/ martes 19 de septiembre de 2023

Guadalajara sin justicia: el informe de Lemus


Los destapes de actores políticos que ya buscan un cargo de elección popular para el proceso electoral del 2024 han sonado como cronómetro. Vale la pena retroceder el reloj y mirar qué han hecho durante sus años de gestión. Más allá de sus informes como alcaldes, diputados o funcionarios, hay que preguntarnos si sentimos un cambio positivo o negativo al tener a estas figuras en la toma de decisiones. No hay que olvidar que las personas somos quienes los ponemos ahí con nuestro voto y podemos echarles en cara sus promesas incumplidas. La confianza se gana con hechos y “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. El panorama actual de Jalisco deja mucho que desear. No es exagerado calificar el actuar del gobernador Enrique Alfaro como atroz, cuando el dolor por los desaparecidos ha desbordado a miles de familias jaliscienses. No es desproporcional calificar de insulso el desempeño del alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, que pasará sin pena ni gloria, pues se ha limitado a administrar los problemas de la ciudad, no a hacer valer la ley, ni a bajar la inseguridad. En Chapultepec siguen los motodrones arrebatando celulares como si fuera una zona de tolerancia pactada con la policía, CABSA sigue sin recoger la basura y nos sigue costando millones de pesos semanales al erario, además del costo ambiental por respirar un aire más contaminado, consecuencia del mal manejo de la basura, hasta incendios se han sucitado en los basureros sin consecuencias económicas ni penales.

Con qué cinismo Pablo Lemus se atrevió a decir “con una ligera llovizna vean nada más lo hermosa que se ve nuestra Guadalajara, chulísima”, siendo que por su mala gestión en materia ambiental, el mal manejo fluvial se traduce en pérdidas para la ciudadanía, se pone en riesgo el patrimonio de cientos de familias que con una “ligera llovizna” pierden sus coches o sus muebles por la inundación al interior de sus casas. De estas pérdidas el ayuntamiento no se hace 100% responsable, los apoyos son mínimos y las afectaciones inmensas. Lo peor es que si buscamos responsables son ellos mismos, los políticos que pactan con la mafia inmobiliaria para hacer desarrollos irresponsables, construcciones en áreas verdes que antes servían como áreas de filtración y que ahora son planchas de concreto, provocando más caos a la ciudad.

La administración de Pablo Lemus irá al cajón de los recuerdos, como otras, por ser cómplice de la corrupción inmobiliaria. El candidato “bien y de buenas” que dijo que haría cumplir a los empresarios quedó descolorido como la calcomanía de clausurado que su gobierno colocó el primer año en las puertas del parque; se le fueron las ganas de combatir un proyecto inmobiliario corrupto que trastoca los compromisos económicos del gobernador. Pablo y el pacto de corrupción permanecerá, la empresa seguirá sin pagar ni recibir recargos por haber contado con la complicidad de la omisión y el silencio del alcalde, #LaOmisiónTambiénEsCorrupción. Asimismo será recordado por los vecinos de San Rafael por haber callado ante los abusos que padecieron las y los vecinos que estuvieron casi privados de su libertad dentro de sus casas, con enrejados a pie de su banqueta, viendo trabajar tuneladoras y que incluso dañaron algunas de sus casas, para construir un vaso regulador que la colonia no necesitaba, pero que era el pretexto para un desarrollo inmobiliario más de los amigos del gobernador. A esa colonia como a tantas otras de la perla tapatía les falto un presidente municipal que les defendiera.

Así pues, la única vía para defender realmente la ciudad de los intereses inmobiliarios, la única manera de desarrollar una ciudad que brinde mayor bienestar a sus habitantes en lugar de mayor ganancias económicas a quienes lucran con su plusvalía es luchando de manera organizada entre vecinos, académicos y periodistas. Los gobernantes actuales se van pero los problemas permanecen, por eso hay que organizarnos en la lucha, porque la ciudad nos pertenece.


