/ lunes 21 de enero de 2019

El difícil reto de transformar a Jalisco

Carlos A. Anguiano Zamudio


El inicio de gobierno de Enrique Alfaro en Jalisco, 0ha sido lento y complicado. Ya como gobernador, se ha dado cuenta de la debilidad presupuestal del estado y de la dificultad para transformar la realidad social tal como se comprometió a hacer: hay demasiadas necesidades, carencias, proyectos estratégicos que son inaplazables y un recurso público que no alcanza, al que hay que aplicarle ingenio, creatividad, eficiencia y uso atinado en su disposición. El combate a la corrupción y la reducción de gastos superfluos son imprescindibles para intentar estirar el presupuesto y rendir mejores resultados en beneficio de los jaliscienses.

Complica aún más la situación, la distancia y mala relación que mantiene con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quien le dosificará los recursos que la federación le aporta a Jalisco y vigilará para evitar que se les dé un uso discrecional y de promoción política para empoderar o beneficiar a Enrique Alfaro o a los miembros de su equipo de colaboradores.

En pocas semanas, Enrique Alfaro ha avanzado en acomodar a la administración pública, nombrar funcionarios, intentar cohesionar a un equipo de gobierno, pero ha consumido demasiado tiempo en temas políticos y no de gobierno: tanto las disputas con el presidente por el presupuesto y el desabasto de combustible, como el impulso al senador Clemente Castañeda para llevarlo a la dirigencia nacional del Partido Político Movimiento Ciudadano, le han distraído del diagnóstico general del estado que aún no presenta a la sociedad.

Enrique Alfaro nos tiene acostumbrados a darle un uso propagandístico preciso y potente a sus acciones, en trazar estrategias de acción política y a ejecutarlas con precisión, así como a marcar los tiempos políticos. Sin embargo, nunca había estado ante un reto de este tamaño, como lo es gobernar Jalisco. La circunstancia actual es un desafío, pero a la vez tiene acceso y a su disposición mayor cantidad y calidad de herramientas. Tiene más poder y recursos que nunca. Hoy dispone de los instrumentos del estado y de él dependerá sacarles provecho para generar beneficios, logros, avances y buen gobierno.

Analizando su arranque y prospectiva como gobernante, en un análisis estratégico se observa como su mayor fortaleza el haber ganado claramente la elección de gobernador, rompiendo el bipartidismo histórico PRI–PAN que en Jalisco mandaron por más de 7 décadas. Su mejor oportunidad consiste en la posibilidad de convertirse en el más vivo opositor al régimen de Morena, elevando la voz, llenando el vació de la oposición y alcanzando impacto y notoriedad nacional; su mayor debilidad es que su equipo de gobierno al crecer, incluye funcionarios que tienen raíces poco profundas con su expresión política, varios con origen en otro partido político diferente al suyo, que provienen de una alianza política coyuntural y frágil, cuyo mayor adherente depende de la nómina. Además, su soporte más grande está en la zona metropolitana. Su amenaza latente más destacada tiene que ver con el ego, con su personalidad explosiva y los arranques e impulsos, que pueden complicar el clima y tensar las relaciones interpersonales y ocasionarle problemas difíciles de sortear. Tampoco hay que perder de vista el riesgo inminente de traiciones políticas, que son ya una variable permanente en la política de Jalisco.

El gobierno de Jalisco es hoy un árbol con frutos, pero sin raíces. Necesitamos un gobierno que nos brinde seguridad, paz, tranquilidad y confianza. Enrique Alfaro tiene la oportunidad histórica de cumplirles a los jaliscienses. Ojalá que así sea.


www.inteligenciapolitica.org

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Carlos A. Anguiano Zamudio


El inicio de gobierno de Enrique Alfaro en Jalisco, 0ha sido lento y complicado. Ya como gobernador, se ha dado cuenta de la debilidad presupuestal del estado y de la dificultad para transformar la realidad social tal como se comprometió a hacer: hay demasiadas necesidades, carencias, proyectos estratégicos que son inaplazables y un recurso público que no alcanza, al que hay que aplicarle ingenio, creatividad, eficiencia y uso atinado en su disposición. El combate a la corrupción y la reducción de gastos superfluos son imprescindibles para intentar estirar el presupuesto y rendir mejores resultados en beneficio de los jaliscienses.

Complica aún más la situación, la distancia y mala relación que mantiene con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quien le dosificará los recursos que la federación le aporta a Jalisco y vigilará para evitar que se les dé un uso discrecional y de promoción política para empoderar o beneficiar a Enrique Alfaro o a los miembros de su equipo de colaboradores.

En pocas semanas, Enrique Alfaro ha avanzado en acomodar a la administración pública, nombrar funcionarios, intentar cohesionar a un equipo de gobierno, pero ha consumido demasiado tiempo en temas políticos y no de gobierno: tanto las disputas con el presidente por el presupuesto y el desabasto de combustible, como el impulso al senador Clemente Castañeda para llevarlo a la dirigencia nacional del Partido Político Movimiento Ciudadano, le han distraído del diagnóstico general del estado que aún no presenta a la sociedad.

Enrique Alfaro nos tiene acostumbrados a darle un uso propagandístico preciso y potente a sus acciones, en trazar estrategias de acción política y a ejecutarlas con precisión, así como a marcar los tiempos políticos. Sin embargo, nunca había estado ante un reto de este tamaño, como lo es gobernar Jalisco. La circunstancia actual es un desafío, pero a la vez tiene acceso y a su disposición mayor cantidad y calidad de herramientas. Tiene más poder y recursos que nunca. Hoy dispone de los instrumentos del estado y de él dependerá sacarles provecho para generar beneficios, logros, avances y buen gobierno.

Analizando su arranque y prospectiva como gobernante, en un análisis estratégico se observa como su mayor fortaleza el haber ganado claramente la elección de gobernador, rompiendo el bipartidismo histórico PRI–PAN que en Jalisco mandaron por más de 7 décadas. Su mejor oportunidad consiste en la posibilidad de convertirse en el más vivo opositor al régimen de Morena, elevando la voz, llenando el vació de la oposición y alcanzando impacto y notoriedad nacional; su mayor debilidad es que su equipo de gobierno al crecer, incluye funcionarios que tienen raíces poco profundas con su expresión política, varios con origen en otro partido político diferente al suyo, que provienen de una alianza política coyuntural y frágil, cuyo mayor adherente depende de la nómina. Además, su soporte más grande está en la zona metropolitana. Su amenaza latente más destacada tiene que ver con el ego, con su personalidad explosiva y los arranques e impulsos, que pueden complicar el clima y tensar las relaciones interpersonales y ocasionarle problemas difíciles de sortear. Tampoco hay que perder de vista el riesgo inminente de traiciones políticas, que son ya una variable permanente en la política de Jalisco.

El gobierno de Jalisco es hoy un árbol con frutos, pero sin raíces. Necesitamos un gobierno que nos brinde seguridad, paz, tranquilidad y confianza. Enrique Alfaro tiene la oportunidad histórica de cumplirles a los jaliscienses. Ojalá que así sea.


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