/ jueves 25 de noviembre de 2021

El papel de las fuerzas armadas en la 4T

Recién celebramos el 111 aniversario de la Revolución Mexicana, uno de los eventos histórico-políticos más relevantes de la época moderna de nuestro país. Sin embargo, lo que fuera una celebración cívica como cualquier otra se dio en medio de un contexto de debate público respecto al papel de las fuerzas armadas en la vida de México, de la mano del Gobierno del Presidente López Obrador y su denominado proyecto de transformación nacional.

Lo más destacado de la fecha fueron, sin duda las declaraciones del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, en apoyo a la Cuarta Transformación. Durante su discurso el general del Ejército mencionó “Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación que vive nuestro país el mismo propósito de las tres primeras transformaciones, el bien de la patria (…) como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto”.

Es imposible no encender las alertas al escuchar estas declaraciones, el general del ejército de un país apoyando públicamente al proyecto político de un mandatario, cuando lo normal y más saludable para cualquier sociedad es que las fuerzas armadas apoyen y sirvan a la nación y sus simbolismos, no al jefe del Estado. También resulta necesario preguntarnos, ¿hacia quién va la lealtad del Ejército, hacia el presidente o hacia el país? Sería preocupante lo primero, pues estaríamos perdidos ante cualquier intento de desafío a la democracia.

Sobre la libertad que se tomó el general Sandoval de apoyar abiertamente al presidente y al proyecto de la Cuarta Transformación, habría que mencionar un punto importante: a lo largo de su sexenio, el Presidente López Obrador ha empoderado cada vez más a las fuerzas armadas, pese a que en campaña prometió que al cabo de seis meses de gobierno los militares estarían de vuelta en sus cuarteles.

Esta transferencia de poder no ha sido exclusiva del quehacer militar, que tradicionalmente en México era el apoyo a la sociedad en caso de desastres y que migró a labores de seguridad pública, sino que el jefe del Ejecutivo le ha concedido a las fuerzas armadas un poder político poco visto en la época moderna de México. Recientemente López Obrador ha sustentado que el Ejército ha sido un apoyo sin el cual no podría llevar a cabo la 4T, también ha anunciado que, de ser necesario, serán militares quienes llevan a cabo la distribución de medicamentos en el país.

Lo que parece no importarle al Presidente es que todo el poder que le transfiere al Ejército, Guardia Nacional y Marina, tiene como consecuencia directa el debilitamiento de las fuerzas del orden civil, como las policías municipales, que son el contacto directo para la seguridad ciudadana. Esto a la larga tendrá efectos en el país.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática

Recién celebramos el 111 aniversario de la Revolución Mexicana, uno de los eventos histórico-políticos más relevantes de la época moderna de nuestro país. Sin embargo, lo que fuera una celebración cívica como cualquier otra se dio en medio de un contexto de debate público respecto al papel de las fuerzas armadas en la vida de México, de la mano del Gobierno del Presidente López Obrador y su denominado proyecto de transformación nacional.

Lo más destacado de la fecha fueron, sin duda las declaraciones del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, en apoyo a la Cuarta Transformación. Durante su discurso el general del Ejército mencionó “Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación que vive nuestro país el mismo propósito de las tres primeras transformaciones, el bien de la patria (…) como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto”.

Es imposible no encender las alertas al escuchar estas declaraciones, el general del ejército de un país apoyando públicamente al proyecto político de un mandatario, cuando lo normal y más saludable para cualquier sociedad es que las fuerzas armadas apoyen y sirvan a la nación y sus simbolismos, no al jefe del Estado. También resulta necesario preguntarnos, ¿hacia quién va la lealtad del Ejército, hacia el presidente o hacia el país? Sería preocupante lo primero, pues estaríamos perdidos ante cualquier intento de desafío a la democracia.

Sobre la libertad que se tomó el general Sandoval de apoyar abiertamente al presidente y al proyecto de la Cuarta Transformación, habría que mencionar un punto importante: a lo largo de su sexenio, el Presidente López Obrador ha empoderado cada vez más a las fuerzas armadas, pese a que en campaña prometió que al cabo de seis meses de gobierno los militares estarían de vuelta en sus cuarteles.

Esta transferencia de poder no ha sido exclusiva del quehacer militar, que tradicionalmente en México era el apoyo a la sociedad en caso de desastres y que migró a labores de seguridad pública, sino que el jefe del Ejecutivo le ha concedido a las fuerzas armadas un poder político poco visto en la época moderna de México. Recientemente López Obrador ha sustentado que el Ejército ha sido un apoyo sin el cual no podría llevar a cabo la 4T, también ha anunciado que, de ser necesario, serán militares quienes llevan a cabo la distribución de medicamentos en el país.

Lo que parece no importarle al Presidente es que todo el poder que le transfiere al Ejército, Guardia Nacional y Marina, tiene como consecuencia directa el debilitamiento de las fuerzas del orden civil, como las policías municipales, que son el contacto directo para la seguridad ciudadana. Esto a la larga tendrá efectos en el país.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática