de Morena, impidieron la transición eficaz entre la expresión de partido, movimiento y un partido político que tuviera una vida orgánica real. Esto impidió durante mucho tiempo que su ordenación correspondiera con los objetivos políticos del movimiento en mayor medida que con los objetivos personales de los cuadros que lo habían constituido.
Hoy dicha orfandad del partido político resolvió con la elección, aunque no libre de problemas, pero sí ya al fin reconocida, de un dirigente partidista y de cuadros que han se han encargado de organizar el partido durante sucesivas elecciones. Con contadas excepciones, estos cuadros han sido eficaces a la hora de ganar elecciones, sin embargo, ahora que la doctora Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la coordinación más amplia del movimiento, se experimentará con su triunfo como presidenta de la República una orfandad similar
Por ello, debemos comenzar a responder preguntas básicas respecto de qué implica ser obradorista y qué implica “construir el segundo piso de la Cuarta Transformación”. Estas preguntas serán respondidas sólo en parte por la Doctora Sheinbaum. A los cuadros del partido les corresponderá el jugar un papel ideológico mucho más activo que en el pasado. Durante la primera etapa del movimiento, el obradorismo correspondió en sistematizar e interpretar las declaraciones y acciones políticas del Presidente para construir un cúmulo de ideas que fuera coherente con la Cuarta Transformación en los términos que el propio Presidente lo planteó: combate a la corrupción, coherencia política y no separación de las bases populares.
Los postulados básicos del obradorismo, como la soberanía energética, la desconfianza de las organizaciones no gubernamentales financiadas desde el extranjero, un soberanismo que antepone los intereses de México (siempre que es posible) ante los de Estados Unidos y el jugar un papel de resorte estratégico en los intereses de América Latina son algunas de sus ideas fundamentales.
Sin embargo, a pesar de su buena gestión de la macroeconomía, su atracción de inversión y su fortalecimiento de la moneda, el obradorismo actual deja interrogantes respecto de qué hacer con los pendientes en materia de conducción económica. Por ejemplo, más allá del ser eficiente a la hora de recaudar más bien impuestos, ¿qué es lo que debe hacerse con empresarios oligarcas que están en franca rebeldía del nuevo proyecto de país y que encabezan ahora una abierta e ideológica oposición a la Cuarta Transformación? Inicialmente expresaron simpatía por el presidente, pero es claro que lo hicieron para congraciarse con él a efecto de proteger sus empresas y sus ganancias, no por nada más.
Hoy también existen interrogantes relativas a cómo se fijará la agenda del movimiento. Más allá de lo que se ha logrado establecer a través de las conferencias matutinas, no queda claro si dichas conferencias podrán seguir teniendo el mismo formato y la misma frecuencia, sobre todo cuando es previsible que los medios de comunicación masivos sigan distorsionando la agenda pública con mayor fuerza que antes. Estos medios comenzarán a atacar a la Doctora Claudia Sheinbaum por flancos insospechados, debido a que ella es un complemento del presidente López Obrador con un perfil más técnico. Sheinbaum tendrá muchísimas fortalezas a la hora de instrumentar sus acciones de gobierno, sin embargo, el asedio mediático del que ya fue víctima por las complejidades de haber gobernado la una de las ciudades más complejas del mundo, serán elementos para tomar en cuenta en las futuras conferencias matutinas.
La oposición más reaccionaria en México ya ha dado algunas claves para entender cuáles serán los flancos de ataque a los que nos enfrentaremos muy pronto. En primera instancia, una mezcolanza conspirativa, junto con leyendas negras antisemitas. Éstas, servirán para endurecer al núcleo más fuerte del conservadurismo en México, seguramente comenzarán a circular bulos relativos a la imposición de una “agenda de gobierno mundial”.
Gracias a los partidos de ultraderecha en otras partes del mundo, tenemos ejemplos muy claros de cómo el nacionalcatolicismo (p.ej. Polonia) recrudecerá sus ataques contra un perfil como el de la doctora Claudia Sheinbaum. Es difícil saber cómo estos ataques resonarán en la conciencia más reaccionaria de algunos sectores de la población, debido a que los ataques ahora no solamente serán clasistas, como primordialmente lo fueron contra el presidente López Obrador, sino que tomarán una connotación mucho más racista y procurarán enfrentar a distintas confesiones de fe entre sí para abrir una grieta adicional a la de las clases sociales e intentar que las clases populares defiendan sus intereses identitarios antes que los de su clase social.
Esta reflexión tiene espacio de existir gracias a la especie de pausa que existe ahora mismo en la discusión pública que nace de la debilidad de Xóchitl Gálvez, pero también de un silencio estratégico de las capas más reaccionarias de la oposición en México. Excepto por Eduardo Verástegui, la reacción en México sigue guardando dicho silencio poniendo sus esperanzas de qu la metamorfosis de Xóchitl finalmente la convierta en Juan Pueblo.
Este silencio no durará mucho. Seguramente veremos cómo el gran empresariado se organizará para atacar de maneras distintas – los opinadores de Latinus ya prefiguran estos ataques. El caracterizar a la Doctora Sheinbaum como una persona “de clase alta” en oposición a López Obrador, a quien ellos caracterizan como un plebeyo.
Esta búsqueda de la contradicción por la diferencia del perfil de la doctora Claudia Sheinbaum, relativo al liderazgo del presidente López Obrador, probablemente será poco exitosa porque está dirigida a la base simpatizante del movimiento de la Cuarta Transformación. En realidad, lo que las capas reaccionarias esperan escuchar no es si la doctora Claudia Sheinbaum es de clase alta o no, sino más bien cómo culparla del derrumbe de los valores de la civilización occidental, acentuar de nuevo una falsa crisis de valores en la que insistirá a la derecha y también el caracterizarla como parte de una conspiración para implementar una agenda internacional que dañará la soberanía de México en los términos en los que la derecha la define – la libertad de tener empresas, de defender al Dios dinero desde un catolicismo distorsionado y la libertad de defenderse de las capas empobrecidas.
Para ello será indispensable que los postulados del obradorismo sean construidos y actualizados para enfrentar esta nueva coyuntura y que insistamos en una defensa de la soberanía desde los intereses de las mayorías de México. El soberanismo energético deberá extender su campo de acción a la conducción de la economía y deberá abrirse una discusión franca y directa para resolver el problema de los oligarcas que tienen todavía un coto de poder demasiado grande y que a mitades del segundo piso de la Cuarta Transformación, seguramente endurecerán su resistencia a que se siga transformando la economía en favor de las mayorías.