/ jueves 8 de octubre de 2020

Superfantásticos en campaña

Luisa Lane y Jimmy Olsen, reporteros del Diario El Planeta, casi estaban seguros que Clark Kent era el hombre de acero. Aquel poderoso ser que llegó a la tierra en una cápsula espacial, siendo un bebé, tras de que sus padres optaron por lanzarlo al espacio sideral como una dolorosa decisión para salvarlo de un malandrín hitleriano, combinado con un remedo de Herodes, ambicioso de poder que obstinadamente pretendía ser dictador en Kriptón, su planeta de origen y que pretendía eliminar a Kal El (nombre kriptoniano del baby) y a su familia a fin de empoderarse para transformar su mundo.

Algo así dio a conocer la historieta “Superman” allá por los años 50s, un comics norteamericano que traía aparejado otras caricaturas o dibujos como Bat Man y Robin y luego Flash, Acuaman y una serie de personajes que combatían a los malandrines en el mundo terráqueo y ayudaban en los desastres naturales con sus poderes. Encontrado por un matrimonio de casi adultos mayores, ejemplo de la “bondad” norteamericana, Kal El fue llamado Clark Kent. Desarrolló sus poderes desde bebé pero en secreto y después se integró a la sociedad con esa personalidad terrícola para actuar en los momentos de peligro y ayudar a la humanidad.

En momentos de emergencia, la gente en la calle miraba al firmamento e interrogaba con una emocionada exclamación: ”Ahí va!…qué es… una avión, un meteoro? Y a coro gritaban: “Noooo, es Superman”. Eran tiempos de las guerras mundiales donde los buenos eran los de la estrella blanca y sus aliados que iban contra los de la estrella roja. Había que defender la Liga de las Naciones.

Hay similitud entre esas historietas de caricaturas de hace ya tres cuartos de siglo y las caricaturescas figuras que ahora agobian dictatorialmente al mundo. Reaparecen ahora Las mentes maléficas como la Lex Luthor, el demente archienemigo de Superman. En la tierra ahora se han multiplicado por lo mismo: la ambición del poder absoluto, muy su caprichosa manera. Pero ahora ya no están esos fantásticos personajes. Y siguiendo nuestra historieta, en México uno sufre porque ya no están ni El Charro Negro, ni El Santo, ni Blue Demon, ni el Chapulín Colorado.

Lamentablemente, en latitudes cercanas surge el dúo dinámico cuyos nombres ya se imagina actuando como los maléficos transformers. Uno mandando al diablo a las instituciones y al pueblo y el otro también. Muestran su poderío con fanfarronería, demagogia, avidez de poder y, como buenos dictadores, por ejemplo, desacatan indicaciones sanitarias en estos momentos de pandemia por el covid 19 además de la época de campaña político electoral. Ambos usan el cubre bocas cuando es muy obligado. Alrededor de esos depositarios del poder público, sus colaboradores padecen o han padecido esa enfermedad. Se mofan y envalentonan. Uno dice que las estampitas lo protegen. Otro dice que no hay que tenerle miedo al Covid. Y ambos han utilizado esa pandemia para continuar con su trabajo partidista porque buscan perpetuarse en el poder. Uno no usa esa medida preventiva. El otro, dizque fue presa del covid lo venció en tres días y antes se salió del hospital para hacer campaña y mostrar que es émulo de Superman. Los milagros si existen. Un insólito caso: salir de esa pandemia en tres días. Resucitó Lázaro Trump. ¿Esa es campaña para hacer creer a sus votantes de que es un hombre de acero? ¿Se la copió a López?

Es tan ignominiosa la conducta de estos remedos de superhéroes modernos que, como recordará amable lector, hace unos meses se juraron amor eterno y prometieron luchar juntos, como aquellos Súper Amigos que los escritores de historietas inventaron para continuar con esos comics. Y ahí están los resultados. Y…qué pasa?

