/ viernes 27 de septiembre de 2019

Los jóvenes son futuro y presente


Felipe Arizmendi

Siendo joven sacerdote, me resistía a trabajar pastoralmente con jóvenes, porque aducía que son irresponsables, impuntuales, inestables, superficiales y en poco tiempo cambian de lugar y de profesión. Sin embargo, Dios me concedió la gracia de implicarme en el movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, y esos jóvenes me ayudaron a vivir con una nueva dimensión mi sacerdocio, más juvenil, más humano y esperanzador.

Varios de ellos ahora son excelentes esposos y padres de familia, buenos profesionales, líderes en sus ambientes y colaboran en la pastoral parroquial.

Cuando, en mi diócesis de origen, se me confió ser promotor vocacional, organicé un retiro para jóvenes líderes, con el fin de reflexionar sobre la vocación política del laico. A raíz de ello, uno que pensaba irse al Seminario y ser sacerdote, decidió dedicarse a la política. Ha ocupado puestos importantes, como gobernador del Estado, diputado local y federal, senador de la República y Presidente nacional de su partido. Dice que es muy difícil cambiar el ambiente y las prácticas políticas, pero se ha esforzado por ir contra corriente y procurar un cambio en su partido.

En mi diócesis anterior, organizamos, con un equipo de jóvenes de las diferentes parroquias de la ciudad episcopal, lo que ellos llamaron Desiertos Juveniles, con este objetivo: Encontrar en Cristo el sentido de la vida, para ser sus discípulos y misioneros en la transformación del mundo. De acuerdo con ellos, se exponían estos temas: ¿Quién soy yo? El amor del Padre. El pecado. ¿Quién es Jesucristo? Dónde encontrar a Jesucristo: a) En la Sagrada Escritura. b) En los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Penitencia. c) En la Eucaristía. d) En el prójimo, en la familia. e) En los pobres. f) En la oración. g) En la Iglesia. ¿Qué implica ser discípulos de Jesús? Fe y compromiso social. Diferentes vocaciones en la Iglesia. Tentaciones del mundo actual para los jóvenes. Medios de perseverancia para ser luz del mundo. Todos estos temas ellos los desarrollaban, con su típica creatividad y dinámica; sólo me pedían que yo presentara el que ellos consideraban más complicado: Fe y compromiso social. Varios de ellos alentaron la pastoral juvenil en sus parroquias, dieron testimonio de su fe en la universidad, y ahora son buenos padres de familia, profesionales y laicos que se esfuerzan por servir a la comunidad. Vale la pena implicarse con ellos.

PENSAR

El episcopado mexicano, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, asumimos la “opción por una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes, la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena”. “Los Obispos queremos expresar nuestro compromiso con cercanía, confianza y diálogo mutuo, para reconocerlos como protagonistas de una transformación social y sujetos de una nueva etapa en la evangelización en nuestras comunidades juveniles, desde un proyecto de vida, orientado hacia su propia santidad” (No. 188).


ACTUAR

Transcribo algunos de los compromisos pastorales que los obispos hicimos y en los que deseamos implicar a los demás agentes pastorales: “Promover iniciativas de educación y desarrollo humano integral de los adolescentes y jóvenes en nuestras parroquias, en espacios donde se sientan atendidos y acompañados, con el esfuerzo y la participación de los mismos jóvenes y de las familias. Instrumentar iniciativas pastorales para acercarnos a los adolescentes y jóvenes en sus diversas realidades y ambientes: campesino, indígena, estudiantil, obrero, migrante, urbano y como jóvenes adultos, con una disposición a la escucha y al diálogo, ayudando a fortalecer su proyecto de vida”.

* Obispo Emérito de SCLC


Felipe Arizmendi

Siendo joven sacerdote, me resistía a trabajar pastoralmente con jóvenes, porque aducía que son irresponsables, impuntuales, inestables, superficiales y en poco tiempo cambian de lugar y de profesión. Sin embargo, Dios me concedió la gracia de implicarme en el movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, y esos jóvenes me ayudaron a vivir con una nueva dimensión mi sacerdocio, más juvenil, más humano y esperanzador.

Varios de ellos ahora son excelentes esposos y padres de familia, buenos profesionales, líderes en sus ambientes y colaboran en la pastoral parroquial.

Cuando, en mi diócesis de origen, se me confió ser promotor vocacional, organicé un retiro para jóvenes líderes, con el fin de reflexionar sobre la vocación política del laico. A raíz de ello, uno que pensaba irse al Seminario y ser sacerdote, decidió dedicarse a la política. Ha ocupado puestos importantes, como gobernador del Estado, diputado local y federal, senador de la República y Presidente nacional de su partido. Dice que es muy difícil cambiar el ambiente y las prácticas políticas, pero se ha esforzado por ir contra corriente y procurar un cambio en su partido.

En mi diócesis anterior, organizamos, con un equipo de jóvenes de las diferentes parroquias de la ciudad episcopal, lo que ellos llamaron Desiertos Juveniles, con este objetivo: Encontrar en Cristo el sentido de la vida, para ser sus discípulos y misioneros en la transformación del mundo. De acuerdo con ellos, se exponían estos temas: ¿Quién soy yo? El amor del Padre. El pecado. ¿Quién es Jesucristo? Dónde encontrar a Jesucristo: a) En la Sagrada Escritura. b) En los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Penitencia. c) En la Eucaristía. d) En el prójimo, en la familia. e) En los pobres. f) En la oración. g) En la Iglesia. ¿Qué implica ser discípulos de Jesús? Fe y compromiso social. Diferentes vocaciones en la Iglesia. Tentaciones del mundo actual para los jóvenes. Medios de perseverancia para ser luz del mundo. Todos estos temas ellos los desarrollaban, con su típica creatividad y dinámica; sólo me pedían que yo presentara el que ellos consideraban más complicado: Fe y compromiso social. Varios de ellos alentaron la pastoral juvenil en sus parroquias, dieron testimonio de su fe en la universidad, y ahora son buenos padres de familia, profesionales y laicos que se esfuerzan por servir a la comunidad. Vale la pena implicarse con ellos.

PENSAR

El episcopado mexicano, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, asumimos la “opción por una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes, la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena”. “Los Obispos queremos expresar nuestro compromiso con cercanía, confianza y diálogo mutuo, para reconocerlos como protagonistas de una transformación social y sujetos de una nueva etapa en la evangelización en nuestras comunidades juveniles, desde un proyecto de vida, orientado hacia su propia santidad” (No. 188).


ACTUAR

Transcribo algunos de los compromisos pastorales que los obispos hicimos y en los que deseamos implicar a los demás agentes pastorales: “Promover iniciativas de educación y desarrollo humano integral de los adolescentes y jóvenes en nuestras parroquias, en espacios donde se sientan atendidos y acompañados, con el esfuerzo y la participación de los mismos jóvenes y de las familias. Instrumentar iniciativas pastorales para acercarnos a los adolescentes y jóvenes en sus diversas realidades y ambientes: campesino, indígena, estudiantil, obrero, migrante, urbano y como jóvenes adultos, con una disposición a la escucha y al diálogo, ayudando a fortalecer su proyecto de vida”.

* Obispo Emérito de SCLC