/ lunes 17 de agosto de 2020

Kumamoto, el vulnerable

Aunque siento un profundo respeto por Pedro Kumamoto, me parece que llegó el momento de abordar con más objetividad lo que ha sido –y seguramente será- su paso por el impredecible e implacable mundo de la política.

A la luz de encuestas recientes que lo ubican como un actor indiscutible en la carrera electoral por las presidencias municipales de Zapopan o Guadalajara, es conveniente hacernos un par de preguntas. ¿Pedro Kumamoto Aguilar aspira a ser alcalde de alguno de los precitados municipios? Y de ser afirmativa esta cuestión, ¿tiene las capacidades y habilidades suficientes para encarar una responsabilidad de tal magnitud?

Con respecto a su pretensión, nada está claro aún; sin embargo, todo apunta a que en caso de que Futuro, el partido que pretende fundar, sería la catapulta que lo lance de nuevo a la arena legislativa. Sobre el particular, hay que recordar que en una entrevista realizada hace poco más de un año (11 de agosto del 2019), le confío a la reportera de El Norte, Ruth Álvarez, que después de concluir su maestría en Políticas Públicas en Inglaterra buscaría regresar a una diputación si es que Futuro logra el registro.

En lo que concierne con la segunda interrogante, tenemos que ser muy honestos con Pedro. Resulta muy complicado imaginarlo al frente de una alcaldía. Es casi imposible visualizarlo tomando lista a la tropa de la policía o tomando complejas y desafiantes decisiones de gobierno. Sus rasgos de personalidad alcanzan muy bien para la deliberación y el debate, pero no para liderar a un cuerpo de funcionarios de alto nivel.

Es verdad, su paso por la LXI legislatura estuvo lleno de tropiezos, pero lo cierto es que su retorno al poder legislativo le haría muy bien a Jalisco. Con su regreso le acompañarían la experiencia previa y los estudios realizados en la Univesity College London.

De cualquier modo reconozcamos que Kumamoto es una “marca” que se ha posicionado en la mente del gran elector; si estuviéramos en el supuesto de que el otrora candidato independiente se llamase Pedro Jiménez o Pedro Gómez -por poner ejemplos- hubiera sido bastante difícil colocarlo en el top of mind de la gente. Tiene la fortuna de apellidarse Kumamoto y eso juega a su favor.

Sobre lo anterior, vale la pena considerar que Kumamoto Aguilar no es un líder como lo fue Enrique Alfaro, quien encabezó a un movimiento social y político que derrocaría vicios que ofendieron en extremo a la población (que nos hayan mentido y engañado es otra cosa). Pedro acaso simbolizó una cándida y tenue expresión social que por la vía de una supuesta candidatura libre de compromisos con los sótanos del poder, convenció a 50 mil personas del distrito 10 que votaron por él en el año 2015. No obstante ello, su figura es más fuerte que la del partido que desea crear para satisfacer sus ambiciones personalísimas.

De ahí que Kumamoto ya no podrá presentarse como una opción diferente a la de los políticos tradicionales. Impulsar la creación de “su” partido lo convierte en uno de ellos. “Kuma”, desde el mismo instante en que decidió quitarse la máscara para presentar su verdadero rostro, ya no tuvo más alternativa que la de exponer sus auténticas intenciones. Le gusta el poder. Eso es evidente. No sabemos si porque le gustó cuando lo probó o porque en realidad siempre ha padecido esa debilidad.

Ya veremos con el tiempo si son reales esas versiones que aseguran que detrás de Pedro están las manos de Pablo Lemus y de Enrique Alfaro. Del primero hay quienes afirman que tiene un pacto para transitar juntos a la conquista de Guadalajara y Zapopan; mientras que del segundo, que fue quien financió la realización de las asambleas para registrar a Futuro.

Estamos a poco más de nueve meses para acudir a las urnas y de seguro veremos a un Kumamoto mucho más político, pero en consecuencia, mucho más vulnerable.

