/ domingo 23 de diciembre de 2018

Pasos de paz para Atenco

La guerra rasga, desgarra.

La guerra rompe, destripa.

La guerra abrasa. La guerra desmembra.

La guerra arruina. - Susan Sontag



"Ante el dolor de los demás" (2002) Hasta que muera lo viejo no puede nacer lo nuevo y en México apenas estamos descubriendo las dimensiones reales de los mecanismos de guerra y violencia utilizados por varios gobiernos para controlar a sus poblaciones y quitarles su libertad.

Ya hemos hablado de la importancia del periodismo de paz para proponer soluciones a conflictos, pero el reporteo de los abusos comprobados de derechos humanos en la historia reciente de nuestro país exige utilizar otra característica del periodismo de paz, que es darle voz a los afectados por el conflicto.

El día de ayer, la Corte Interamericana de Derechos Humanos comunicó su fallo en el caso “Mujeres víctimas de tortura sexual en Atenco vs México” en el que 11 mujeres del Estado de México acusaban al Estado mexicano de tortura, violaciones a sus derechos y agresiones sexuales.

Los jueces determinaron que estas mujeres fueron brutalmente agredidas con el propósito de “doblegar y controlar” a la población en general, es decir, usar a estas mujeres como ejemplo de lo que podía pasarle a cualquiera que cuestionara a la autoridad municipal o estatal.

Un resumen de la sentencia se consulta en http://bit.ly/resumenfalloatenco y requiere tener estómago para leer el recuento de hechos que hace. Durante las protestas, el reporteo de las televisoras y varios medios impresos hizo que el humor social se volviera agresivo y violento. Quienes clamaban por el justo restablecimiento del orden y del estado de derecho se volvieron la excusa del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, para reprimir con lujo de violencia. Nunca debió de ser así. El derecho es para proteger, cuidar y ordenar, no para agredir y dañar. Es necesario revisitar Atenco, Tlatlaya y la historia reciente de nuestro país para darle voz, desde el periodismo de paz, a quienes con esta sentencia han encontrado una reivindicación de su demanda.

Atenco al fin dejó de ser un ariete para el golpeteo político: un órgano internacional ha hecho responsable al Estado mexicano, quien según la sentencia ahora debe de pedir disculpas públicas y reparar el daño causado.

El periodismo de paz será un aliado invaluable para revalorar estos hechos tan dolorosos que han lastimado de nuevo la reputación internacional de México. Tenemos una oportunidad para demostrar que hemos aprendido a procesar estos hechos mejor que antes y como sociedad, impedir que se repitan.

Este debate se vuelve tremendamente importante por dos cosas: la posibilidad del periodismo de paz de imaginar futuros posibles que urgen en nuestro país, como terminar con la impunidad de quienes usan la fuerza para atacar a sus propias poblaciones, desde un presidente municipal hasta un exgobernador y expresidente. También, para demostrar que el uso de cuerpos militares y policíacos en México para controlar a la población es una tentación peligrosa que debemos de desterrar al pasado, llámense granaderos o la recién propuesta “Guardia Nacional”.

Que la razón y la paz sean quienes iluminen el camino de cambiar México, para dejar de gobernar con la violencia y la fuerza.

La guerra rasga, desgarra.

La guerra rompe, destripa.

La guerra abrasa. La guerra desmembra.

La guerra arruina. - Susan Sontag



"Ante el dolor de los demás" (2002) Hasta que muera lo viejo no puede nacer lo nuevo y en México apenas estamos descubriendo las dimensiones reales de los mecanismos de guerra y violencia utilizados por varios gobiernos para controlar a sus poblaciones y quitarles su libertad.

Ya hemos hablado de la importancia del periodismo de paz para proponer soluciones a conflictos, pero el reporteo de los abusos comprobados de derechos humanos en la historia reciente de nuestro país exige utilizar otra característica del periodismo de paz, que es darle voz a los afectados por el conflicto.

El día de ayer, la Corte Interamericana de Derechos Humanos comunicó su fallo en el caso “Mujeres víctimas de tortura sexual en Atenco vs México” en el que 11 mujeres del Estado de México acusaban al Estado mexicano de tortura, violaciones a sus derechos y agresiones sexuales.

Los jueces determinaron que estas mujeres fueron brutalmente agredidas con el propósito de “doblegar y controlar” a la población en general, es decir, usar a estas mujeres como ejemplo de lo que podía pasarle a cualquiera que cuestionara a la autoridad municipal o estatal.

Un resumen de la sentencia se consulta en http://bit.ly/resumenfalloatenco y requiere tener estómago para leer el recuento de hechos que hace. Durante las protestas, el reporteo de las televisoras y varios medios impresos hizo que el humor social se volviera agresivo y violento. Quienes clamaban por el justo restablecimiento del orden y del estado de derecho se volvieron la excusa del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, para reprimir con lujo de violencia. Nunca debió de ser así. El derecho es para proteger, cuidar y ordenar, no para agredir y dañar. Es necesario revisitar Atenco, Tlatlaya y la historia reciente de nuestro país para darle voz, desde el periodismo de paz, a quienes con esta sentencia han encontrado una reivindicación de su demanda.

Atenco al fin dejó de ser un ariete para el golpeteo político: un órgano internacional ha hecho responsable al Estado mexicano, quien según la sentencia ahora debe de pedir disculpas públicas y reparar el daño causado.

El periodismo de paz será un aliado invaluable para revalorar estos hechos tan dolorosos que han lastimado de nuevo la reputación internacional de México. Tenemos una oportunidad para demostrar que hemos aprendido a procesar estos hechos mejor que antes y como sociedad, impedir que se repitan.

Este debate se vuelve tremendamente importante por dos cosas: la posibilidad del periodismo de paz de imaginar futuros posibles que urgen en nuestro país, como terminar con la impunidad de quienes usan la fuerza para atacar a sus propias poblaciones, desde un presidente municipal hasta un exgobernador y expresidente. También, para demostrar que el uso de cuerpos militares y policíacos en México para controlar a la población es una tentación peligrosa que debemos de desterrar al pasado, llámense granaderos o la recién propuesta “Guardia Nacional”.

Que la razón y la paz sean quienes iluminen el camino de cambiar México, para dejar de gobernar con la violencia y la fuerza.