/ miércoles 25 de agosto de 2021

No todos contaminamos igual

El deterioro ambiental y la consiguiente crisis climática son hoy una realidad. Este año hemos sido testigos del desastre ecológico ocurrido en Grecia tras fuertes incendios forestales; de las devastadoras inundaciones en Alemania y Bélgica que dejaron cientos de personas muertas, heridas o desaparecidas; de la intensa ola de calor en Norteamérica que dejó más de 500 fallecidos en Canadá y Estados Unidos; o del deshielo de glaciares en todo el mundo.

Sin embargo, no es necesario fijarse en otros países para notar las consecuencias del cambio climático. En Jalisco tenemos nuestros propios incendios, de acuerdo con la SEMADET para abril del 2020 en el estado se registraron 88 incendios, para el mismo mes de este año se tenía registro de 351 incendios.

En términos simples esto ocurre, ya que la concentración de C02 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentan la temperatura en el planeta, lo que hace más extremo el clima, los períodos de seca más largos, y con ello, la sequedad en los bosques aumenta la probabilidad de incendios forestales que, incluso, son más intensos.

¿Quién es responsable de la contaminación? La respuesta simple es la humanidad, los otros seres vivos que habitan en el planeta no son capaces de producir los mismos niveles de contaminación que nosotros como especie.

Por mucho tiempo se creyó que la cantidad de humanos en la tierra era el problema, es decir, el medio ambiente podría sostener la actividad humana si fuéramos menos. Esta premisa esconde una falacia ya que parte de la idea de que las actividades humanas contaminan de igual forma. Esto no es cierto, no todos contaminamos igual.

De acuerdo con la organización OXFAM, la mitad más pobre de la población mundial produce solamente el 10% de las emisiones de carbono, en tanto el 10% más rico es responsable por el 50% de las emisiones. La huella de carbono media del 1% más rico de la población mundial es 175 veces más alta que la media del 10% más pobre.

Ante este panorama, ¿qué queda por hacer? Las acciones individuales no son suficientes, y no es que no tengan ningún impacto, pero en este punto no alcanza para mitigar los efectos del cambio climático. Es necesario que contaminar tenga consecuencias, no sólo para castigar a quien lo haga, sino para desincentivar esta conducta.

Quiénes contaminan a gran escala probablemente lo hacen porque nada se los impide, los vigila o les es más fácil pagar la multa. En este aspecto la normativa mexicana es muy relajada, es decir los niveles permitidos de contaminación son relativamente altos en comparación con otros países.

Además, leyes o principios como "el que contamina paga" pueden generar un mecanismo perverso, pues lejos de impedir la contaminación, se contamina con conocimiento de causa, ya que es más barato pagar la multa que cambiar los procesos. Y sumado a lo anterior, el presidente AMLO ha decidido declarar la guerra a las energías limpias.

Es urgente contar con leyes más rigurosas, que en lugar de aplicar sanciones monetarias, exijan el resarcimiento de los daños y velen por el equilibrio ecológico, a la par de impulsar el cambio a las energías limpias. De lo contrario la tierra será cada vez más inhabitable para todos. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática

El deterioro ambiental y la consiguiente crisis climática son hoy una realidad. Este año hemos sido testigos del desastre ecológico ocurrido en Grecia tras fuertes incendios forestales; de las devastadoras inundaciones en Alemania y Bélgica que dejaron cientos de personas muertas, heridas o desaparecidas; de la intensa ola de calor en Norteamérica que dejó más de 500 fallecidos en Canadá y Estados Unidos; o del deshielo de glaciares en todo el mundo.

Sin embargo, no es necesario fijarse en otros países para notar las consecuencias del cambio climático. En Jalisco tenemos nuestros propios incendios, de acuerdo con la SEMADET para abril del 2020 en el estado se registraron 88 incendios, para el mismo mes de este año se tenía registro de 351 incendios.

En términos simples esto ocurre, ya que la concentración de C02 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentan la temperatura en el planeta, lo que hace más extremo el clima, los períodos de seca más largos, y con ello, la sequedad en los bosques aumenta la probabilidad de incendios forestales que, incluso, son más intensos.

¿Quién es responsable de la contaminación? La respuesta simple es la humanidad, los otros seres vivos que habitan en el planeta no son capaces de producir los mismos niveles de contaminación que nosotros como especie.

Por mucho tiempo se creyó que la cantidad de humanos en la tierra era el problema, es decir, el medio ambiente podría sostener la actividad humana si fuéramos menos. Esta premisa esconde una falacia ya que parte de la idea de que las actividades humanas contaminan de igual forma. Esto no es cierto, no todos contaminamos igual.

De acuerdo con la organización OXFAM, la mitad más pobre de la población mundial produce solamente el 10% de las emisiones de carbono, en tanto el 10% más rico es responsable por el 50% de las emisiones. La huella de carbono media del 1% más rico de la población mundial es 175 veces más alta que la media del 10% más pobre.

Ante este panorama, ¿qué queda por hacer? Las acciones individuales no son suficientes, y no es que no tengan ningún impacto, pero en este punto no alcanza para mitigar los efectos del cambio climático. Es necesario que contaminar tenga consecuencias, no sólo para castigar a quien lo haga, sino para desincentivar esta conducta.

Quiénes contaminan a gran escala probablemente lo hacen porque nada se los impide, los vigila o les es más fácil pagar la multa. En este aspecto la normativa mexicana es muy relajada, es decir los niveles permitidos de contaminación son relativamente altos en comparación con otros países.

Además, leyes o principios como "el que contamina paga" pueden generar un mecanismo perverso, pues lejos de impedir la contaminación, se contamina con conocimiento de causa, ya que es más barato pagar la multa que cambiar los procesos. Y sumado a lo anterior, el presidente AMLO ha decidido declarar la guerra a las energías limpias.

Es urgente contar con leyes más rigurosas, que en lugar de aplicar sanciones monetarias, exijan el resarcimiento de los daños y velen por el equilibrio ecológico, a la par de impulsar el cambio a las energías limpias. De lo contrario la tierra será cada vez más inhabitable para todos. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática