/ lunes 23 de octubre de 2023

Recuperar la herencia de Guadalajara


“La cultura determina nuestra manera de ver la vida”, afirmación que escuché del Mtro. Tonatiuh Bravo el pasado miércoles en el foro “La vivienda como un derecho”. Comparto este pensamiento y cuestiono si en Guadalajara realmente existe acceso a la cultura. Si repasamos la historia de nuestra ciudad nos daremos cuenta que desde sus inicios Guadalajara ha sido una ciudad desigual. La Calzada Independencia ha marcado la línea divisora de clases y determinante del acceso a servicios y bienestar. Quienes viven en el oriente no tienen el mismo acceso a la cultura, muestra de ello es que todos los teatros se encuentran de la Calzada para allá, es decir, al poniente.

En el foro, el Dr. Fernando Córdova agregó que la asimetría no solo se ve en la cultura, también existe una gran desigualdad en el acceso al disfrute de la ciudad; y esto se puede comprobar en materia de infraestructura. En el oriente solo hay una ciclovía (la que pasa por CUCEI); no hay teatros, ni casi museos, las pocas áreas verdes se encuentran bajo amenaza, Huentitán y San Rafael, además de un transporte público que no conecta, el macroperiférico trunco.

La renuncia de los ayuntamientos a defender el espacio público (parques, edificios, explanadas) y entregarlo como mercancía de cambio a las inmobiliarias es evidente, según explicó la Mtra. Ma. Elena González, presidenta del colegio de arquitectos, en el mismo foro. Esto es una enfermedad en las grandes urbes, desarrollar la ciudad pensándola como un instrumento de inversión donde las personas paguen rentas impagables o compren casas con deudas para toda su vida. Si la mayor parte del precio de venta es la “plusvalía”, no el material de la casa, este enfoque nos llevará tarde o temprano al caos. De acuerdo con cifras de Jonathan Lomelí, Jalisco es el estado con más vivienda desocupada en las construidas en los últimos 5 años. Los depas y casas nuevas en Jalisco están SOLAS porque NO son para sus habitantes, son para que un grupo viva de sus rentas.

En la clase que imparto en la universidad, con frecuencia debatimos este tema: ¿la vivienda debe ser un instrumento para vivir de él o para que viva la mayoría? ¿A quién le pertenece la ciudad?, ¿a los ciudadanos o a quienes pueden pagar por ella?

Cuando he tenido la oportunidad de hablar con actores políticos y planteo la urgencia de que el Estado regule la propiedad o posesión de la vivienda, noto su reticencia a “tocar la propiedad privada”, sin embargo considero que debería de sorprenderles más que la gente se quede sin casa, sepultada en su pobreza de tiempo y con una calidad de vida bajísima, consecuencia de la marginación.

La ciudad, los servicios, la infraestructura y su disfrute, no la construyó una sola persona o un grupo de empresarios, fue la sociedad tras muchos años de inversión pública, por tanto, es una herencia y un capital social, representa el trabajo de cientos de habitantes, y no puede ser acaparado ni usufructuado por unos cuantos; debe ser un activo puesto al servicio de la mayoría, para generar mayor bienestar, para que nuestra calidad de vida no esté determinada por una línea divisoria, para que todas y todos vivamos una Guadalajara con posibilidades, con sueños, con justicia.

La realidad de hoy es insostenible, es cuestión de tiempo para que la reforma urbana llegue porque el modelo actual de ciudad está perjudicando a la mayoría. Como escuché en el foro, “las ciudades son una herencia de generación tras generación entre sus habitantes y precisamente en ellos es que radica el sentido de una ciudad”. Recuperemos nuestra herencia de las manos de quienes hoy hacen negocios con ella. Guadalajara es de todas y todos, recobremos el sentido, hagamos justicia a años de trabajo, habitemos el territorio.


“La cultura determina nuestra manera de ver la vida”, afirmación que escuché del Mtro. Tonatiuh Bravo el pasado miércoles en el foro “La vivienda como un derecho”. Comparto este pensamiento y cuestiono si en Guadalajara realmente existe acceso a la cultura. Si repasamos la historia de nuestra ciudad nos daremos cuenta que desde sus inicios Guadalajara ha sido una ciudad desigual. La Calzada Independencia ha marcado la línea divisora de clases y determinante del acceso a servicios y bienestar. Quienes viven en el oriente no tienen el mismo acceso a la cultura, muestra de ello es que todos los teatros se encuentran de la Calzada para allá, es decir, al poniente.

En el foro, el Dr. Fernando Córdova agregó que la asimetría no solo se ve en la cultura, también existe una gran desigualdad en el acceso al disfrute de la ciudad; y esto se puede comprobar en materia de infraestructura. En el oriente solo hay una ciclovía (la que pasa por CUCEI); no hay teatros, ni casi museos, las pocas áreas verdes se encuentran bajo amenaza, Huentitán y San Rafael, además de un transporte público que no conecta, el macroperiférico trunco.

La renuncia de los ayuntamientos a defender el espacio público (parques, edificios, explanadas) y entregarlo como mercancía de cambio a las inmobiliarias es evidente, según explicó la Mtra. Ma. Elena González, presidenta del colegio de arquitectos, en el mismo foro. Esto es una enfermedad en las grandes urbes, desarrollar la ciudad pensándola como un instrumento de inversión donde las personas paguen rentas impagables o compren casas con deudas para toda su vida. Si la mayor parte del precio de venta es la “plusvalía”, no el material de la casa, este enfoque nos llevará tarde o temprano al caos. De acuerdo con cifras de Jonathan Lomelí, Jalisco es el estado con más vivienda desocupada en las construidas en los últimos 5 años. Los depas y casas nuevas en Jalisco están SOLAS porque NO son para sus habitantes, son para que un grupo viva de sus rentas.

En la clase que imparto en la universidad, con frecuencia debatimos este tema: ¿la vivienda debe ser un instrumento para vivir de él o para que viva la mayoría? ¿A quién le pertenece la ciudad?, ¿a los ciudadanos o a quienes pueden pagar por ella?

Cuando he tenido la oportunidad de hablar con actores políticos y planteo la urgencia de que el Estado regule la propiedad o posesión de la vivienda, noto su reticencia a “tocar la propiedad privada”, sin embargo considero que debería de sorprenderles más que la gente se quede sin casa, sepultada en su pobreza de tiempo y con una calidad de vida bajísima, consecuencia de la marginación.

La ciudad, los servicios, la infraestructura y su disfrute, no la construyó una sola persona o un grupo de empresarios, fue la sociedad tras muchos años de inversión pública, por tanto, es una herencia y un capital social, representa el trabajo de cientos de habitantes, y no puede ser acaparado ni usufructuado por unos cuantos; debe ser un activo puesto al servicio de la mayoría, para generar mayor bienestar, para que nuestra calidad de vida no esté determinada por una línea divisoria, para que todas y todos vivamos una Guadalajara con posibilidades, con sueños, con justicia.

La realidad de hoy es insostenible, es cuestión de tiempo para que la reforma urbana llegue porque el modelo actual de ciudad está perjudicando a la mayoría. Como escuché en el foro, “las ciudades son una herencia de generación tras generación entre sus habitantes y precisamente en ellos es que radica el sentido de una ciudad”. Recuperemos nuestra herencia de las manos de quienes hoy hacen negocios con ella. Guadalajara es de todas y todos, recobremos el sentido, hagamos justicia a años de trabajo, habitemos el territorio.