/ viernes 20 de diciembre de 2019

Resiliencia: ¿vivir con ruido?

La Norma Oficial Mexicana publicada en el Diario Oficial de la Federación en 1995 y la cual fue definida por 6 secretarías de estado encabezadas por el Instituto Nacional de Ecología presidido entonces por Gabriel Cuadri de la Torre, establece, entre otros factores de alto impacto, en el punto 5.4 TABLA 1 que los límites máximos permisibles, en zonas habitacionales, son hasta 68 deciveles entre las 6:00 am y las 22:00 horas y de 65 máximo entre las 22:00 y las 6:00 de la mañana, lo cual por supuesto, convierte a nuestra Área Metropolitana de Guadalajara en una de las más ruidosas de América.

Esta hipótesis ha sido compartida por académicos de la Universidad de Guadalajara en diversos medios de comunicación, sobre todo al referirse al recurrente problema de salud auditiva presentado por los pacientes atendidos en el sector salud de nuestra ciudad.

De hecho, el Sistema de Información y Gestión Metropolitano del Imeplan reporta que más de 900 de las 1,162 quejas recibidas desde el 2017 a la fecha son por causa del ruido y 4 de cada 10 pacientes con problemas auditivos registrados en el departamento de otorrinolaringología del Hospital General de Occidente, son derivados por exposición al ruido.

Lo anterior sin considerar, en esas cifras, las consecuencias en salud mental comentadas por la doctora Claudia Chan Gamboa académica del CUCS de la UdeG y las cuales, según señala, derivan en un constante estrés de quienes habitamos esta ciudad presumiblemente resiliente, es decir habituada a la degradación ambiental y a las condiciones urbanas adversas, incluido el ruido generado por las actividades productivas en una ciudad comercial e industrial densamente poblada pero, sobre todo, por el caótico número de vehículos automotores entre los cuales se usa irracionalmente el claxón, lo cual se ha convertido en el recurso rutinario en lugar de una nueva cultura de la prevensión y la seguridad en la inseguridad urbana.

Por la exposición a mayor nivel del rango de 80 a 85 deciveles podemos considerar un muy probable “traumatismo acústico”, sobre todo considerando a más de la mitad de la población en el área metropolitana permanentemente expuesta al ruido.

Por su parte la investigadora universitaria Martha Georgina Orozco promotora académica de la Ley anti ruido, reconoce la ayuda derivada para mitigar el problema en zonas comerciales pero, reconoce la necesidad de identificar las “zonas críticas y zonas de confort” acústico, con el apoyo de pantallas antiruido y áreas verdes de follaje profuso para que “… la Ley no sólo contemple la medición de volúmen, sino también la molestia que afecta a las personas”, y sobre todo debemos pensar en la sensibilización y la reconversión educativa por parte de toda la población, incluídos los generadores de ruido y las víctimas potenciales del mismo.

Sin dejar de considerar el mapa de ruido del Instituto de Información Estadística y Geográfica que, el próximo año 2020, deberá ser actualizado con la participación de científicos del CUCBA.

En fin, será mucho lo que debamos hacer y probablemente la manera más fácil de acceder al ciudadano común, sea darle a conocer el hecho más que la molestia auditiva del “envejecimiento” de nuestro sentido de la audición en esta sufrida y resiliente población del AMG.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com

La Norma Oficial Mexicana publicada en el Diario Oficial de la Federación en 1995 y la cual fue definida por 6 secretarías de estado encabezadas por el Instituto Nacional de Ecología presidido entonces por Gabriel Cuadri de la Torre, establece, entre otros factores de alto impacto, en el punto 5.4 TABLA 1 que los límites máximos permisibles, en zonas habitacionales, son hasta 68 deciveles entre las 6:00 am y las 22:00 horas y de 65 máximo entre las 22:00 y las 6:00 de la mañana, lo cual por supuesto, convierte a nuestra Área Metropolitana de Guadalajara en una de las más ruidosas de América.

Esta hipótesis ha sido compartida por académicos de la Universidad de Guadalajara en diversos medios de comunicación, sobre todo al referirse al recurrente problema de salud auditiva presentado por los pacientes atendidos en el sector salud de nuestra ciudad.

De hecho, el Sistema de Información y Gestión Metropolitano del Imeplan reporta que más de 900 de las 1,162 quejas recibidas desde el 2017 a la fecha son por causa del ruido y 4 de cada 10 pacientes con problemas auditivos registrados en el departamento de otorrinolaringología del Hospital General de Occidente, son derivados por exposición al ruido.

Lo anterior sin considerar, en esas cifras, las consecuencias en salud mental comentadas por la doctora Claudia Chan Gamboa académica del CUCS de la UdeG y las cuales, según señala, derivan en un constante estrés de quienes habitamos esta ciudad presumiblemente resiliente, es decir habituada a la degradación ambiental y a las condiciones urbanas adversas, incluido el ruido generado por las actividades productivas en una ciudad comercial e industrial densamente poblada pero, sobre todo, por el caótico número de vehículos automotores entre los cuales se usa irracionalmente el claxón, lo cual se ha convertido en el recurso rutinario en lugar de una nueva cultura de la prevensión y la seguridad en la inseguridad urbana.

Por la exposición a mayor nivel del rango de 80 a 85 deciveles podemos considerar un muy probable “traumatismo acústico”, sobre todo considerando a más de la mitad de la población en el área metropolitana permanentemente expuesta al ruido.

Por su parte la investigadora universitaria Martha Georgina Orozco promotora académica de la Ley anti ruido, reconoce la ayuda derivada para mitigar el problema en zonas comerciales pero, reconoce la necesidad de identificar las “zonas críticas y zonas de confort” acústico, con el apoyo de pantallas antiruido y áreas verdes de follaje profuso para que “… la Ley no sólo contemple la medición de volúmen, sino también la molestia que afecta a las personas”, y sobre todo debemos pensar en la sensibilización y la reconversión educativa por parte de toda la población, incluídos los generadores de ruido y las víctimas potenciales del mismo.

Sin dejar de considerar el mapa de ruido del Instituto de Información Estadística y Geográfica que, el próximo año 2020, deberá ser actualizado con la participación de científicos del CUCBA.

En fin, será mucho lo que debamos hacer y probablemente la manera más fácil de acceder al ciudadano común, sea darle a conocer el hecho más que la molestia auditiva del “envejecimiento” de nuestro sentido de la audición en esta sufrida y resiliente población del AMG.

* Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com