Los destapes de actores políticos que ya buscan un cargo de elección popular para el proceso electoral del 2024 han sonado como cronómetro. Vale la pena retroceder el reloj y mirar qué han hecho durante sus años de gestión. Más allá de sus informes como alcaldes, diputados o funcionarios, hay que preguntarnos si sentimos un cambio positivo o negativo al tener a estas figuras en la toma de decisiones. No hay que olvidar que las personas somos quienes los ponemos ahí con nuestro voto y podemos echarles en cara sus promesas incumplidas. La confianza se gana con hechos y “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. El panorama actual de Jalisco deja mucho que desear. No es exagerado calificar el actuar del gobernador Enrique Alfaro como atroz, cuando el dolor por los desaparecidos ha desbordado a miles de familias jaliscienses. No es desproporcional calificar de insulso el desempeño del alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, que pasará sin pena ni gloria, pues se ha limitado a administrar los problemas de la ciudad, no a hacer valer la ley, ni a bajar la inseguridad. En Chapultepec siguen los motodrones arrebatando celulares como si fuera una zona de tolerancia pactada con la policía, CABSA sigue sin recoger la basura y nos sigue costando millones de pesos semanales al erario, además del costo ambiental por respirar un aire más contaminado, consecuencia del mal manejo de la basura, hasta incendios se han sucitado en los basureros sin consecuencias económicas ni penales.

Con qué cinismo Pablo Lemus se atrevió a decir “con una ligera llovizna vean nada más lo hermosa que se ve nuestra Guadalajara, chulísima”, siendo que por su mala gestión en materia ambiental, el mal manejo fluvial se traduce en pérdidas para la ciudadanía, se pone en riesgo el patrimonio de cientos de familias que con una “ligera llovizna” pierden sus coches o sus muebles por la inundación al interior de sus casas. De estas pérdidas el ayuntamiento no se hace 100% responsable, los apoyos son mínimos y las afectaciones inmensas. Lo peor es que si buscamos responsables son ellos mismos, los políticos que pactan con la mafia inmobiliaria para hacer desarrollos irresponsables, construcciones en áreas verdes que antes servían como áreas de filtración y que ahora son planchas de concreto, provocando más caos a la ciudad.

La administración de Pablo Lemus irá al cajón de los recuerdos, como otras, por ser cómplice de la corrupción inmobiliaria. El candidato “bien y de buenas” que dijo que haría cumplir a los empresarios quedó descolorido como la calcomanía de clausurado que su gobierno colocó el primer año en las puertas del parque; se le fueron las ganas de combatir un proyecto inmobiliario corrupto que trastoca los compromisos económicos del gobernador. Pablo y el pacto de corrupción permanecerá, la empresa seguirá sin pagar ni recibir recargos por haber contado con la complicidad de la omisión y el silencio del alcalde, #LaOmisiónTambiénEsCorrupción. Asimismo será recordado por los vecinos de San Rafael por haber callado ante los abusos que padecieron las y los vecinos que estuvieron casi privados de su libertad dentro de sus casas, con enrejados a pie de su banqueta, viendo trabajar tuneladoras y que incluso dañaron algunas de sus casas, para construir un vaso regulador que la colonia no necesitaba, pero que era el pretexto para un desarrollo inmobiliario más de los amigos del gobernador. A esa colonia como a tantas otras de la perla tapatía les falto un presidente municipal que les defendiera.

Así pues, la única vía para defender realmente la ciudad de los intereses inmobiliarios, la única manera de desarrollar una ciudad que brinde mayor bienestar a sus habitantes en lugar de mayor ganancias económicas a quienes lucran con su plusvalía es luchando de manera organizada entre vecinos, académicos y periodistas. Los gobernantes actuales se van pero los problemas permanecen, por eso hay que organizarnos en la lucha, porque la ciudad nos pertenece.