/ miércoles 27 de enero de 2021

Represión mal entendida

Abel Campirano Marin

Una y otra vez, el Presidente López Obrador ha venido insistiendo en que el no preside un Estado represor, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos porque considera que el pueblo es bueno. Ha sido su discurso recurrente. Válido pero ineficaz.

Lamentablemente esa positiva forma de pensar no se puede imponer a un pueblo como el nuestro; acostumbrado a la rebeldía, necio, tozudo y porfiado. No nos gusta que nos impongan moldes, reglas de conducta, normas; dondequiera podemos observar manifestaciones de esa rebeldía.

Gente que se estaciona donde no debiera; automovilistas que no respetan las señales de tránsito; reticencia al uso de cubrebocas; tramposos que evaden las recomendaciones y realizan fiestas clandestinas o abren gimnasios por la puerta de atrás; escuelitas que evaden el botón rojo de emergencia, especuladores con los tanques de oxígeno, gente que no respetó el orden de aplicación de vacunas y súmele muchos ejemplos así.

Creo que el Presidente es un hombre bien intencionado, pero tristemente sus buenos propósitos han quedado solo en eso; La lucha contra la corrupción no ha dado resultados; ya vamos para tres años de gobierno y no se ven por ningún lado y aunque toma tiempo erradicarla ya es tiempo suficiente como para vislumbrar resultados. Ha sido perder el tiempo inventando rifas, comprando pleitos ajenos, polarizando el País y andar de gira inaugurando cuarteles.

Se ha insistido en que este Gobierno “No es como los de antes, como los otros, los neoliberales”. No parece ser así. Los casos de Irma Eréndira Sandoval o de Manuel Bartlett son un ejemplo; la ineficacia manifiesta del señor López Gatell en el manejo de la Pandemia, la pésima operación política de la Secretaria de Gobernación en política interior, el problema de las vacunas mal planeadas en compras y aplicaciones permitiendo a los vivos anticiparse a los que más las necesitaban.

Un constante decir y desdecir; sumémosle los conflictos internos en el Partido del Presidente, todo eso y más son situaciones muy semejantes a las que se presentaron en el seno de los gobiernos anteriores que tanto critica el señor Presidente.

Apelar a la supuesta bondad del pueblo y al ejercicio de su responsabilidad civil ha sido no solo una apuesta riesgosa sino fallida. El Gobierno que encabeza debe reconocer que nos ha fallado.

Ha fallado porque recomendar abrazos y no balazos ha sido inútil; ahí tenemos el más reciente caso: los 19 cuerpos calcinados encontrados en Tamaulipas. Dejar a la milicia el control de puertos y aduanas solo ha burocratizado y entorpecido el comercio internacional es una falla; apostar a las energías contaminantes cuando el Acuerdo de París está más vigente que nunca es apostar al fracaso. Es una falla. El ejército no es constructor ni administrador de inmuebles y menos de aeropuertos civiles. Una falla más.

El combate a la corrupción en el sector farmacéutico ha sido estrategia fallida porque ha provocado desabasto de medicinas y muertes directas e indirectas. Se ha fallado en la prevención y castigo en el caso de mujeres violentadas, desapariciones forzadas y feminicidios; la guardia nacional se ha empleado como policía migratoria al servicio de intereses extranjeros.

Por tanto, es necesario recapacitar, reconocer que se ha fallado y poner orden. Así como lo decía en sus discursos de campaña acerca de la forma de barrer las escaleras; debe empezar nuestro Presidente en su propio gabinete; los que no sirven que se vayan y traiga gente mas eficiente y mas leal con su proyecto.

Conforme a la teoría política, la represión es la acción que toma el Estado para controlar por la fuerza las voluntades políticas de la ciudadanía, y no se trata de eso; no se quiere un Estado represor. Esa es represión mal entendida.

Se necesita un Mea Culpa sincero. En estos momentos la orquesta política nacional no sigue al Director; la batuta está perdida; no hay un primer violín; cada quien trae su propia partitura y con piezas de ejecución distintas; la orquesta está desafinada, desarticulada; no toca música, hace ruido. Cada quien va por su lado.

El Presidente tiene una gran oportunidad de reivindicarse ahora que desafortunadamente ha sido víctima del Covid19. Debe empezar por reconocer que fue un error no usar el cubrebocas, y aostar a los Detentes y los Tréboles de la buena suerte; debe establecer normas OBLIGATORIAS para el uso del famoso cubrebocas y sancionar a todo aquel que no respete las reglas sanitarias de cierres y confinamientos domiciliarios; debe reorganizar y ordenar el programa de distribución de vacunas; hay mucha gente muriéndose Presidente! el País se está desmoronando Presidente! No lo permita por favor. Se lo pide un mexicano que quiere profundamente a su Patria.

