/ viernes 17 de julio de 2020

Redensificaciones exitosas

La construcción de edificios verticales en los centros de las grandes urbes han tenido 2 propósitos, el primero la reconstrucción de las ciudades más dañadas por los años de bombardeos en las guerras mundiales en una especie de reivindicación luego de la gentrificación en la expansión de las grandes urbes generadas; segundo, para otorgarle vivienda decorosa a los millones de damnificados generados por esas conflagraciones principlamente en ciudades como Berlín, Moscú, Tokio, Paris y Varsovia.

No obstante, la reconstruccíon planificada de las ciudades devastadas se dio de la mano con los más importantes arquitectos y urbanistas coincidentes en la prestigiada escuela de diseño y arquitectura occidental de la Bauhaus, entre otros del autor de la existencia mínima y la cocina de Frankfurt Walter Gropius; el primer urbanista de la ciudad moderna Le Corbusier, incluidas las propuestas de las funciones vitales de la ciudad; la propuesta organicista de Frank Lloyd Wright; y la extraordinaria integración de la función lineal urbana lograda por Oscar Niemeyer en la armoniosa convivencia del peatón libre, el placer turístico y los servicios para visitantes integrados por este arquitecto brasileño en la megalópolis de Río de Janeiro.

En todos los casos, la reconstrucción, restauración o recuperación del tejido social en estas ciudades se encuentra presente la redensificación poblacional de los primeros cuadros y, por supuesto, de los centros históricos, pero siempre se incluyó la integración urbana de grandes plazas, centros de espacios comunitarios para la cultura, las artes y el deporte, además de espaciosas avenidas y un sistema de transporte colectivo sin dejar de considerar los espacios verdes y parques como elemento integral de esas ciudades modernas.

Otro factor elemental e integral de estas urbes recuperadas fue el estratégico transporte alternativo, no sólo para el uso racional del vehículo automotor sino del uso masivo de la bicicleta y por supuesto del instrumento de transporte número 1: la conectividad peatonal integrada en todas las funciones vitales de la ciudad para lograr llegar caminando, a cualquier punto de la ciudad, desde los centros residenciales, de abasto, cultura, trabajo o de recreación a cualquier otro de las grandes urbes.

Es así como las edificaciones verticales y su implícita alta densidad de población fueron edificadas de manera planeada y surgieron ejemplos de éxito y de la inevitable alta plusvalía. Es el caso de los rascacielos de Manhattan en Nueva York o en los centros comerciales y turísticos de otras megalópolis rehabilitadas.

Con esas experiencias lo único que podemos esperar en Guadalajara o cualquier ciudad mexicana es que antes de proponer la vivienda vertical masiva y la redensificación de nuestros extraordinarios centros históricos mexicanos, se resuleva primero lo vital: el acceso al agua potable, el transporte público decoroso y los cajones de estacionamiento suficientes sin denostar el primigenio derecho del peaton.

La construcción de edificios verticales en los centros de las grandes urbes han tenido 2 propósitos, el primero la reconstrucción de las ciudades más dañadas por los años de bombardeos en las guerras mundiales en una especie de reivindicación luego de la gentrificación en la expansión de las grandes urbes generadas; segundo, para otorgarle vivienda decorosa a los millones de damnificados generados por esas conflagraciones principlamente en ciudades como Berlín, Moscú, Tokio, Paris y Varsovia.

No obstante, la reconstruccíon planificada de las ciudades devastadas se dio de la mano con los más importantes arquitectos y urbanistas coincidentes en la prestigiada escuela de diseño y arquitectura occidental de la Bauhaus, entre otros del autor de la existencia mínima y la cocina de Frankfurt Walter Gropius; el primer urbanista de la ciudad moderna Le Corbusier, incluidas las propuestas de las funciones vitales de la ciudad; la propuesta organicista de Frank Lloyd Wright; y la extraordinaria integración de la función lineal urbana lograda por Oscar Niemeyer en la armoniosa convivencia del peatón libre, el placer turístico y los servicios para visitantes integrados por este arquitecto brasileño en la megalópolis de Río de Janeiro.

En todos los casos, la reconstrucción, restauración o recuperación del tejido social en estas ciudades se encuentra presente la redensificación poblacional de los primeros cuadros y, por supuesto, de los centros históricos, pero siempre se incluyó la integración urbana de grandes plazas, centros de espacios comunitarios para la cultura, las artes y el deporte, además de espaciosas avenidas y un sistema de transporte colectivo sin dejar de considerar los espacios verdes y parques como elemento integral de esas ciudades modernas.

Otro factor elemental e integral de estas urbes recuperadas fue el estratégico transporte alternativo, no sólo para el uso racional del vehículo automotor sino del uso masivo de la bicicleta y por supuesto del instrumento de transporte número 1: la conectividad peatonal integrada en todas las funciones vitales de la ciudad para lograr llegar caminando, a cualquier punto de la ciudad, desde los centros residenciales, de abasto, cultura, trabajo o de recreación a cualquier otro de las grandes urbes.

Es así como las edificaciones verticales y su implícita alta densidad de población fueron edificadas de manera planeada y surgieron ejemplos de éxito y de la inevitable alta plusvalía. Es el caso de los rascacielos de Manhattan en Nueva York o en los centros comerciales y turísticos de otras megalópolis rehabilitadas.

Con esas experiencias lo único que podemos esperar en Guadalajara o cualquier ciudad mexicana es que antes de proponer la vivienda vertical masiva y la redensificación de nuestros extraordinarios centros históricos mexicanos, se resuleva primero lo vital: el acceso al agua potable, el transporte público decoroso y los cajones de estacionamiento suficientes sin denostar el primigenio derecho del peaton.