/ jueves 8 de agosto de 2019

Un té de tierra

Antonio Pérez Garibay

Hoy día, Jalisco debe de mantener su protagonismo natural y la importancia que guarda a nivel nacional, pero el tejido social se ha visto afectado por algunos grupos y actores colectivos del Estado.

Debemos de sumar a esos grupos con visión de largo plazo, con generosidad y talento a través de los programas del gobierno federal para incluir y nunca más dividir.

Cuentan los que son versados en el mundo de lo cotidiano, que en nuestro andar solemos preocuparnos por las necesidades inmediatas que afligen nuestro mundo, y que muy pocas veces paramos en ampliar nuestra visión, para lograr entender que a nuestro lado, un ser humano sufre por la carencia de lo necesario para subsistir.

Ahora bien, si entendemos que en México el 43.6% sufre de algún escalafón de la pobreza y hacemos énfasis que el 7.6% se encuentra en pobreza extrema, es de principal importancia no dejar de lado de nuestras prioridades, el velar por los que menos tienen, aquí es donde debemos hacer una pausa para reflexionar sobre las mujeres que en nuestro país son el pilar fundamental para el desarrollo de la economía y sustento familiar.

Se ve a lo lejos una mujer cargando en su rebozo a su pequeño retoño su mano en posición de súplica, una mirada esperanzada dirigida al que frente a ella pasa y le escucha como ella pide una limosna para comer. Esta es una historia muy recurrente en la ciudad, mientras que en el campo la historia parecería diferente pero al final convergen en un mismo camino, allá también se respira el anhelo por salir adelante, luchar contra viento y marea para llegar a la ciudad, porque ahí en el rancho se sufre el hambre, pero le han contado que la vida es mejor, si tan solo pudiera llegar, ese es el pensamiento de una madre que hoy no tiene con que alimentar a sus hijos, mientras prepara un té de tierra para que no se le peguen sus tripas por falta de alimentos.

Estas son las dos caras de la moneda que hoy duelen mucho a nuestro país, donde la suma de esfuerzos y voluntades tienen que volcarse para lograr transformar esta realidad, para que se vuelvan solo historias que se leen en alguna novela fantasiosa y no sean el diario de la vida de millones de seres humanos. Es aquí donde hablar de programas sociales nos permite generar una realidad verdadera, que llegue, que transforme, que toque y se quede en los hogares de nuestro hermoso Jalisco.

La puesta en escena está en marcha, las labores del actual gobierno federal por erradicar esta situación son contundentes, pero esto no es un abrir y cerrar de ojos para que el grave problema que se sufre cambie de ya, la transformación está también en nuestras manos.

La voluntad de servicio va más allá de cumplir con un trabajo o de realizar una meta, es una verdadera misión; que a pesar del clima, el cansancio, las dificultades, sabemos que existe alguien que necesita del apoyo en circunstancias tan difíciles y que esto le permitirá enfocar su energía para mejorar su condición de vida.

Antonio Pérez Garibay

Hoy día, Jalisco debe de mantener su protagonismo natural y la importancia que guarda a nivel nacional, pero el tejido social se ha visto afectado por algunos grupos y actores colectivos del Estado.

Debemos de sumar a esos grupos con visión de largo plazo, con generosidad y talento a través de los programas del gobierno federal para incluir y nunca más dividir.

Cuentan los que son versados en el mundo de lo cotidiano, que en nuestro andar solemos preocuparnos por las necesidades inmediatas que afligen nuestro mundo, y que muy pocas veces paramos en ampliar nuestra visión, para lograr entender que a nuestro lado, un ser humano sufre por la carencia de lo necesario para subsistir.

Ahora bien, si entendemos que en México el 43.6% sufre de algún escalafón de la pobreza y hacemos énfasis que el 7.6% se encuentra en pobreza extrema, es de principal importancia no dejar de lado de nuestras prioridades, el velar por los que menos tienen, aquí es donde debemos hacer una pausa para reflexionar sobre las mujeres que en nuestro país son el pilar fundamental para el desarrollo de la economía y sustento familiar.

Se ve a lo lejos una mujer cargando en su rebozo a su pequeño retoño su mano en posición de súplica, una mirada esperanzada dirigida al que frente a ella pasa y le escucha como ella pide una limosna para comer. Esta es una historia muy recurrente en la ciudad, mientras que en el campo la historia parecería diferente pero al final convergen en un mismo camino, allá también se respira el anhelo por salir adelante, luchar contra viento y marea para llegar a la ciudad, porque ahí en el rancho se sufre el hambre, pero le han contado que la vida es mejor, si tan solo pudiera llegar, ese es el pensamiento de una madre que hoy no tiene con que alimentar a sus hijos, mientras prepara un té de tierra para que no se le peguen sus tripas por falta de alimentos.

Estas son las dos caras de la moneda que hoy duelen mucho a nuestro país, donde la suma de esfuerzos y voluntades tienen que volcarse para lograr transformar esta realidad, para que se vuelvan solo historias que se leen en alguna novela fantasiosa y no sean el diario de la vida de millones de seres humanos. Es aquí donde hablar de programas sociales nos permite generar una realidad verdadera, que llegue, que transforme, que toque y se quede en los hogares de nuestro hermoso Jalisco.

La puesta en escena está en marcha, las labores del actual gobierno federal por erradicar esta situación son contundentes, pero esto no es un abrir y cerrar de ojos para que el grave problema que se sufre cambie de ya, la transformación está también en nuestras manos.

La voluntad de servicio va más allá de cumplir con un trabajo o de realizar una meta, es una verdadera misión; que a pesar del clima, el cansancio, las dificultades, sabemos que existe alguien que necesita del apoyo en circunstancias tan difíciles y que esto le permitirá enfocar su energía para mejorar su condición de vida.