/ lunes 24 de agosto de 2020

López Obrador sí estará en la boleta

Es muy probable que yo sea uno de los lopezobradoristas más críticos de Andrés Manuel. Lo soy por tres razones fundamentales. La primera, porque creo firmemente en el valor de la libertad de pensamiento como uno de los principios básicos de la democracia; defender a ultranza al presidente por el que voté, me convertiría en un fanático ansioso e irracional, sin dignidad ni criterio propio. La segunda, porque estoy convencido del proyecto que encabeza y defiende, en consecuencia, tengo como mínimo el derecho de exigir una conducción ejemplar, trascendente e histórica. Y tercera, porque mi lado periodístico impone el cuestionamiento como ruta para el encuentro con la objetividad.

No obstante lo anterior, es público que me he convertido en un promotor incansable de la Cuarta Transformación. La mafia del poder que conformaron durante décadas el PRI y Acción Nacional, le habría ocasionado un daño irreversible a México si alguno de esos partidos hubiese continuado al frente del poder ejecutivo federal, así que concluyo que nadie más que López Obrador puede encarar los desafíos colosales que enfrenta nuestra nación.

¿Terco y en no pocas ocasiones incongruente y contradictorio entre su narrativa y su actuación? Sin duda. Andrés Manuel es un hombre con debilidades pero también con fortalezas, no es una divinidad carente de defectos; sin embargo, hay algo de lo que no podríamos acusarlo jamás, y es de ser un sinvergüenza, como sí lo fueron sus antecesores. Por eso continúo apoyando su causa a pesar de no ser militante de Morena.

Dicho esto, me parece oportuno hacer un alto para provocar la reflexión. Desde hace meses, detractores y simpatizantes de AMLO, ponen sobre la mesa de debate el hecho de que en las elecciones del año próximo, la coalición de las izquierdas no la tendrá del todo a favor en virtud de que no estará en la boleta electoral. Al respecto, difiero.

Si hay alguien que aprendió el uso de los tiempos es justo López Obrador. Sabedor de que la pandemia y otras variables nacionales e internacionales han hecho mella en los niveles de aceptación a su mandato, el discurso presidencial comienza a escucharse menos fragmentario y más institucional. Incluso, su comportamiento, de un par de meses a la fecha, se ajusta más a los reclamos y requerimientos de la población que a las convicciones de carácter personal. Hacer ajustes es propio del quehacer político.

Otro factor que debemos considerar –guste o no- es el que resulta de dos culebrones. Por un lado, el insoportable atraco conocido como la Estafa Maestra (más de 7 mil millones de pesos que se desviaron de 11 dependencias federales), y por el otro, la cloaca que se destapó a partir del escandaloso asunto de los sobornos (más de 10 y medio millones de dólares) de la empresa brasileña Odebrecht, que según Emilio L, fueron a dar a los bolsillos de figurones del Revolucionario Institucional y del PAN, con el propósito de financiar la campaña de Enrique Peña Nieto y comprar voluntades para la aprobación de las reformas estructurales impulsadas al inicio de ese sexenio.

Estos casos, más el video en el que aparece Pío López Obrador recibiendo dinero, serán elementos que estarán en el consciente colectivo del votante al momento de emitir su sufragio.

De ahí que mi hipótesis consiste en que la sociedad comparará al régimen que se fue con el gobierno actual y hará un balance que revelará el auténtico ánimo del país.

Así pues, estoy seguro que Andrés Manuel López Obrador sí estará en la mente de la sociedad el 6 de junio. Y así como yo, millones de mexicanos volveremos a votar por él.

* Periodista

Es muy probable que yo sea uno de los lopezobradoristas más críticos de Andrés Manuel. Lo soy por tres razones fundamentales. La primera, porque creo firmemente en el valor de la libertad de pensamiento como uno de los principios básicos de la democracia; defender a ultranza al presidente por el que voté, me convertiría en un fanático ansioso e irracional, sin dignidad ni criterio propio. La segunda, porque estoy convencido del proyecto que encabeza y defiende, en consecuencia, tengo como mínimo el derecho de exigir una conducción ejemplar, trascendente e histórica. Y tercera, porque mi lado periodístico impone el cuestionamiento como ruta para el encuentro con la objetividad.

No obstante lo anterior, es público que me he convertido en un promotor incansable de la Cuarta Transformación. La mafia del poder que conformaron durante décadas el PRI y Acción Nacional, le habría ocasionado un daño irreversible a México si alguno de esos partidos hubiese continuado al frente del poder ejecutivo federal, así que concluyo que nadie más que López Obrador puede encarar los desafíos colosales que enfrenta nuestra nación.

¿Terco y en no pocas ocasiones incongruente y contradictorio entre su narrativa y su actuación? Sin duda. Andrés Manuel es un hombre con debilidades pero también con fortalezas, no es una divinidad carente de defectos; sin embargo, hay algo de lo que no podríamos acusarlo jamás, y es de ser un sinvergüenza, como sí lo fueron sus antecesores. Por eso continúo apoyando su causa a pesar de no ser militante de Morena.

Dicho esto, me parece oportuno hacer un alto para provocar la reflexión. Desde hace meses, detractores y simpatizantes de AMLO, ponen sobre la mesa de debate el hecho de que en las elecciones del año próximo, la coalición de las izquierdas no la tendrá del todo a favor en virtud de que no estará en la boleta electoral. Al respecto, difiero.

Si hay alguien que aprendió el uso de los tiempos es justo López Obrador. Sabedor de que la pandemia y otras variables nacionales e internacionales han hecho mella en los niveles de aceptación a su mandato, el discurso presidencial comienza a escucharse menos fragmentario y más institucional. Incluso, su comportamiento, de un par de meses a la fecha, se ajusta más a los reclamos y requerimientos de la población que a las convicciones de carácter personal. Hacer ajustes es propio del quehacer político.

Otro factor que debemos considerar –guste o no- es el que resulta de dos culebrones. Por un lado, el insoportable atraco conocido como la Estafa Maestra (más de 7 mil millones de pesos que se desviaron de 11 dependencias federales), y por el otro, la cloaca que se destapó a partir del escandaloso asunto de los sobornos (más de 10 y medio millones de dólares) de la empresa brasileña Odebrecht, que según Emilio L, fueron a dar a los bolsillos de figurones del Revolucionario Institucional y del PAN, con el propósito de financiar la campaña de Enrique Peña Nieto y comprar voluntades para la aprobación de las reformas estructurales impulsadas al inicio de ese sexenio.

Estos casos, más el video en el que aparece Pío López Obrador recibiendo dinero, serán elementos que estarán en el consciente colectivo del votante al momento de emitir su sufragio.

De ahí que mi hipótesis consiste en que la sociedad comparará al régimen que se fue con el gobierno actual y hará un balance que revelará el auténtico ánimo del país.

Así pues, estoy seguro que Andrés Manuel López Obrador sí estará en la mente de la sociedad el 6 de junio. Y así como yo, millones de mexicanos volveremos a votar por él.

* Periodista