/ viernes 5 de enero de 2024

Lenia, la profanadora

Quienes conocen la Suprema Corte De La Nación saben que ahí la gente que ahí trabaja es distinta a los demás. Es casi imposible escuchar sus pasos en los pasillos. Esto se debe a que esas personas levitan a 2 centímetros del suelo. Uno podría pensar que esto obedece a razones religiosas o incluso místicas. Después de todo, la Suprema Corte es una cerrada cofradía de personas que comparten la interpretación de escrituras que ellos consideran sagradas.

Sin embargo, en días recientes llegó a ese recinto Lenia, la profanadora. La nueva ministra llega el final de una época. En esta época se profanó y se desmitificó la política como algo hecho por personas selectas, distintas, “mejores”. Esta profanación vino acompañada de la destrucción del espejo en el que se me miraba el pueblo mexicano. Un espejo que arrojaba una imagen falsa de incapacidad, de inferioridad, un espejo construido por las personas que levitan a 2 centímetros del suelo.

Lenia la profanadora ha causado el enojo de una parte del gremio de los abogados que creen que una persona que estuvo en un pleito vecinal y ha vivido experiencias parecidas a las de la mayoría de la gente es indigna de levitar con ellos a 2 centímetros del suelo. El desfallecimiento de los expertos, que traicionan el arte de la interpretación jurídica, hace que llamen ignorancia a cualquier criterio distinto de su tradición de pensamiento.

Lenia la profanadora dio un discurso alejado del lenguaje jurídico, un lenguaje capaz de ocultar la injusticia detrás del procedimiento. En su discurso, la ministra profanadora se atrevió a vincular la labor de las leyes y de los ministros de la suprema Corte de Justicia con las preocupaciones de la gente. La gente, que constituye el basamento del Estado mexicano. La propia Constitución reconoce que el orden y la existencia del Estado mexicano dimana del concepto de soberanía y de la potestad del pueblo mexicano de gobernarse a sí mismo, de tal o cual manera.

Lenia la profanadora siguió en su embestida, señalando que la suprema corte ha invertido la relación que debe existir entre las leyes y los ministros. El ala conservadora de la corte, cada vez de manera más novedosa y administrativa, se aleja de la defensa del texto original de nuestra Constitución. Jamás procura interpretar la intención original del texto, ni situarla en la actualidad. Es así como han nacido engendros jurídicos como la nulidad de las leyes aprobadas por el Congreso por no ser “suficientemente discutidas”. Hoy es así como se justifica la antijuridicidad de que los ministros deben ganar más que el Presidente.

La cofradía de abogados conservadores no logra entender cómo ni por qué llegó Lenia la profanadora a la suprema corte. Son víctimas de sí mismos y su cerrazón. Les ciega la muralla que ellos mismos pusieron entre la sociedad, su gremio y la suprema corte. ¿Por qué la gente prefiere a alguien que llega a profanar su sagrado santuario, que la defensa abstracta de algún libro o alguna tesis aislada?

Porque México fue marcado por la injusticia y en el pasado autoritario. La Suprema Corte no fue relevante en la lucha democrática en México y es ahora cuando se activa y se politiza, después de sucesivos fraudes, elecciones de Estado y leyes que dañaron a la gente que debían proteger. Ahora, con discusión sin piedad de todos los asuntos que son importantes, la Suprema Corte tiene un papel novedoso que debe cumplir. Si logra entenderlo, podrá insertarse en el nuevo orden soberanista. Si se resiste, se estrellará contra una pared y será necesario que Lenia la profanadora le acompañen millones de personas a desbordar el dique jurídico y la muralla que la suprema corte construyó alrededor de sí misma.

Quienes conocen la Suprema Corte De La Nación saben que ahí la gente que ahí trabaja es distinta a los demás. Es casi imposible escuchar sus pasos en los pasillos. Esto se debe a que esas personas levitan a 2 centímetros del suelo. Uno podría pensar que esto obedece a razones religiosas o incluso místicas. Después de todo, la Suprema Corte es una cerrada cofradía de personas que comparten la interpretación de escrituras que ellos consideran sagradas.

Sin embargo, en días recientes llegó a ese recinto Lenia, la profanadora. La nueva ministra llega el final de una época. En esta época se profanó y se desmitificó la política como algo hecho por personas selectas, distintas, “mejores”. Esta profanación vino acompañada de la destrucción del espejo en el que se me miraba el pueblo mexicano. Un espejo que arrojaba una imagen falsa de incapacidad, de inferioridad, un espejo construido por las personas que levitan a 2 centímetros del suelo.

Lenia la profanadora ha causado el enojo de una parte del gremio de los abogados que creen que una persona que estuvo en un pleito vecinal y ha vivido experiencias parecidas a las de la mayoría de la gente es indigna de levitar con ellos a 2 centímetros del suelo. El desfallecimiento de los expertos, que traicionan el arte de la interpretación jurídica, hace que llamen ignorancia a cualquier criterio distinto de su tradición de pensamiento.

Lenia la profanadora dio un discurso alejado del lenguaje jurídico, un lenguaje capaz de ocultar la injusticia detrás del procedimiento. En su discurso, la ministra profanadora se atrevió a vincular la labor de las leyes y de los ministros de la suprema Corte de Justicia con las preocupaciones de la gente. La gente, que constituye el basamento del Estado mexicano. La propia Constitución reconoce que el orden y la existencia del Estado mexicano dimana del concepto de soberanía y de la potestad del pueblo mexicano de gobernarse a sí mismo, de tal o cual manera.

Lenia la profanadora siguió en su embestida, señalando que la suprema corte ha invertido la relación que debe existir entre las leyes y los ministros. El ala conservadora de la corte, cada vez de manera más novedosa y administrativa, se aleja de la defensa del texto original de nuestra Constitución. Jamás procura interpretar la intención original del texto, ni situarla en la actualidad. Es así como han nacido engendros jurídicos como la nulidad de las leyes aprobadas por el Congreso por no ser “suficientemente discutidas”. Hoy es así como se justifica la antijuridicidad de que los ministros deben ganar más que el Presidente.

La cofradía de abogados conservadores no logra entender cómo ni por qué llegó Lenia la profanadora a la suprema corte. Son víctimas de sí mismos y su cerrazón. Les ciega la muralla que ellos mismos pusieron entre la sociedad, su gremio y la suprema corte. ¿Por qué la gente prefiere a alguien que llega a profanar su sagrado santuario, que la defensa abstracta de algún libro o alguna tesis aislada?

Porque México fue marcado por la injusticia y en el pasado autoritario. La Suprema Corte no fue relevante en la lucha democrática en México y es ahora cuando se activa y se politiza, después de sucesivos fraudes, elecciones de Estado y leyes que dañaron a la gente que debían proteger. Ahora, con discusión sin piedad de todos los asuntos que son importantes, la Suprema Corte tiene un papel novedoso que debe cumplir. Si logra entenderlo, podrá insertarse en el nuevo orden soberanista. Si se resiste, se estrellará contra una pared y será necesario que Lenia la profanadora le acompañen millones de personas a desbordar el dique jurídico y la muralla que la suprema corte construyó alrededor de sí misma.