Aunque siento un profundo respeto por Pedro Kumamoto, me parece que llegó el momento de abordar con más objetividad lo que ha sido –y seguramente será- su paso por el impredecible e implacable mundo de la política.

A la luz de encuestas recientes que lo ubican como un actor indiscutible en la carrera electoral por las presidencias municipales de Zapopan o Guadalajara, es conveniente hacernos un par de preguntas. ¿Pedro Kumamoto Aguilar aspira a ser alcalde de alguno de los precitados municipios? Y de ser afirmativa esta cuestión, ¿tiene las capacidades y habilidades suficientes para encarar una responsabilidad de tal magnitud?

Con respecto a su pretensión, nada está claro aún; sin embargo, todo apunta a que en caso de que Futuro, el partido que pretende fundar, sería la catapulta que lo lance de nuevo a la arena legislativa. Sobre el particular, hay que recordar que en una entrevista realizada hace poco más de un año (11 de agosto del 2019), le confío a la reportera de El Norte, Ruth Álvarez, que después de concluir su maestría en Políticas Públicas en Inglaterra buscaría regresar a una diputación si es que Futuro logra el registro.

En lo que concierne con la segunda interrogante, tenemos que ser muy honestos con Pedro. Resulta muy complicado imaginarlo al frente de una alcaldía. Es casi imposible visualizarlo tomando lista a la tropa de la policía o tomando complejas y desafiantes decisiones de gobierno. Sus rasgos de personalidad alcanzan muy bien para la deliberación y el debate, pero no para liderar a un cuerpo de funcionarios de alto nivel.

Es verdad, su paso por la LXI legislatura estuvo lleno de tropiezos, pero lo cierto es que su retorno al poder legislativo le haría muy bien a Jalisco. Con su regreso le acompañarían la experiencia previa y los estudios realizados en la Univesity College London.

De cualquier modo reconozcamos que Kumamoto es una “marca” que se ha posicionado en la mente del gran elector; si estuviéramos en el supuesto de que el otrora candidato independiente se llamase Pedro Jiménez o Pedro Gómez -por poner ejemplos- hubiera sido bastante difícil colocarlo en el top of mind de la gente. Tiene la fortuna de apellidarse Kumamoto y eso juega a su favor.

Sobre lo anterior, vale la pena considerar que Kumamoto Aguilar no es un líder como lo fue Enrique Alfaro, quien encabezó a un movimiento social y político que derrocaría vicios que ofendieron en extremo a la población (que nos hayan mentido y engañado es otra cosa). Pedro acaso simbolizó una cándida y tenue expresión social que por la vía de una supuesta candidatura libre de compromisos con los sótanos del poder, convenció a 50 mil personas del distrito 10 que votaron por él en el año 2015. No obstante ello, su figura es más fuerte que la del partido que desea crear para satisfacer sus ambiciones personalísimas.

De ahí que Kumamoto ya no podrá presentarse como una opción diferente a la de los políticos tradicionales. Impulsar la creación de “su” partido lo convierte en uno de ellos. “Kuma”, desde el mismo instante en que decidió quitarse la máscara para presentar su verdadero rostro, ya no tuvo más alternativa que la de exponer sus auténticas intenciones. Le gusta el poder. Eso es evidente. No sabemos si porque le gustó cuando lo probó o porque en realidad siempre ha padecido esa debilidad.

Ya veremos con el tiempo si son reales esas versiones que aseguran que detrás de Pedro están las manos de Pablo Lemus y de Enrique Alfaro. Del primero hay quienes afirman que tiene un pacto para transitar juntos a la conquista de Guadalajara y Zapopan; mientras que del segundo, que fue quien financió la realización de las asambleas para registrar a Futuro.

Estamos a poco más de nueve meses para acudir a las urnas y de seguro veremos a un Kumamoto mucho más político, pero en consecuencia, mucho más vulnerable.