/ martes 2 de julio de 2019

Políticas migratorias y cultura de paz

La migración siempre ha sido uno de los impulsores más importantes en el progreso y dinamismo humanos

Ian Goldin


La migración es un tema importante que está dentro de la agenda pública del país. Eso es bueno porque a pesar de las terribles imágenes que circulan de inmigrantes detenidos, estamos discutiendo un tema fundamental para la paz como nunca antes. Mientras que para unos, los migrantes sólo han venido a traer más problemas para México; otros argumentan que todos de alguna manera somos migrantes o venimos de migrantes o nuestros seres queridos han migrado. Esto es especialmente cierto para México, con su gran diáspora en Estados Unidos.

La gente se cambia de país con la esperanza de encontrar una vida mejor, eso es lo que la empuja a desarraigarse y dejar todo lo que ha conocido por un desconocido más allá del horizonte. De repente se atreve a entrar en una especie de jungla foránea donde todo es nuevo, extraño y complicado. Viajan miles de kilómetros, muchos de ellos caminando, cargando a cuestas hambre, cansancio, enfermedades y corriendo peligros a su paso por los distintos países. La empatía ante esta travesía es fundamental. Sin embargo, esta empatía social no ha llegado y tampoco ha habido acciones pacificadoras contundentes de parte del gobierno mexicano.

Inicialmente, nuestro gobierno reaccionó ante la situación de las caravanas que fueron llegando a México, empezó ofreciendo visas de trabajo para los migrantes e incluso hasta el paso libre a Estados Unidos; sin embargo, en menos de seis meses terminó persiguiendo y encarcelando migrantes, según el Instituto Nacional de Migración al 24 de junio ya han sido detenidas 23,917 personas. El país atraviesa por la peor crisis migratoria de su historia reciente.

El gobierno se traicionó a sí mismo en cuanto a política migratoria, si bien, después de todas las oportunidades que se habían ofrecido, Donald Trump endureció su discurso y a comienzos de junio amenazó a México con imponerle aranceles de 5% a todos sus productos si no se encargaba de frenar la migración indocumentada que tenía como objetivo llegar a Estados Unidos. El canciller Marcelo Ebrard, negoció bajar la llegada del flujo migratorio en 45 días. Se privilegio el costo económico sobre el costo humano.

La cultura de paz nos habla precisamente de lo opuesto. A pesar de que es difícil balancear los intereses económicos y políticos de un país, no se puede decir que se emprende un proceso social, amable y pacificador cuando la Guardia Nacional, un cuerpo armado y diseñado para el combate a la delincuencia, comienza a emprender acciones de detención de migrantes. Si bien los migrantes que pasan por México nunca habían tenido un buen trato, este endurecimiento y amalgama de labor policiaca con las tareas de migración solamente logrará una cosa: que los centroamericanos sepan de primera mano que lo que exige México en buen trato y respeto a la dignidad de sus paisanos, no está dispuesto a ofrecerlo a los migrantes que pasan por su propio territorio. Haber cedido a las demandas del presidente de Estados Unidos no solamente preocupa por el problema de soberanía que implica, sino que demuestra que una vez más, la cultura bélica y de criminalización de la migración ganó, impuesta desde fuera y que seguimos sin impulsar alternativas de paz a ello.


Secretario General PAN Guadalajara

La migración siempre ha sido uno de los impulsores más importantes en el progreso y dinamismo humanos

Ian Goldin


La migración es un tema importante que está dentro de la agenda pública del país. Eso es bueno porque a pesar de las terribles imágenes que circulan de inmigrantes detenidos, estamos discutiendo un tema fundamental para la paz como nunca antes. Mientras que para unos, los migrantes sólo han venido a traer más problemas para México; otros argumentan que todos de alguna manera somos migrantes o venimos de migrantes o nuestros seres queridos han migrado. Esto es especialmente cierto para México, con su gran diáspora en Estados Unidos.

La gente se cambia de país con la esperanza de encontrar una vida mejor, eso es lo que la empuja a desarraigarse y dejar todo lo que ha conocido por un desconocido más allá del horizonte. De repente se atreve a entrar en una especie de jungla foránea donde todo es nuevo, extraño y complicado. Viajan miles de kilómetros, muchos de ellos caminando, cargando a cuestas hambre, cansancio, enfermedades y corriendo peligros a su paso por los distintos países. La empatía ante esta travesía es fundamental. Sin embargo, esta empatía social no ha llegado y tampoco ha habido acciones pacificadoras contundentes de parte del gobierno mexicano.

Inicialmente, nuestro gobierno reaccionó ante la situación de las caravanas que fueron llegando a México, empezó ofreciendo visas de trabajo para los migrantes e incluso hasta el paso libre a Estados Unidos; sin embargo, en menos de seis meses terminó persiguiendo y encarcelando migrantes, según el Instituto Nacional de Migración al 24 de junio ya han sido detenidas 23,917 personas. El país atraviesa por la peor crisis migratoria de su historia reciente.

El gobierno se traicionó a sí mismo en cuanto a política migratoria, si bien, después de todas las oportunidades que se habían ofrecido, Donald Trump endureció su discurso y a comienzos de junio amenazó a México con imponerle aranceles de 5% a todos sus productos si no se encargaba de frenar la migración indocumentada que tenía como objetivo llegar a Estados Unidos. El canciller Marcelo Ebrard, negoció bajar la llegada del flujo migratorio en 45 días. Se privilegio el costo económico sobre el costo humano.

La cultura de paz nos habla precisamente de lo opuesto. A pesar de que es difícil balancear los intereses económicos y políticos de un país, no se puede decir que se emprende un proceso social, amable y pacificador cuando la Guardia Nacional, un cuerpo armado y diseñado para el combate a la delincuencia, comienza a emprender acciones de detención de migrantes. Si bien los migrantes que pasan por México nunca habían tenido un buen trato, este endurecimiento y amalgama de labor policiaca con las tareas de migración solamente logrará una cosa: que los centroamericanos sepan de primera mano que lo que exige México en buen trato y respeto a la dignidad de sus paisanos, no está dispuesto a ofrecerlo a los migrantes que pasan por su propio territorio. Haber cedido a las demandas del presidente de Estados Unidos no solamente preocupa por el problema de soberanía que implica, sino que demuestra que una vez más, la cultura bélica y de criminalización de la migración ganó, impuesta desde fuera y que seguimos sin impulsar alternativas de paz a ello.


Secretario General PAN Guadalajara