* Doctor en Derecho

Abel Campirano Marin

Una y otra vez, el Presidente López Obrador ha venido insistiendo en que el no preside un Estado represor, que apela a la responsabilidad de los ciudadanos porque considera que el pueblo es bueno. Ha sido su discurso recurrente. Válido pero ineficaz.

Lamentablemente esa positiva forma de pensar no se puede imponer a un pueblo como el nuestro; acostumbrado a la rebeldía, necio, tozudo y porfiado. No nos gusta que nos impongan moldes, reglas de conducta, normas; dondequiera podemos observar manifestaciones de esa rebeldía.

Gente que se estaciona donde no debiera; automovilistas que no respetan las señales de tránsito; reticencia al uso de cubrebocas; tramposos que evaden las recomendaciones y realizan fiestas clandestinas o abren gimnasios por la puerta de atrás; escuelitas que evaden el botón rojo de emergencia, especuladores con los tanques de oxígeno, gente que no respetó el orden de aplicación de vacunas y súmele muchos ejemplos así.

Creo que el Presidente es un hombre bien intencionado, pero tristemente sus buenos propósitos han quedado solo en eso; La lucha contra la corrupción no ha dado resultados; ya vamos para tres años de gobierno y no se ven por ningún lado y aunque toma tiempo erradicarla ya es tiempo suficiente como para vislumbrar resultados. Ha sido perder el tiempo inventando rifas, comprando pleitos ajenos, polarizando el País y andar de gira inaugurando cuarteles.

Se ha insistido en que este Gobierno “No es como los de antes, como los otros, los neoliberales”. No parece ser así. Los casos de Irma Eréndira Sandoval o de Manuel Bartlett son un ejemplo; la ineficacia manifiesta del señor López Gatell en el manejo de la Pandemia, la pésima operación política de la Secretaria de Gobernación en política interior, el problema de las vacunas mal planeadas en compras y aplicaciones permitiendo a los vivos anticiparse a los que más las necesitaban.

Un constante decir y desdecir; sumémosle los conflictos internos en el Partido del Presidente, todo eso y más son situaciones muy semejantes a las que se presentaron en el seno de los gobiernos anteriores que tanto critica el señor Presidente.

Apelar a la supuesta bondad del pueblo y al ejercicio de su responsabilidad civil ha sido no solo una apuesta riesgosa sino fallida. El Gobierno que encabeza debe reconocer que nos ha fallado.

Ha fallado porque recomendar abrazos y no balazos ha sido inútil; ahí tenemos el más reciente caso: los 19 cuerpos calcinados encontrados en Tamaulipas. Dejar a la milicia el control de puertos y aduanas solo ha burocratizado y entorpecido el comercio internacional es una falla; apostar a las energías contaminantes cuando el Acuerdo de París está más vigente que nunca es apostar al fracaso. Es una falla. El ejército no es constructor ni administrador de inmuebles y menos de aeropuertos civiles. Una falla más.

El combate a la corrupción en el sector farmacéutico ha sido estrategia fallida porque ha provocado desabasto de medicinas y muertes directas e indirectas. Se ha fallado en la prevención y castigo en el caso de mujeres violentadas, desapariciones forzadas y feminicidios; la guardia nacional se ha empleado como policía migratoria al servicio de intereses extranjeros.

Por tanto, es necesario recapacitar, reconocer que se ha fallado y poner orden. Así como lo decía en sus discursos de campaña acerca de la forma de barrer las escaleras; debe empezar nuestro Presidente en su propio gabinete; los que no sirven que se vayan y traiga gente mas eficiente y mas leal con su proyecto.

Conforme a la teoría política, la represión es la acción que toma el Estado para controlar por la fuerza las voluntades políticas de la ciudadanía, y no se trata de eso; no se quiere un Estado represor. Esa es represión mal entendida.

Se necesita un Mea Culpa sincero. En estos momentos la orquesta política nacional no sigue al Director; la batuta está perdida; no hay un primer violín; cada quien trae su propia partitura y con piezas de ejecución distintas; la orquesta está desafinada, desarticulada; no toca música, hace ruido. Cada quien va por su lado.

El Presidente tiene una gran oportunidad de reivindicarse ahora que desafortunadamente ha sido víctima del Covid19. Debe empezar por reconocer que fue un error no usar el cubrebocas, y aostar a los Detentes y los Tréboles de la buena suerte; debe establecer normas OBLIGATORIAS para el uso del famoso cubrebocas y sancionar a todo aquel que no respete las reglas sanitarias de cierres y confinamientos domiciliarios; debe reorganizar y ordenar el programa de distribución de vacunas; hay mucha gente muriéndose Presidente! el País se está desmoronando Presidente! No lo permita por favor. Se lo pide un mexicano que quiere profundamente a su Patria.

* Doctor en Derecho