/ domingo 9 de enero de 2022

El conflicto con la ENAH

Comenzó el 2022, y entre los temas más relevantes a nivel nacional, es importante poner ojo en el conflicto que se vive entre el gobierno federal y la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Nuevamente la 4T vuelve a protagonizar una disputa con un centro de estudios, pero a diferencia del ITAM y el CIDE -instituciones a las que el presidente López Obrador calificó de neoliberales-, la afrenta es ahora con una institución educativa, con la que, dadas sus ideologías de izquierda, han coincidido en espacios y luchas políticas, como en las elecciones del 2012, cuando surgió el movimiento #YoSoy132.

Sin embargo, el conflicto con la ENAH tiene un trasfondo que no es nuevo, ni algo que tenga que ver exclusivamente con la administración federal de Morena; desde el 2000, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha ido perdiendo presupuesto y terreno debido a la falta de valor y reconocimiento hacia su labor por parte de las distintas administraciones federales. La ENAH es la escuela del Instituto, un centro de formación de especialistas en antropología, historia y sus diversas ramas.

Siguiendo esta lógica, el deber ser es que al INAH se incorporen los profesionales que vayan egresando de su escuela. Justo aquí está el problema: dado que el Instituto está saturado y no puede dar cabida a quienes estudian en la ENAH para ejercer su profesión, éstos se ven obligados a buscar trabajo en otras áreas, como museos, escuelas, dependencias de gobierno, comunidades indígenas, asociaciones civiles, etc.

Con la presente administración el panorama cada vez se torna más difícil, debido a que se han ido cerrando espacios ante las políticas de austeridad y los recortes que ha ejecutado Morena desde el gobierno federal, como el caso del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), el cual fue creado para la defensa, estudio, preservación y fomento de las lenguas indígenas, y hoy gracias a las políticas de la 4T, se encuentra extinto.

Por otro lado, existe una diferencia abismal entre los trabajadores sindicalizados de la ENAH y los que realizan tareas sustantivas, que dan funcionalidad y operatividad a la Escuela de Antropología, como servicios escolares, coordinaciones, directivos, entre otros, a quienes, dadas sus condiciones laborales, se les conoce como trabajadores eventuales o de tiempo variable.

Mientras los sindicalizados y profesores investigadores gozan de privilegios, pues llegan a ganar hasta 30 o 40 mil pesos mensuales, los profesores de asignatura o tiempo variable, ganan $450 por una clase al mes. Esta falta de certeza laboral y trato digno hacia los trabajadores que hacen funcionar a la ENAH es parte de la incertidumbre continua, ya que cada 3 meses tienen que renovar contrato y no se sabe si habrá recursos para poder pagar sus sueldos.

Resolver el aumento de presupuesto para la ENAH y generar certeza laboral de trabajadores no basificados, quienes además de dar clases, contribuyen a la formación de cuadros profesionales en áreas importantes para la generación de conocimiento sobre el ser humano en sociedad, son acciones que puede resolver el gobierno federal, antes de que el conflicto escale. Por lo pronto se esperan más movilizaciones como la del pasado miércoles por parte de los estudiantes y es probable que al llamado de la ENAH se sumen otras instituciones educativas como la UNAM, el Politécnico, la UAM, etc.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática.

Comenzó el 2022, y entre los temas más relevantes a nivel nacional, es importante poner ojo en el conflicto que se vive entre el gobierno federal y la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Nuevamente la 4T vuelve a protagonizar una disputa con un centro de estudios, pero a diferencia del ITAM y el CIDE -instituciones a las que el presidente López Obrador calificó de neoliberales-, la afrenta es ahora con una institución educativa, con la que, dadas sus ideologías de izquierda, han coincidido en espacios y luchas políticas, como en las elecciones del 2012, cuando surgió el movimiento #YoSoy132.

Sin embargo, el conflicto con la ENAH tiene un trasfondo que no es nuevo, ni algo que tenga que ver exclusivamente con la administración federal de Morena; desde el 2000, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha ido perdiendo presupuesto y terreno debido a la falta de valor y reconocimiento hacia su labor por parte de las distintas administraciones federales. La ENAH es la escuela del Instituto, un centro de formación de especialistas en antropología, historia y sus diversas ramas.

Siguiendo esta lógica, el deber ser es que al INAH se incorporen los profesionales que vayan egresando de su escuela. Justo aquí está el problema: dado que el Instituto está saturado y no puede dar cabida a quienes estudian en la ENAH para ejercer su profesión, éstos se ven obligados a buscar trabajo en otras áreas, como museos, escuelas, dependencias de gobierno, comunidades indígenas, asociaciones civiles, etc.

Con la presente administración el panorama cada vez se torna más difícil, debido a que se han ido cerrando espacios ante las políticas de austeridad y los recortes que ha ejecutado Morena desde el gobierno federal, como el caso del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), el cual fue creado para la defensa, estudio, preservación y fomento de las lenguas indígenas, y hoy gracias a las políticas de la 4T, se encuentra extinto.

Por otro lado, existe una diferencia abismal entre los trabajadores sindicalizados de la ENAH y los que realizan tareas sustantivas, que dan funcionalidad y operatividad a la Escuela de Antropología, como servicios escolares, coordinaciones, directivos, entre otros, a quienes, dadas sus condiciones laborales, se les conoce como trabajadores eventuales o de tiempo variable.

Mientras los sindicalizados y profesores investigadores gozan de privilegios, pues llegan a ganar hasta 30 o 40 mil pesos mensuales, los profesores de asignatura o tiempo variable, ganan $450 por una clase al mes. Esta falta de certeza laboral y trato digno hacia los trabajadores que hacen funcionar a la ENAH es parte de la incertidumbre continua, ya que cada 3 meses tienen que renovar contrato y no se sabe si habrá recursos para poder pagar sus sueldos.

Resolver el aumento de presupuesto para la ENAH y generar certeza laboral de trabajadores no basificados, quienes además de dar clases, contribuyen a la formación de cuadros profesionales en áreas importantes para la generación de conocimiento sobre el ser humano en sociedad, son acciones que puede resolver el gobierno federal, antes de que el conflicto escale. Por lo pronto se esperan más movilizaciones como la del pasado miércoles por parte de los estudiantes y es probable que al llamado de la ENAH se sumen otras instituciones educativas como la UNAM, el Politécnico, la UAM, etc.

Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

* Coordinador del LID Laboratorio de Innovación Democrática.