/ viernes 3 de abril de 2020

Aguas contaminadas y epidemia renal

Uno de los problemas más relevantes como consecuencia de las aguas contaminadas en el territorio jalisciense, es sin duda la enfermedad renal acentuada en regiones muy localizadas y cuyas consecuencias empiezan a preocupar a los epidemiólogos y defensores de los derechos humanos.

De todas las regiones, la más estudiada hasta ahora, es sin duda, la población asentada a lo largo de la ribera de Chapala y, principalmente, las que cuentan, con decenas de miles de habitantes de los cuales, la incidencia de mortalidad alcanza, de acuerdo a las estadísticas oficiales, los 8.61 fallecimientos por cada 100 mil habitantes, según datos de la Secretaría de Salud, tan sólo para el poblado de San Pedro Itzican con lo cual se convierte en el poblado con la mayor tasa de enfermos renales en el mundo.

Ubicado este poblado en el municipio de Poncitlán, cuenta con un poco más de 5 mil habitantes y, de acuerdo al gobierno de Jalisco, en cada casa o familia se tiene a un enfermo renal.

Las historias trágicas sobre la pérdida de seres queridos, en este pueblo, son una realidad concreta de la cotidianeidad con nombres y apellidos donde abundan niños, adolescentes y menores de 30 años; quienes han fallecido o se encuentran en proceso de aprender a sobrevivir con una enfermedad renal o la espera de un trasplante de riñón o peor aún, la esperanza de recibir hemodiálisis como un beneficio público.

Por su parte el investigador de la Universidad de Guadalajara Felipe González Kastens, señaló la inexistencia de este daño renal en la primera generación no en la segunda de habitantes vivos además, sino en la tercera, es decir, en aquellos cuya edad está relacionada al inicio y desarrollo de la creciente contaminación de la cuenca Lerma-Chapala alimentadora de la laguna que, también, es la “alimentadora” de la mayoría de los sistemas hídricos subterráneos y parte de las aguas de estas pequeñas localidades. Las cuales, por supuesto, no cuentan con algún sistema de tratamiento para clorificación o cualquiera otro de orden higiénico.

Ese podría ser el previsible derrotero de otras poblaciones cercanas al Área Metropolitana de Guadalajara, porque si bien reciben agua mayormente tratada desde el acueducto procedente del lago de Chapala, lo cierto es que el abandono de las plantas de tratamiento de aguas residuales vertidas hacia los principales vasos lacustres cercanos a Guadalajara, podrían estar reproduciendo el mismo error del abandono a todas estas poblaciones ribereñas del lago más grande de México; Sobre todo si consideramos el origen de un problema de contaminación acentuado por 7 entidades federativas que tienen el epiciento de la contaminación en poblados como San Pedro Itzican, Cajititlán, El Salto de Juanacatlán y, pronto desafortunadamente, podrían aparecer en otras áreas ya demandantes de atención comunitaria y gubernamental para su rescate como el Río Ayuquila o la Laguna de Zapotlán.

Sobre todo si consideramos que, del total de las aguas de nuestro estado, hasta el 2017 habíamos podido identificar el 85% de estas en estado de contaminación y, de acuerdo al investigador de la UdeG José Antonio Gómez Reyna, nos encontramos en Jalisco, en un entorno de contaminación aguda en relación al resto de las aguas del territorio nacional. Sobre todo si consideramos tener el lago más grande de México pero la cuenca más larga, más saqueada y más contaminada del país.

Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com

Uno de los problemas más relevantes como consecuencia de las aguas contaminadas en el territorio jalisciense, es sin duda la enfermedad renal acentuada en regiones muy localizadas y cuyas consecuencias empiezan a preocupar a los epidemiólogos y defensores de los derechos humanos.

De todas las regiones, la más estudiada hasta ahora, es sin duda, la población asentada a lo largo de la ribera de Chapala y, principalmente, las que cuentan, con decenas de miles de habitantes de los cuales, la incidencia de mortalidad alcanza, de acuerdo a las estadísticas oficiales, los 8.61 fallecimientos por cada 100 mil habitantes, según datos de la Secretaría de Salud, tan sólo para el poblado de San Pedro Itzican con lo cual se convierte en el poblado con la mayor tasa de enfermos renales en el mundo.

Ubicado este poblado en el municipio de Poncitlán, cuenta con un poco más de 5 mil habitantes y, de acuerdo al gobierno de Jalisco, en cada casa o familia se tiene a un enfermo renal.

Las historias trágicas sobre la pérdida de seres queridos, en este pueblo, son una realidad concreta de la cotidianeidad con nombres y apellidos donde abundan niños, adolescentes y menores de 30 años; quienes han fallecido o se encuentran en proceso de aprender a sobrevivir con una enfermedad renal o la espera de un trasplante de riñón o peor aún, la esperanza de recibir hemodiálisis como un beneficio público.

Por su parte el investigador de la Universidad de Guadalajara Felipe González Kastens, señaló la inexistencia de este daño renal en la primera generación no en la segunda de habitantes vivos además, sino en la tercera, es decir, en aquellos cuya edad está relacionada al inicio y desarrollo de la creciente contaminación de la cuenca Lerma-Chapala alimentadora de la laguna que, también, es la “alimentadora” de la mayoría de los sistemas hídricos subterráneos y parte de las aguas de estas pequeñas localidades. Las cuales, por supuesto, no cuentan con algún sistema de tratamiento para clorificación o cualquiera otro de orden higiénico.

Ese podría ser el previsible derrotero de otras poblaciones cercanas al Área Metropolitana de Guadalajara, porque si bien reciben agua mayormente tratada desde el acueducto procedente del lago de Chapala, lo cierto es que el abandono de las plantas de tratamiento de aguas residuales vertidas hacia los principales vasos lacustres cercanos a Guadalajara, podrían estar reproduciendo el mismo error del abandono a todas estas poblaciones ribereñas del lago más grande de México; Sobre todo si consideramos el origen de un problema de contaminación acentuado por 7 entidades federativas que tienen el epiciento de la contaminación en poblados como San Pedro Itzican, Cajititlán, El Salto de Juanacatlán y, pronto desafortunadamente, podrían aparecer en otras áreas ya demandantes de atención comunitaria y gubernamental para su rescate como el Río Ayuquila o la Laguna de Zapotlán.

Sobre todo si consideramos que, del total de las aguas de nuestro estado, hasta el 2017 habíamos podido identificar el 85% de estas en estado de contaminación y, de acuerdo al investigador de la UdeG José Antonio Gómez Reyna, nos encontramos en Jalisco, en un entorno de contaminación aguda en relación al resto de las aguas del territorio nacional. Sobre todo si consideramos tener el lago más grande de México pero la cuenca más larga, más saqueada y más contaminada del país.

Académico del CUAAD de la Universidad de Guadalajara

carlosm_orozco@hotmail.com