/ viernes 9 de octubre de 2020

¿Rebelde yo? ¡Rebelde fue usted!

Carlos Sánchez, estudiante de la preparatoria 13

Hace tiempo un señor exclamó “¡Jóvenes, esas no son formas!, no van a cambiar nada siendo unos rebeldes”, a lo que me pregunté: ¿Cómo debe comportarse un joven en sociedad? y ¿por qué nos señalan como “rebeldes sin causa”? o más aún ¿es posible un cambio siguiendo las normas?

En la actualidad, cuando nos hablan de juventud, nos viene a la mente una generación frágil, sensible y débil ante la realidad. Se piensa, en el imaginario, que los jóvenes solo molestan, critican sin fundamento, expresan un desagrado hacia la norma. Pero sobre todo, cuestionan las formas con las que intentan resolver las problemáticas actuales (paredes rayadas, destrozos, marchas, pancartas y expresiones). Contrario a lo que se piensa, yo la definiría como una “juventud rebelde” que busca mejorar la sociedad en la que vive.

La rebeldía tradicionalmente es vista como un defecto, que acentúa la insumisión, el desacato y el desafío a la autoridad, se llega a decir que “la rebeldía es una enfermedad que se cura con el tiempo”, un virus que se opone a lo establecido por la norma y la costumbre, sin embargo, también podemos mencionar otra acepción: “Rebelde se llama también al indócil, al duro, al fuerte y al tenaz”. Se sobreentiende que estas actitudes son vinculables a algún bien que se quiere preservar, defender o luchar por él, de lo anterior ¿qué joven no fue rebelde en su época?

La rebeldía es el primer paso para la revolución para producir el cambio. La juventud se caracteriza por ser rebelde, por no callar las injusticias, defender y luchar por la dignidad; desdichado es el pueblo donde la juventud sea sumisa y no alce la voz ante lo que las antiguas generaciones tampoco hicieron.

Es aquí cuando me pregunto ¿Qué generación no fue contestataria a sus predecesores? ¿Qué generación de jóvenes no llegó a generar un cambio dentro de su entorno? Es cuestión de preguntar a nuestros padres o abuelos: quiénes fueron esos jóvenes de su generación mal llamados “rebeldes sin causa” o “vagos que lucharon por algo que nunca pudieron cambiar” y que lo único que buscaron fueron problemas siendo unos subversivos.

Es cierto que cada nueva generación de jóvenes, independiente a su tiempo y espacio, busca luchar por el cambio que nuestros padres callaron y soportaron por el hecho que era visto como correcto; no por estar normalizado, es virtuoso.

Es tiempo de reflexionar sobre la idea que tenemos acerca de la juventud, y apostar por una idea de joven más vigoroso, exigente y visionario de saber que se puede, no solo ser utópico ni rebelde sin causa sino un optimista que imagine, piense y transforme una realidad que en cada época se asuma como “única posibilidad” en donde no se vive para luchar sino para seguir luchando para dejar un mundo más justo, más humano y sensible con el otro.

Si me preguntaran a mí ¿Cuáles creo que son las formas para cambiar algo? Mi respuesta sería: siendo un rebelde, un rebelde como fue usted, como lo soy yo y como lo serán los siguientes jóvenes. Y a los jóvenes, invitarlos como diría Catalina de Siena: “¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas!, porque por haber callado, el mundo está podrido”.

Ig: carlos_sanchezgzn

Tw: carlossanchezgdl

Carlos Sánchez, estudiante de la preparatoria 13

Hace tiempo un señor exclamó “¡Jóvenes, esas no son formas!, no van a cambiar nada siendo unos rebeldes”, a lo que me pregunté: ¿Cómo debe comportarse un joven en sociedad? y ¿por qué nos señalan como “rebeldes sin causa”? o más aún ¿es posible un cambio siguiendo las normas?

En la actualidad, cuando nos hablan de juventud, nos viene a la mente una generación frágil, sensible y débil ante la realidad. Se piensa, en el imaginario, que los jóvenes solo molestan, critican sin fundamento, expresan un desagrado hacia la norma. Pero sobre todo, cuestionan las formas con las que intentan resolver las problemáticas actuales (paredes rayadas, destrozos, marchas, pancartas y expresiones). Contrario a lo que se piensa, yo la definiría como una “juventud rebelde” que busca mejorar la sociedad en la que vive.

La rebeldía tradicionalmente es vista como un defecto, que acentúa la insumisión, el desacato y el desafío a la autoridad, se llega a decir que “la rebeldía es una enfermedad que se cura con el tiempo”, un virus que se opone a lo establecido por la norma y la costumbre, sin embargo, también podemos mencionar otra acepción: “Rebelde se llama también al indócil, al duro, al fuerte y al tenaz”. Se sobreentiende que estas actitudes son vinculables a algún bien que se quiere preservar, defender o luchar por él, de lo anterior ¿qué joven no fue rebelde en su época?

La rebeldía es el primer paso para la revolución para producir el cambio. La juventud se caracteriza por ser rebelde, por no callar las injusticias, defender y luchar por la dignidad; desdichado es el pueblo donde la juventud sea sumisa y no alce la voz ante lo que las antiguas generaciones tampoco hicieron.

Es aquí cuando me pregunto ¿Qué generación no fue contestataria a sus predecesores? ¿Qué generación de jóvenes no llegó a generar un cambio dentro de su entorno? Es cuestión de preguntar a nuestros padres o abuelos: quiénes fueron esos jóvenes de su generación mal llamados “rebeldes sin causa” o “vagos que lucharon por algo que nunca pudieron cambiar” y que lo único que buscaron fueron problemas siendo unos subversivos.

Es cierto que cada nueva generación de jóvenes, independiente a su tiempo y espacio, busca luchar por el cambio que nuestros padres callaron y soportaron por el hecho que era visto como correcto; no por estar normalizado, es virtuoso.

Es tiempo de reflexionar sobre la idea que tenemos acerca de la juventud, y apostar por una idea de joven más vigoroso, exigente y visionario de saber que se puede, no solo ser utópico ni rebelde sin causa sino un optimista que imagine, piense y transforme una realidad que en cada época se asuma como “única posibilidad” en donde no se vive para luchar sino para seguir luchando para dejar un mundo más justo, más humano y sensible con el otro.

Si me preguntaran a mí ¿Cuáles creo que son las formas para cambiar algo? Mi respuesta sería: siendo un rebelde, un rebelde como fue usted, como lo soy yo y como lo serán los siguientes jóvenes. Y a los jóvenes, invitarlos como diría Catalina de Siena: “¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas!, porque por haber callado, el mundo está podrido”.

Ig: carlos_sanchezgzn

Tw: carlossanchezgdl