Periodista

mjimenezibanez@yahoo.com.mx

Luisa Lane y Jimmy Olsen, reporteros del Diario El Planeta, casi estaban seguros que Clark Kent era el hombre de acero. Aquel poderoso ser que llegó a la tierra en una cápsula espacial, siendo un bebé, tras de que sus padres optaron por lanzarlo al espacio sideral como una dolorosa decisión para salvarlo de un malandrín hitleriano, combinado con un remedo de Herodes, ambicioso de poder que obstinadamente pretendía ser dictador en Kriptón, su planeta de origen y que pretendía eliminar a Kal El (nombre kriptoniano del baby) y a su familia a fin de empoderarse para transformar su mundo.

Algo así dio a conocer la historieta “Superman” allá por los años 50s, un comics norteamericano que traía aparejado otras caricaturas o dibujos como Bat Man y Robin y luego Flash, Acuaman y una serie de personajes que combatían a los malandrines en el mundo terráqueo y ayudaban en los desastres naturales con sus poderes. Encontrado por un matrimonio de casi adultos mayores, ejemplo de la “bondad” norteamericana, Kal El fue llamado Clark Kent. Desarrolló sus poderes desde bebé pero en secreto y después se integró a la sociedad con esa personalidad terrícola para actuar en los momentos de peligro y ayudar a la humanidad.

En momentos de emergencia, la gente en la calle miraba al firmamento e interrogaba con una emocionada exclamación: ”Ahí va!…qué es… una avión, un meteoro? Y a coro gritaban: “Noooo, es Superman”. Eran tiempos de las guerras mundiales donde los buenos eran los de la estrella blanca y sus aliados que iban contra los de la estrella roja. Había que defender la Liga de las Naciones.

Hay similitud entre esas historietas de caricaturas de hace ya tres cuartos de siglo y las caricaturescas figuras que ahora agobian dictatorialmente al mundo. Reaparecen ahora Las mentes maléficas como la Lex Luthor, el demente archienemigo de Superman. En la tierra ahora se han multiplicado por lo mismo: la ambición del poder absoluto, muy su caprichosa manera. Pero ahora ya no están esos fantásticos personajes. Y siguiendo nuestra historieta, en México uno sufre porque ya no están ni El Charro Negro, ni El Santo, ni Blue Demon, ni el Chapulín Colorado.

Lamentablemente, en latitudes cercanas surge el dúo dinámico cuyos nombres ya se imagina actuando como los maléficos transformers. Uno mandando al diablo a las instituciones y al pueblo y el otro también. Muestran su poderío con fanfarronería, demagogia, avidez de poder y, como buenos dictadores, por ejemplo, desacatan indicaciones sanitarias en estos momentos de pandemia por el covid 19 además de la época de campaña político electoral. Ambos usan el cubre bocas cuando es muy obligado. Alrededor de esos depositarios del poder público, sus colaboradores padecen o han padecido esa enfermedad. Se mofan y envalentonan. Uno dice que las estampitas lo protegen. Otro dice que no hay que tenerle miedo al Covid. Y ambos han utilizado esa pandemia para continuar con su trabajo partidista porque buscan perpetuarse en el poder. Uno no usa esa medida preventiva. El otro, dizque fue presa del covid lo venció en tres días y antes se salió del hospital para hacer campaña y mostrar que es émulo de Superman. Los milagros si existen. Un insólito caso: salir de esa pandemia en tres días. Resucitó Lázaro Trump. ¿Esa es campaña para hacer creer a sus votantes de que es un hombre de acero? ¿Se la copió a López?

Es tan ignominiosa la conducta de estos remedos de superhéroes modernos que, como recordará amable lector, hace unos meses se juraron amor eterno y prometieron luchar juntos, como aquellos Súper Amigos que los escritores de historietas inventaron para continuar con esos comics. Y ahí están los resultados. Y…qué pasa?

Periodista

mjimenezibanez@yahoo.com.mx