/ lunes 28 de agosto de 2023

La resistencia vive

Hay hechos que no se borran de la memoria. Despertar un día y ver el campamento rodeado a punta de metralleta, el impacto primero sumado al terror colectivo, como si alguien de repente decidiera que tú y tus amigos debían ser tratados como delincuentes, es una imagen que nunca se me va a borrar. El pasado 19 de agosto se cumplieron 2 años del violento desalojo que padecimos estudiantes y vecinos del parque Resistencia Huentitán, sustentado supuestamente poruna orden de restitución emitida por el juez Felipe de Jesús Rivera que de manera posterior fue declarada como ilegal. La Fiscalía del estado nos desalojó como viles delincuentes, a punta de metralleta, y con la amenaza de desaparecernos, siendo que en Jalisco se vive la crisis más grave de personas desaparecidas. Al día de hoy nos faltan 15 mil personas, 15 mil desaparecidxs, 15 mil historias de dolor.

La palabra traición es parte del ADN de la mayoría de la clase política. Unos días antes del desalojo, el entonces presidente municipal interino de Guadalajara, del partido Movimiento Ciudadano (MC), Eduardo Lomelí, que ahora se desempeña como Secretario General del ayuntamiento, fue a visitarnos al predio y acordamos públicamente una ruta de diálogo para resolver el conflicto; una mesa de trabajo con las autoridades, la empresa y vecinos. Nos ofreció garantías a cambio de confianza, pero todo fueron mentiras para quebajáramos la guardia. No contaba con que habíamos instaladocámaras de seguridad, mismas con las que evidenciamos su actuar.

El sello de MC ha sido tratar de engañar a los colectivos, intentar aplastarlos con toda su fuerza para intimidarles, invisibilizar sus acciones en la opinión y memoria pública y hasta su existencia “ni los veo ni los oigo”. Para muestra de lo anterior existen muchos casos como el parque San Rafael, el Parque Resistencia Huentitán, el parque Morelos, el Nixticuil, el parque Arcos de Guadalupe, el Bosque de la Primavera, el Palomar y Santa Anita, entre muchos otos.

Tras una década de enfrentar un robo sistematizado de áreas verdes y espacios públicos en la ciudad con la complicidad del silencio de instituciones como la PRODEUR, es evidente que este camino no está siendo efectivo. Tenemos que seguir luchando o las consecuencias medioambientales se tornarán más agudas. Y es que problemas como el calorinsoportable, la escasez de agua, las inundaciones, el precio de las rentas, contribuyen a que en lugar de recibir atención empeore nuestra calidad de vida.

Frente a los esfuerzos de colectivos por obtener justicia en los tribunales, proceso que en el mejor de los casos implica de 4 a 10 años, y que además requiere una inversión económica y de tiempo importante; la memoria colectiva es una nueva alternativa de justicia. Y es que la opinión pública tiene incidencia en la confianza de la gente, en la motivación, detrás de cada manifestación, grito, cartel, barda, etc. En cada antimonumento intervenido se levanta el espíritu de lucha, porque solo así podemos construir una ciudad más justa. Dotar a las personas y colectivos de los recursos técnicos es el único camino para garantizar que la ciudad no pierda un metro más de parque o espacio público. En suma, cerrar filas frente a la persecución política y hacia activistas, es el único camino para garantizar un futuro mejor.

Hay hechos que no se borran de la memoria. Despertar un día y ver el campamento rodeado a punta de metralleta, el impacto primero sumado al terror colectivo, como si alguien de repente decidiera que tú y tus amigos debían ser tratados como delincuentes, es una imagen que nunca se me va a borrar. El pasado 19 de agosto se cumplieron 2 años del violento desalojo que padecimos estudiantes y vecinos del parque Resistencia Huentitán, sustentado supuestamente poruna orden de restitución emitida por el juez Felipe de Jesús Rivera que de manera posterior fue declarada como ilegal. La Fiscalía del estado nos desalojó como viles delincuentes, a punta de metralleta, y con la amenaza de desaparecernos, siendo que en Jalisco se vive la crisis más grave de personas desaparecidas. Al día de hoy nos faltan 15 mil personas, 15 mil desaparecidxs, 15 mil historias de dolor.

La palabra traición es parte del ADN de la mayoría de la clase política. Unos días antes del desalojo, el entonces presidente municipal interino de Guadalajara, del partido Movimiento Ciudadano (MC), Eduardo Lomelí, que ahora se desempeña como Secretario General del ayuntamiento, fue a visitarnos al predio y acordamos públicamente una ruta de diálogo para resolver el conflicto; una mesa de trabajo con las autoridades, la empresa y vecinos. Nos ofreció garantías a cambio de confianza, pero todo fueron mentiras para quebajáramos la guardia. No contaba con que habíamos instaladocámaras de seguridad, mismas con las que evidenciamos su actuar.

El sello de MC ha sido tratar de engañar a los colectivos, intentar aplastarlos con toda su fuerza para intimidarles, invisibilizar sus acciones en la opinión y memoria pública y hasta su existencia “ni los veo ni los oigo”. Para muestra de lo anterior existen muchos casos como el parque San Rafael, el Parque Resistencia Huentitán, el parque Morelos, el Nixticuil, el parque Arcos de Guadalupe, el Bosque de la Primavera, el Palomar y Santa Anita, entre muchos otos.

Tras una década de enfrentar un robo sistematizado de áreas verdes y espacios públicos en la ciudad con la complicidad del silencio de instituciones como la PRODEUR, es evidente que este camino no está siendo efectivo. Tenemos que seguir luchando o las consecuencias medioambientales se tornarán más agudas. Y es que problemas como el calorinsoportable, la escasez de agua, las inundaciones, el precio de las rentas, contribuyen a que en lugar de recibir atención empeore nuestra calidad de vida.

Frente a los esfuerzos de colectivos por obtener justicia en los tribunales, proceso que en el mejor de los casos implica de 4 a 10 años, y que además requiere una inversión económica y de tiempo importante; la memoria colectiva es una nueva alternativa de justicia. Y es que la opinión pública tiene incidencia en la confianza de la gente, en la motivación, detrás de cada manifestación, grito, cartel, barda, etc. En cada antimonumento intervenido se levanta el espíritu de lucha, porque solo así podemos construir una ciudad más justa. Dotar a las personas y colectivos de los recursos técnicos es el único camino para garantizar que la ciudad no pierda un metro más de parque o espacio público. En suma, cerrar filas frente a la persecución política y hacia activistas, es el único camino para garantizar un futuro mejor.